lunes, 21 de mayo de 2012

SOR VALLE, SOR MARIA LOURDES, ... Y LA "TATA POLO"

El mes de mayo suele ser bastante agitado en nuestras comunidades parroquiales. Son muchas las celebraciones en los templos y la preparación de las mismas lleva su tiempo si queremos que sean significativas en la vida de quienes las celebran. Siempre se intenta que tanto las primeras comuniones, las confirmaciones, los matrimonios, … y los entierros conecten con la vida y precisamente celebremos al Dios de la Vida que en esta Pascua nos invita, como siempre, a ser sembradores de esperanza.

Hace dos domingos, el trece de mayo, el horario parroquial quedó completamente saturado por las celebraciones normales de este día, además de un entierro y terminar con la sencilla procesión de la Virgen de Fátima. Pero la mañana comenzó con una experiencia imborrable en mi mida.

Desde que llegué a la Parroquia me encomendaron la atención del Convento de las Hermanas Concepcionistas. No hace mucho escribí que ellas eran un auténtico regalo de Dios para la Iglesia. ¡ Y qué regalo ! El día trece de mayo, dos hermanas, Sor Valle del Carmen Fernández Guerrero, cordobesa de pura cepa, y Sor María Lourdes Fructuoso Cansado, extremeña de la Morera, celebraban sus bodas de oro de vida consagrada en este Monasterio Villanovense de la Inmaculada Concepción, concretamente hicieron profesión religiosa un trece de mayo de 1962.

De sus labios y experiencia de Vida brotaron palabras de agradecimiento al Padre por la vocación recibida a la que se han entregado para vivirla con el gozo del Espíritu. Nos decían que “ la dedicación a la oración y al servicio de la Comunidad en los oficios que se le han encomendado, han sido los dos “pilares” para ir caminando con seguridad iluminadas por la Virgen Inmaculada que siempre va delante como primicia de la gloria futura”.

Nos enseñan que, en un mundo donde se premia lo que da prestigio, … lo que mueve los mercados, … lo que da nombre, …. lo más importante es vivir la honradez en la fidelidad diaria a lo que uno se compromete, confiando plenamente en el Padre y en la atención a la vida de su comunidad, desde el silencio, el trabajo, la gratuidad y la vida comunitaria como la máxima expresión de la vida familiar. Y ahí van, cincuenta años de entrega al Reino de Dios, …. que se dice pronto.

Pero las vísperas de este domingo nos preparaba para vivir con autenticidad la fiesta de la Ascensión del Señor, … fiesta de gozo y de misión, porque no podemos olvidar que el que asciende es el mismo que descendió, tomó la condición de siervo y pasó por uno de tantos. El acontecimiento del sábado por la tarde fue la despedida cristiana en nuestra comunidad de la “Tata Polo” como cariñosamente se la conocía en su familia. Esta pequeñita mujer de 94 años, natural de Feria, fue la servidora fiel de la familia de Antonio y Tina, y ha sido la servida cariñosamente por la misma familia en el tramo final de la vida. Cuánto cariño desprendía en sus palabras y en la humildad con la que hablaba, pero cuanto cariño y dedicación han puesto los hijos de este matrimonio en la vida de ella.

Llegó a este hogar para servir en una familia numerosa hace más de cincuenta años y aquí encontró su verdadero hogar familiar para siempre. Descendió a las tareas domésticas con entrega, …. descendió al amor en ellos desde una profunda vida cristiana, … descendió a la gratuidad porque su tiempo era total para la familia adoptiva con la que compartía mesa, trabajo, alegrías y tristezas …. descendió para estar con ellos como una más entre todos, sin alardes, sin categorías, … pero ha experimentado el ascenso del amor porque la que mucho dio en esta vida, mucho ha recibido del mismo hogar en esta vida. Cuando llegó la jubilación la Tata se quedó con ellos para siempre y ha experimentado el amor servicial, gratuito, cariñoso, cercano, compasivo, tierno, … de los que la han querido como a una más de la casa, … la más pequeñita, la más cariñosa, … la más mimada.

Qué buena lectura de la Ascensión, … rebajarse en todo por amor, … y andar el camino para ascender como Jesús en medio de esta vida, en la que siempre hay vidas auténticas, desde el silencio contemplativo de un Convento, como en el hogar cercano de la familia de Tata, llena de valores y de gestos con los demás.

Y yo le doy las gracias al Padre por ser testigo de esta Vida que Él me regala en este lugar y en este espacio; por ser acompañado y acompañar a nuestras queridas hermanas, y a la familia de Tina en la que siempre tengo las puertas abiertas, como en otras muchas familias de esta comunidad parroquial.