miércoles, 19 de diciembre de 2012

Y EL PEQUEÑO LUCAS NOS RECUERDA LA VIDA ENTREGADA

D. Vicente y D.Antonio Paniagua
La semana tercera de adviento comenzó en nuestra diócesis con la tristeza de la despedida cristiana de D. Vicente Cortés, sacerdote emérito del clero diocesano, en el templo parroquial de Valdetorres, lugar del que era natural. Acompañados por nuestro arzobispo diocesano entregábamos al Padre su vida, su ministerio, su buen hacer como sacerdote cercano, sencillo y con una presencia familiar ante el que nunca te sentías ni forastero, ni extraño. A D. Vicente le conocí en mi etapa pastoral de diácono en la parroquia de los Milagros de Mérida de la mano de mi gran amigo y, otro gran sacerdote, D. Joaquín de las Heras. En aquellos meses de mi diaconado, Vicente, que era párroco de la Zarza, pasaba muchos ratos con Joaquín y brotó una buena amistad entre los dos. Yo le doy gracias al Padre por haber tenido el honor de conocer y compartir muy buenos ratos con estos sacerdotes nobles, honrados y buenos de verdad: Joaquín, Gabriel, Manolo, … y los que ya partieron para la casa del Padre como Vicente, Oswaldo, Paniagua, …. Son hijos de una época concreta pero son, y han sido, sembradores de esperanza en medio de esta Iglesia y de este mundo, sometido a tantos y tantos cambios, siendo especialmente fieles a las personas y a su ministerio. ¡Qué alegría conocerlos, quererlos y seguir aprendiendo de ellos!

Y este mismo domingo, tras las celebraciones propias de la parroquia, eran los niños los que ponían una nota de alegría y de entusiasmo en mi vida. Me acerqué a ver el belén viviente que se celebraba en la barriada parroquial de los Pinos. El que se celebró cumplía veinte años de celebración ininterrumpida. Y ahí estaban ellos, pastores, vendedores, reyes magos, José y María, … por supuesto que un buey y un burro, … y el pequeño Lucas, el bebé que por un rato en la tarde se convirtió, por arte de la escena, en nuestro niño Jesús nacido. En medio del otoño brota la vida, … brota la esperanza, … brota la alegría, .. y el compromiso en hacer las cosas bien en este belén viviente, con le trabajo de los padres, del coro para esta ocasión, de los incombustibles Bros y May, … y de otra mucha gente.

En un mismo día, la cara y la cruz de la vida, … pero llama la atención la esperanza en el adviento, … la vida eterna en la vida de Vicente ( la iglesia del cielo) y la vida naciente en el pequeño Lucas y todo el trabajo e ilusión puesta en esta escena ( la iglesia de la tierra). Tan sólo hay que pararse y leer la vida en profundidad.

Ayer otro gran acontecimiento. Nos juntamos los agentes de pastoral y colaboradores de la Parroquia para compartir la mesa, la amistad, el trabajo y la alegría en estas entrañables fechas. “La mesa se llenó de comensales” desde su gratuidad, desde su bondad, desde su entrega, … qué bueno es sentirse comunidad fraterna para compartir, no sólo la tarea, sino un rato de amistad y de fraternidad. Lo vivimos bien y nos sentimos reconocidos en las caras de los demás. Y siempre nos acordamos de los que no pudieron estar por motivos familiares o laborales. Pero con seguridad que el próximo encuentro será aún más y mejor celebrado.

Y hoy otro de esos momentos que se quedan en la experiencia para siempre. La Pastoral de la Salud parroquial se acerca habitualmente al centro geriátrico Felipe Trigo de la ciudad, como a otros muchos espacios familiares. Y solemos celebrar, al menos, cuatro o cinco veces la eucaristía con los mayores de este centro. Hoy la hemos celebrado y nos venimos con la satisfacción de sentirnos queridos y añorados cuando no vamos, y con la sonrisa de esos villancicos cantados con la espontaneidad de una niñez llena de las arrugas de la vida gastada. Ellos son “los pobres y sencillos de corazón”, con sus historias personales y muchas veces con sus “historias olvidadas”, … pero son la cara de la vida entregada, del cariño dado y recibido, de la misma debilidad de Dios nacido en la pequeñez de un niño, … Ellos se merecen una navidad cargada de vida y de regalos que les haga la vida más alegre, en muchas ocasiones ante la ausencia de los suyos, … y en otras muchas ocasiones con la entrega de los cuidadores y personas que los conocen, los respetan y los acompañan en su vida. Y es que aquí, el pequeño Lucas se llevaría los besos de todos ellos, porque para cada uno sería un auténtico regalo de Dios.
 
El adviento sigue su curso, … “ lo torcido se endereza, lo escabroso se iguala, … las lanzas en podaderas, … alégrate Jerusalén y salta de gozo, ….” Que el Padre nos ayude a seguir viviendo este adviento con el rostro de Dios que se quiere hacer presente en la vida de los hombres, … en nuestra vida.