COMPROMISO FIRME: MONSEÑOR ROLANDO
ALVAREZ LAGOS
Queridos hermanos: terminamos un año de la mano de la Virgen María y lo comenzamos llevados por ella para desear vivir este año jubilar caminando hacia Jesús y hacerlo el centro de nuestras vidas. Un año nuevo arranca hoy entre nosotros, y unos deseos que constantemente repetimos: felicidad y prosperidad para todos.
¡Qué bueno es tener estos deseos entre nosotros! Lo mejor es que sepamos valorarlos y construirlos entre todos. Lo más grande está en el corazón de cada persona. Deberíamos decir la frase de año nuevo, corazón nuevo, porque lo que sale del corazón es lo que realmente cambia a la persona. Así lo dice el salmo 50: “ Crea en mi Señor, un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.
Para mí este fin de año ha tenido una sorpresa inesperada. La presencia de Monseñor Rolando José Álvarez Lagos. Un hombre del pueblo y de Dios, os lo aseguro. Una persona llena de sencillez y que transmite bondad y paz en cada palabra y en cada gesto. De estas personas con las que basta estar cinco minutos y escucharle para darte cuenta de que estás delante de auténticos y verdaderos testigos de la fe y del evangelio. Estar con él, concelebrar la eucaristía y acompañarle caminando por la calle, - hoy llena de música y de gente joven divirtiéndose -, es creer que personas como él cambian la escala de valores en un instante; es vivir en muy poco tiempo la presencia de quien ya sabes que pide, reza y trabaja por la dignidad de las personas y especialmente de los más pobres y desahuciados de este mundo porque lo vive en sus propias carnes.
Me diréis muchos que quién es. Es un obispo de Nicaragua que, desgraciadamente, tras ser arrestado por defender la justicia social y mediando el Vaticano, vive su exilio en Roma. No puede viajar a su país, ni estar con su familia, ni con su pueblo, ni con sus hermanos sacerdotes, ni poder pisar la sede apostólica de Matagalpa como le fue confiada por el Papa Benedicto XVI en 2011.
Este hombre ha alzado la voz frente a las violaciones de derechos humanos yla persecución religiosa sufrida por la Iglesia Católica en Nicaragua, especialmente bajo el régimen de Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, que es su esposa, régimen dictatorial en toda regla. Monseñor Álvarez ha sufrido la persecución religiosa, las amenazas constantes, la prohibición de celebrar la Eucaristía en la Catedral de San Pedro, vivir arresto domiciliario, y condena de prisión por más de 26 años por negarse a abandonar su país; fue despojado de la ciudadanía nicaragüense junto a otros muchos religiosos y opositores al gobierno de Daniel Ortega por defender la justicia social y la libertad. Al final vivió una prisión prolongada, más de quinientos días, en una cárcel de máxima seguridad con aislamiento. Finalmente, el 14 de enero de 2024, tras mediaciones del Vaticano, fue liberado y exiliado a Roma junto con otros religiosos. Puede viajar por algunos países de Europa, pero tiene prohibido pisar Nicaragua y otros países del continente americano.
Es un hombre fiel a sus principios tanto religiosos como humanos en medio de tantas adversidades. Ha sufrido en sí mismo las injusticias que sufren los ciudadanos de su país. ¡Ha sido una sorpresa tenerlo aquí hoy! Cuando este primer día del año, jornada mundial de oración por la paz, recemos por ella le vamos a tener muy presente a él y a todos los que sufren persecución religiosa; también los que se ven privados de libertad por defender la dignidad y los derechos humanos; y los que sufren en sus carnes el dolor de la guerra.
También hoy, la liturgia de toda la Iglesia, centra la atención en la figura de la Virgen María, porque quiere subrayar la bondad del corazón de la Virgen, … el lugar en el que contemplaba y guardaba todas las cosas del gran misterio del Dios-con-nosotros. Ella sí que afirmó “año nuevo, corazón nuevo”. Se convierte en Madre de Dios porque se fía de Él, abriendo su corazón a un amor que la inunda, y responde con un Sí incondicional y confiado: “Dichosa tú que has creído” ( Lc 1, 45).
La fuerza del amor de Dios se sembró en el corazón de María haciéndola dócil a su plan y sintiendo una fuerza tan especial que la impulsa a salir de sí volcándose hacia los demás, sirviendo desinteresadamente a los planes de Dios en la vida de Jesucristo, y siendo “palabra encarnada” en medio de la historia de los hombres.
María es la mujer nueva, atenta a todo, atenta a su Hijo, fiel en todo y a todos. Que nos ayude en el nuevo año que comenzamos para que se cree en nosotros un auténtico corazón nuevo.