¡HABÉIS OÍDO QUE SE
DIJO, PERO YO OS DIGO!
Queridos feligreses y amigos:
Tradicionalmente hoy celebraríamos la Solemnidad del
Corpus en la Iglesia de nuestra región extremeña. Ya hace muchos años que pasó
a celebrarse en domingo. Tendremos que esperar. Os deseo un feliz día y que
dediquemos un rato a la escucha y oración desde la Palabra de Dios.
En el texto del evangelio de hoy (Mt 5, 20-26) el evangelista Mateo muestra como Jesús interpreta y
explica la Ley de Dios. Se repite la frase: " Habéis oído que se dijo a
los antepasados", pero “yo os digo”. Un poco antes había
dicho: “No penséis que yo he venido a
acabar con la Ley y los Profetas. No he venido a acabar, sino a darle plenitud”
(Mt 5,17). La actitud de Jesús ante la ley es de darle pleno cumplimiento; este
siembra sus raíces en el amor y en la entrega en la Cruz. Rompe con las
interpretaciones erradas, especialmente aquellas que alejan el corazón de la
persona tanto de Dios como de los demás, y mantiene firme el objetivo que la
ley quiere alcanzar: la práctica de una entrega y de un cumplimiento mayor que es
el Amor.
“Que vuestra justicia sea mayor que la de los escribas y
fariseos”. No podemos olvidar que Mateo escribe para las
comunidades de cristianos que proceden del judaísmo. El ideal religioso de los
judíos de la época era "ser justo ante Dios"; y los fariseos y
escribas enseñaban que el creyente alcanzaba la justicia ante Dios cumpliendo y
observando todas las normas de la Ley. En la época de Jesús, eran tantas las
normas y tradiciones de la Ley, que eran muy difíciles de cumplir en su
totalidad.

Y hoy Jesús nos propone esta nueva lectura de la Ley,
para darle plenitud, con el quinto mandamiento: “¡No matarás!”. Jesús va a revelar lo que Dios quería cuando
entregó este mandamiento a Moisés. No basta evitar el asesinato y la muerte. Es
preciso arrancar de dentro de sí todo aquello que de una manera o de otra puede
llevar a la muerte o a la anulación de la persona, como el desprecio, el odio, el
deseo de venganza, la explotación y aprovecharse de los más pobres, el insulto,
…

Este evangelista ilumina esta situación de las primeras
comunidades con las palabras de Jesús en aquel sermón de la montaña sobre la
reconciliación; y pide acogida y comprensión. La reconciliación siempre es
necesaria en nuestra realidad tanto social como eclesial. Hay que buscarla y
sembrarla y mientas antes mejor, no sea que lleguemos demasiado tarde.

Pidamos que sea este buen apóstol quien anime y fortalezca la misión del evangelio en nuestros días; y que cada uno de nosotros
seamos sembradores de una verdadera y auténtica reconciliación entre los
hombres buscando el bien común y construyendo una paz duradera.
¡Amigos, feliz día! recibid mis bendiciones y un virtual
gran abrazo.