jueves, 20 de octubre de 2011

UNA RESPUESTA INTELIGENTE

Es evidente que ante muchas preguntas que son idénticas existen respuestas muy diferentes. La clave de la interpretación podría estar en la “intención” con la que se realiza o en las “segundas intenciones que guarda”. Y muchas veces no se sabe bien que responder por aquello de “ no meter la pata” más de la cuenta, o ser públicamente correcto.

Jesús no está quitado de este tipo de preguntas y más cuando se le quiere comprometer en público para poder acusarlo y así, sea cual sea la respuesta, no se escapa. Pero a la pegunta la antecede la arrogancia de la introducción por aquellos que la realizan: “ sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, …”. Con sutileza se está cebando el terreno con buenas palabras y alabanzas, para a renglón seguido lanzar “el anzuelo con la mordaza”: “ ¿ Es lícito pagar impuesto al Cesar o no?”.

Y según la respuesta que Jesús ofrezca ya es motivo de escándalo o de condena. Si dice que hay que pagar el impuesto al César, pone al pueblo judío en su contra, y se hermana  con los romanos, enemigos del mismo pueblo; si responde que no hay que dar los impuestos a los romanos, le perseguirán por revolucionario y, en las fechas cercanas a la pascua cuando muchos romanos subían a Jerusalén para mantener el orden, él sería arrestado y condenado por romper el mismo orden constituido. Es decir, que la pregunta de los fariseos era hipócrita y mala de verdad.

Pero, mas que doblegarse ante la pregunta o el miedo, como nos pasaría a la mayoría de nosotros, él sabe que cualquier acontecimiento es bueno para sacar la verdad de fondo y anunciar y vivir el Reino de Dios. Jesús se crece ante las adversidades y pide una moneda para preguntar por la inscripción: Tiberio César, Hijo augusto del Divino Augusto, Pontífice Máximo. Con su gesto, Jesús ha situado la pregunta en un contexto inesperado, y la misma respuesta también lo es: “ Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

En muchas ocasiones se acude a esta afirmación para intentar salir airosos de situaciones parecidas cuando existe el conflicto entre lo temporal y lo transcendente o lo humano y lo divino, y cuando no sabemos bien que respuesta dar.

La respuesta del Señor –“dar al César…”- es modelo de aprendizaje para situaciones parecidas. Podemos descubrir de ella algunas enseñanzas para nuestra vida cristiana:
1.     Pedir a Dios Padre el regalo del discernimiento para saber responder, desde el evangelio, a las situaciones de nuestras vidas que creen algún tipo de conflictos.
2.     Adquirir conciencia de la responsabilidad y compromiso que, como discípulos del Señor, tenemos en las tareas y servicios públicos. Estamos llamados a cooperar en beneficio del bien común en diferentes esferas políticas y sociales: cambios de estructuras injustas, promoción humana, opción por la justicia y derechos humanos y tantas formas de participación ciudadana para conseguir un mundo mejor. Siempre actuando desde la honradez y honestidad, en beneficio del interés común.
3.     Impulsar nuestra fidelidad a la adhesión del Señor “a Dios lo que es de Dios”. Todos nuestros ideales, objetivos, proyectos deben estar iluminados por la presencia y la luz de Cristo. Los criterios del Señor, expuestos en el evangelio, deben iluminar y ser la base esencial de nuestra actuación en el mundo.