Muchas
veces los gestos y las acciones más sencillas son las que tienen un valor más
grande y significativo en nuestras vidas. Y así lo pudimos comprobar y vivir en
nuestra comunidad parroquial en pasado miércoles.
A
principios de curso el Consejo Pastoral programó un día de convivencia
parroquial para celebrarla en el mes de mayo. Son muchas las personas que se
encuentran implicadas en los diferentes campos de trabajo en la Parroquia y son muy pocas
las veces que nos juntamos con toda la comunidad para estar juntos y compartir
la fe y la amistad.
Hasta
ese lugar fuimos llegando para saludar y hablar con los demás, …. Por cierto,
¡qué buen día nos hizo! Y eso que se hablaba de un poco de frío y de posibles
nubes con algo de agua. Y nos tomamos juntos un chocolate con algún dulce. La
jornada tiene que endulzarse desde la mañana.
Alrededor
de las doce y media celebramos la eucaristía en la Ermita y a los pies de la Señora de la Serena , nuestra madre, la Virgen de los Remedios. ¡Qué
bien se celebra aquí! Dimos gracias al Padre por estar juntos, … por trabajar
en una misma comunidad parroquial, … por sentirnos hijos de la Iglesia y compartir la
misma fe; … pedimos por las vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio,
sin olvidarnos de que en este el día del trabajo había que pedir por los
trabajadores y por los que están en paro; … recordamos la sencillez en los
signos, en los gestos y en las palabras del Papa Francisco, … y recordamos muy
especialmente a personas que no pudieron estar por diferentes realidades familiares.
Al
término de la Eucaristía
llegaba la hora del aperitivo, … y tomarnos juntos una cervecita, un refresco o
un vino. Un aperitivo que hizo las delicias de todos, … qué bien sienta en el
campo una barbacoa, y la gente que se reúne alrededor, … las primeras risas,
bromas, y conversaciones. Una barbacoa y un vino desatan las palabras que salen
por todos sitios, … además de algunas “delicatesses culinarias” que nos fueron
dando en este aperitivo.
Y
llegadas las dos y media, … las mesas se llenaron de gratuidad y de comensales.
Era el momento de compartir la comida que traíamos entre todos. ¡Cuántas cosas
y qué ricas! Y tienes que probar esto, … y a mí no me hagas el feo; … abre la
boca que te doy la croqueta casera, … no me desprecies un trozo de empanada, …
y una albóndiga en salsa y algún que otro huevo relleno; … y un poco de jamón y
también de queso y lomo, … y chorizo matancero o de montanera, ….
Por
Dios, … que nos vamos a poner como un “ciquitraque”, que no se lo que es pero
suena a grande y gordo. Y tortillas de patatas de las buenas, con unos buenos
vasitos de gazpacho del que nos gusta a la gente de pueblo; y una tortilla con
el logo del año de la fe, …¡ qué paciencia para hacerla y tranquilidad, además
de habilidad, para decorarla!, y dimos cuenta de ella, por lo rica que estaba y
por el significado de cuanto nos reunía, … una tortilla “sacramental” que
hablaba de compartir, de amistad, de comunidad, de fe y de esperanza, … de mesa
abierta y compartida por todos, …
Y
a la hora de los dulces, más de los mismo. Pero es que estas mujeres se piensan
que nada más hay que comer. Así que algunos se fueron de paseo por aquellos
caminos y veredas para rebajar un poco. Pero se abrieron espacios para compartir
la sobremesa entre anécdotas, bromas, chistes, … y muchas risas. Qué bien lo
pasamos, … nos marchamos dando gracias a Dios y a la Virgen por este día,
necesariamente repetido el próximo curso. Y un lema: “Al pulpo ni reñirlo!!!!”