PUPITRES EN
MEDIO DE LA VIDA
Los centros escolares celebraban ayer la fiesta
de la enseñanza, conocida siempre como “el día del maestro”. Una jornada para
reconocer la preciosa labor de nuestros docentes a favor de una sociedad mejor
y cargada de posibilidades. La formación y la enseñanza nos igualan a todos.
¡Cuántos y buenos recuerdos de mi paso por la Escuela !. Tanto que agradecer
a mis maestros del pueblo: a Dª Rosa María, Dª Ángela y D. Vicente; y a un
maestro de excepción, a mi tío Alfonso, que teniendo yo escasamente tres años,
ya me enseñó a leer, a escribir y a contar. ¡Cuánto se alegraba mi tío porque
me gustara la escuela y cuánto se alegró cuando quise ir al Seminario! El
maestro es testigo privilegiado del crecimiento y madurez del alumno y de la
sociedad. Enseña, acompaña, corrige, educa, juega, disfruta, se preocupa, sufre
y se alegra, …”todo por el alumno”. Son personas de vocación solidaria y
social, ejemplos de vida y de entrega.
Pero ese “enseñar
con autoridad” consiste en darlo todo. Enseña la fe con su palabra y la
ratifica con la vida. Transmite y enseña desde dentro, no se queda en lo
exterior, no repitiendo fórmulas y tradiciones. ¡Es original!. Ejerce una
auténtica vocación de enseñanza y de entrega, como nuestros buenos maestros que
enseñan a tiempo y a destiempo; ¡cuántas veces ellos, al mal tiempo ponen buena
cara!.
Pero Jesús no viene a destruir, sino a sanar, a
humanizar, a librar de las ataduras. Él lo da todo. Enseña y se entrega y sus
enseñanzas son una llamada permanente a confiar en Dios porque este mensaje es
una Buena Noticia; enseña con autoridad porque lo da todo y se da en todo.

Una Iglesia que enseña, acompaña y se implica al
estilo de nuestros maestros; al estilo de Dª Rosa María, Dª Ángela, D. Vicente
o mi tío Alfonso, respondiendo a su vocación y haciendo opción por las personas
en medio de la vida.
Santa María, Virgen de la Aurora , …. Ruega por
nosotros.