sábado, 21 de julio de 2012

TRANQUILOS PARA LEER Y ESCUCHAR LOS SIGNOS DE LA VIDA

El evangelio de Marcos nos narra hoy una experiencia humana muy necesaria como es la posibilidad de buscar un espacio para leer y releer la vida. Y todo en una realidad tranquila, sosegada, … sin tensiones y sin prisas, … Hoy Marcos nos describe esta situación con todo detalle. Jesús acoge a los que ha enviado de dos en dos a predicar y anunciar el inicio de la llegada del Reino de Dios y ahora necesita un lugar tranquilo y apartado para escucharles y compartir con calma la experiencia de los suyos.

Ellos llegarán cargados con todo tipo de experiencias, tanto buenas como no tan buenas; posiblemente han llegado cansados y por eso necesitan ese espacio tranquilo para poder descansar.  Necesitan compartir lo que han vivido y enriquecerse con las experiencias de los demás para continuar la vida con esa alegría que brota del reencuentro con sus compañeros y con el mismo Jesús. Nos podemos preguntar, … ¿ solemos nosotros pararnos con tranquilidad para releer nuestra vida desde las claves del evangelio? ¿ ponemos siempre la excusa de las prisas y el activismo que no nos deja tranquilos?

Pero cuando llegan al lugar elegido, la empresa se encuentra frustrada porque muchos le han visto marcharse y se les adelantan. Pero en ningún momento aparece la actitud de rechazo o de dejar las cosas para otro momento, … a Jesús no les molestan las personas. Y más cuando observa en ellas desorientación de las normas de Israel o el abandono en el que se encuentran los habitantes del norte del país, casi todos campesinos y pescadores, … dejados de la mano de Dios por los religiosos del Sur y sometidos a fuertes cargas por la explotación romana, …. Es decir, están como ovejas sin pastor.

La enseñanza que reciben de los maestros y letrados de la ley no ofrece todo el alimento que ellos necesitan. Y Jesús, movido por la compasión, “se pone a enseñarles con paciencia y con calma”, sin prisas, … porque el reino tiene  tal carga de humanidad que cualquier situación es buena para llegar al corazón de la persona y de sus circunstancias.

En nuestra Iglesia, en nuestras comunidades parroquiales, tendremos que aprender a mirar, ver y sentir como Jesús y estar atentos a los sufrimientos, necesidades, desconciertos, anhelos, … de tantos y tantos que se encuentran a nuestro alrededor. Y mirar con la compasión del Maestro, sin prisas, sin obligaciones legales, …. Con tiempo, dedicación y gratuidad, … la indiferencia no debe acampar en nuestras comunidades, porque muchos hoy están buscando razones para creer, para acercarse al Reino, …. E incluso para comprender los acontecimientos de sus propias vidas.

Necesitamos esos lugares y espacios para hacer una lectura creyente de nuestra vida y de los acontecimientos que vivimos y viven las personas en nuestros días.