HERMANA ISABEL: “ESTAMOS EN LAS MANOS DE
DIOS”
La
fuerza la da Dios en la debilidad y a Él se le experimenta y se le vive en
medio de lo cotidiano. Así podría resumir una larga y muy amena conversación
con la Hermana Isabel ,
superiora de las Hijas de San José, aquí en Villanueva de la Serena. En esta ciudad somos
unos privilegiados al compartir la fe y la vida con personas como ella, que han
ido dejando tallar su vida, desde la confianza y la fidelidad, por el gran
imaginero que es Dios y hoy son modelos de respuesta a la vocación religiosa.
Para
Isabel todo su proceso de fe comienza en el corazón de su familia, signo de
ejemplaridad. Nace en Arconada de Bureba, provincia de Burgos, a finales de
1934; su padre es obrero y su madre es la maestra del pueblo. Es la cuarta hija
de cinco hermanos; dos de ellos varones y la pequeña, su hermana Carmen, profesó
en las Hermanas de Santa Teresa de Jornet, viviendo hoy en Portugal. Su
infancia se desarrolló en un ambiente familiar, rural, muy religioso y
parroquial, y con una vida de oración en el hogar: “ todas las noches rezábamos el rosario; yo en brazos de mi padre; los
misterios los rezaban mis hermanos mayores y la letanía era para mi madre”.
Por
circunstancias ajenas al deseo familiar y contrariedades de la época, la
familia se traslada a Pradilla de la Sierra.
Su madre es la maestra de la escuela unitaria de aquel
pequeño pueblo. Esta etapa, leyendo la vida desde Dios, fue para Isabel un
auténtico regalo; tras varios años su madre recibe otro destino, Santa Cruz del
Valle, también en la provincia de Burgos. En esta etapa se vivieron bodas
familiares, nacimiento de sobrinos, la muerte de su padre y la jubilación de su
madre.
Su
alma inquieta la llevó a estudiar interna en Lérida, en las Hijas de San José,
donde terminó Magisterio con casi dieciocho años. Aquel verano, 1953, fallece
su padre y hace la opción de permanecer acompañando a su madre, ya que dos
hermanos se encuentran en Madrid, otro en el servicio militar y su hermana
Carmen era muy pequeña. Todo un tiempo de planteamientos de futuro: ¿ ejercer
el magisterio, vida de casada, vida religiosa consagrada?, posibilidades y
opciones de cara al futuro.
A
los veinte y un años, la mayoría de edad de entonces, responde a su primera
vocación, aprendida en el hogar familiar: maestra rural en Torrepadre,
provincia de Burgos, alternando, en verano, la actividad de trabajar
acompañando y educando a una niña en Bilbao. En Torrepadre anima, junto al
sacerdote, una misión popular. Llegó un sacerdote misionero, carmelita descalzo,
para realizar la misión y allí respondió ya a la vocación que, durante tanto
tiempo, gestaba en su interior: “ me
encontré cansada de no escuchar lo que Dios me decía; no me gustaba el
desprecio por los demás en el que
sumerge el apego al dinero y me rebelaban, desde muy pequeña, las injusticias a
las personas. El carmelita me dijo que estaba todo claro en mi vida”.
Comunicó
a su madre el deseo de ser religiosa y formuló la solicitud de ingreso en las
Hijas de San José desde el mismo colegio en el que estudió en Lérida. Un largo
noviciado, complejo pero feliz, en Gerona; estudios de Licenciatura en
Filosofía y Letras entre Barcelona y Zaragoza; votos perpetuos en Madrid en
1965 y estudios de Licenciatura en Ciencias de la Educación con su tesis “la Educación en el Concilio Vaticano II”. En
todo este tiempo, vida de comunidad, de estudios y formación, encuentro consigo
misma y con Dios, profundizando en la vocación de servicio a los demás,
especialmente a los más débiles.
En
el año 1968, un destino dialogado y querido, Buenos Aires en Argentina. Once
años dedicada a la enseñanza, al acompañamiento, al trabajo diocesano desde la
parroquia, rectora del Colegio; todo esto en una época de guerrillas,
enfrentando la vida a realidades muy fuertes, pero profundizando constantemente
en la vocación de entrega.
Tras
esta etapa, vuelta a España, y muchos destinos en Colegios y en comunidades:
Colegio de Sanlucar de Barrameda o en Jerez de la Frontera ; comunidad de
Coslada en Madrid, en Bilbao, o aquí en Villanueva; en el campo de la
enseñanza, de la pastoral parroquial; profesora, directora o superiora, qué más
da. Su vida queda marcada en esta época en tres realidades: su trabajo con los
más desfavorecidos en el proyecto hombre en Bilbao; su trabajo con chicos de la
calle, junto a otras órdenes religiosas, en Ciudad Joven en Madrid; y la
opción, tras un capítulo general y escuchar la voz de Dios que le decía: “en el pueblo, con el pueblo y con obreras”,
para dedicarse a trabajar en Madrid con empresas de limpieza, acompañando
enfermos en hospitales o sus siete años en tareas de hogar y educación de los
pequeños en una familia.
Hoy
desde Villanueva de la Serena ,
mira su vida con un profundo agradecimiento a Dios por todo lo vivido, por
confiar en Él y dejarse modelar por su amor: “ cada día le digo que estoy en sus manos y lo experimento realmente en
signos concretos”.
Terminamos
nuestra conversación con una invitación vocacional: “ a quien quiera optar por la vida religiosa yo le diría que tenga una
vida normal, de familia, de oración, estudios, amigos de su edad, vida social, y
que sea importante la vida parroquial. Que tenga ganas de saber, de estudiar, de
formarse, y que en su vida exista deseo de entrega y disponibilidad, escuchando
siempre la llamada de Dios a compartir la vida con los demás y especialmente
con los más débiles”.
Hermana
Isabel, muchísimas gracias por ser tan sencilla; por tu gran sabiduría y por la
profundidad de tus palabras, acompañadas por signos en la vida cotidiana.