sábado, 15 de diciembre de 2012

EUGENIO NOS AYUDÓ A REZAR EN ESTE ADVIENTO

Eugenio Campanario
Hace días que vengo reflexionando poco a poco el día de Retiro y oración que nos brindó nuestro hermano y compañero Eugenio Campanario a los sacerdotes de la Vicaría. Me pareció una reflexión hecha con profundidad desde la Palabra de Dios y desde la misma vida y creo que lo mejor es ofreceros unas pinceladas de lo mucho que Eugenio nos regaló.

Comenzó con una afirmación: es necesario leer y meditar con seriedad la Palabra de Dios en este tiempo de Adviento porque la realidad de nuestro mundo y de la Iglesia hace que sea especial: se habla de la primavera árabe y de la primavera en nuestro país con movimientos como el 15-M; hay iniciativas solidarias que no paran y una búsqueda de brotes verdes por todos lados a nivel social y eclesial, … y en el fondo lo que queremos es que pase este invierno vocacional, de inquietudes, de criterios, ….

Nuestro mundo sufre, no desde la inocencia de Job, sino desde la realidad del pecado y aquí es donde viene Jesús con su buena noticia y del que esperamos cosas maravillosas, porque no podemos olvidar que nuestra comunidad cristiana nos recuerda la misión, porque vivimos en un pueblo que sufre, que tiene esclavitudes, …

Y en la Iglesia se nos ofrecen varias efemérides que nos pueden ayudar: estamos en el año de la fe; en el aniversario del Concilio con su permanente preocupación de paz mundial y justicia social; aniversario de Cáritas diocesana, del Sínodo Pacense y la figura de San Juan de Ávila, …

Pero se paró especialmente en tres miradas concretas:

Primera mirada: La esperanza:

-          frente a la desesperanza del mundo, la esperanza es el horizonte hacia el que hay que caminar; frente a todo lo peor Dios nos promete un futuro de esperanza;
-          frente a los falsos imperios se rechaza al violento y se busca la paz y la justicia.
-          Dios nos invita a no llorar porque nuestra tarea y fatiga no caerán en vano; ante el rechazo de la alegría de Dios, Él instaura un Reino de plenitud para borrar las lágrimas de los ojos y aniquilar la muerte para siempre.
-          ¿ Cómo acoger en nuestra vida esta esperanza? Desde la toma de conciencia de la misma humildad y debilidad personal, ¿ quién soy yo?.
-          La manifestación de Dios a los sencillos y humildes, y desde la fe, que suceda conforme a nuestra fe para poder llegar al compromiso; anunciar el reino y curar dolencias, sanar enfermedades.

Segunda mirada: se concentra en el pueblo de Dios, …. “ No temas”.

-          Frente a nuestro mundo, con incertidumbres y problemáticas, somos invitados a no temer.
-          Frente al dolor, el gozo y la alegría, porque es un tiempo de ver el lado positivo de la vida.
-          Se preparan caminos en el desierto, … hay tarea y misión en nuestra realidad, y siempre estará el desierto como lugar de encuentro, de regocijo, de tomar conciencia de nuestra realidad y de deseo de salir de este espacio para encontrarnos con los demás.

Tercera mirada: La Encarnación, … el Hijo del hombre. Una encarnación que viene orientada a la pasión, a dar la vida, a entregarla.

-          Esta encarnación es el antídoto del miedo. Desde Jesús somos invitados a no temer y confiar plenamente en los planes de Dios, aunque en muchos momentos pasemos por momentos de oscuridad.

Terminaba esta primera parte del Retiro con preguntas concretas para responderlas desde nuestro ministerio: ¿ Quién soy yo? ¿ Cuántos panes tenéis? ¿ Cómo será esto posible? ¿ Cómo estaré seguro de todo o de casi nada en este mundo?

Algunos compañeros
Desde nuestra realidad, con su trastabilleo y sus pasos torpes, aguardamos las promesas de Dios, que se expresan bellamente en la noche de Navidad: el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.

Toda la jornada fue de oración personal y celebramos comunitariamente el sacramento del perdón guiados por algunas palabras de las cartas de San Juan de Ávila. Rezamos juntos la hora intermedia y compartimos la mesa como hermanos.

Gracias a Eugenio fuimos capaces de vivir una mañana cargada de intensidad y de oración compartida.