“ Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” ( Mt 5, 8).
La estrella orienta la Navidad y acompaña el camino de aquellos Reyes Magos que llegaron para adorar al Niño y hacerle sus ofrendas. No fue un camino fácil, incluso tuvieron que discernir las malas intenciones del pelele, a la vez que cruel, rey Herodes. Pero el no quedarse sólo en el intento y la importancia del encuentro con aquello que orientaba, pero que era completamente desconocido, les llevó hasta el lugar en el que se paró. Y encontraron la ternura de un Dios que quiere ser universal, y estar presente en la vida de quienes, como ellos, le abren el cofre de su corazón, lo más sagrado de la persona, para que Él se quede. Este es el regalo de Dios a toda la humanidad, porque Él, en el Hijo, se manifiesta a todos y no es patrimonio de unos cuantos.
Este día es agradecido, porque en los rostros de tantos miles y miles de niños, en sus nervios, en la sonrisa matutina, en la alegría de la cabalgata, en el polvorón en la ventana para cuando lleguen y entren en casa, en el regalo por pequeño que sea y aunque sea de segunda mano, ¡qué mas da!, … hoy lo importante es sentirse querido y sentirse amado en el reconocimiento de quienes nos acompañan. Sin olvidar que este día agradecido es para peques, pero no menos para jóvenes y adultos.
Vivimos otra época, … recuerdo con nostalgia aquellos días de reyes en los que nos regalaron la bicicleta, pero como mi hermano me lleva seis años, no la recuperé hasta la adolescencia; lo mismo pasó con el famoso “Exín Castillo” que cuando aprendí a realizarlo llevara varios lustros puesto de adorno en lo alto de la tele; … los regalos eran para él y yo los admiraba, … jejeje … algún día serían para mí. Aunque el mejor de todos fue la bicicleta pequeña blanca que le trajeron a mi primo, que por el hecho de vivir en Badajoz y dejarla en el pueblo para los fines de semana, era patrimonio de todos los primos, y nos turnábamos para dar vueltas en la calle, y recibir las heridas en las rodillas y codos de los primeros porrazos, … un poco de agua oxigenada, mercromina a saco, … y otra vuelta ¡que me toca!. No se podía perder ni el turno, ni la oportunidad, y ¡ sin miedo que es de cobardes!. Peor lo pasaban los vecinos cuando en la calle a alguien le traían un balón, … y temor si este era de cuero, sobre todo, los que vivían en la plaza o en el parque. Cualquier excusa era buena para dar unos toques o echar el partidillo con aquellas porterías que eran dos piedras gordas y guardadas para mañana que toca de nuevo.
Hoy es diferente, … han evolucionado los regalos, las formas, los estilos, … ha evolucionado la misma vida, incluso el vocabulario. Me resisto a entender este tiempo de Navidad y este día de Reyes como el “de una magia especial”, como si pasara y ya está. Para nosotros es especial porque vivimos la manifestación de Dios a todos los hombres y esto es muy especial, y grande, y misterioso a la vez. Pero este Dios es débil porque es Niño y como niño quiere ser acogido y entregado a los demás. Él desea que nosotros seamos luz y le manifestemos en nuestras vidas y nos guíe la estrella de la fe, de la esperanza y del amor entregado.
Que el mejor regalo que recibamos hoy sea el que nos haga feliz, por pequeño que sea, … y que todos en este mundo, y esta es mi oración, recibamos la posibilidad de tener una vida cargada de dignidad. ¡ Qué buena noticia sería ésta para nuestra humanidad! ¡ Qué Dios Padre y nosotros la hagamos posible!