RASTREADORES
DE SIGNOS
¡ Qué entrañable y bella es la estampa de la noche
y del día de Reyes ! Es una fiesta llena de colorido, de sonrisas y de alegrías
en las caras de los más pequeños de la casa y también – por qué no – en la de
los adultos. Nos apuntamos a la enseñanza del refrán de que “a nadie le amarga un dulce”. Y
agradecidos por cualquier detalle que se nos de.
Los Reyes llegados de Oriente, con ese don de
ubicuidad hacen felices tantos rostros que sólo nos queda decir que son
bienvenidos y bien recibidos en nuestros hogares. Leía hace unos días que esta
celebración es “un sacramento” de la
gratuidad de Dios, expresión de su amor entre los hombres, reflejado en los
rostros alegres de tantas y tantas personas.
Pero tanta fiesta debe ayudarnos a centrar nuestra
vida cristiana en lo que estamos celebrando. No podemos olvidar que la Solemnidad de Epifanía
es la manifestación humana de Dios, en su hijo Jesús, a todos los hombres de la
tierra. Y decimos bien, … a toda la humanidad.
La Epifanía
de Dios no se reduce a unos cuantos o a un pueblo concreto; es para toda la
humanidad representada en los Magos llegados de Oriente. La ternura de Dios,
que se llama Jesús, quiere ser universal y estar presente en la vida de quienes, como los Reyes, le abren el cofre de
su corazón para que Él se quede. El Dios de Jesús es un Dios que se define por
un “amor incluyente”; amor por y para todos los hombres.
Me gusta mucho la imagen de los Magos. Ellos
son unos buscadores. Nunca permanecen quietos en el mismo lugar, siempre están
en movimiento y buscando signos y señales que ayudan a descifrar los destinos
de la humanidad. En un momento vieron
una señal y se pusieron en camino, hasta el lugar en el que se paró. Y allí
descubrieron al niño envuelto en pañales y acompañado por María y José. Allí
descubrieron lo que los profetas anunciaron y que animaba la esperanza del
pueblo. No lo encuentran entre ruidos, ni en el bullicio de la ciudad de
Jerusalén, ni entre las paredes del templo, … lo descubren en el silencio, en
lo más pobre, en la oscuridad. Lo descubren en su interior, … y se marchan por
otro camino diferente para anunciar lo descubierto y seguir buscando signos en
medio de la vida.
Y que los mejores regalos que le
ofrezcamos sean los más necesarios para este mundo: el respeto, la aceptación
de la diferencia en la forma de ser y de pensar, la tolerancia, la educación
humana, … y los que nos han de identificar como cristianos: la fe, la esperanza
y la caridad.
Disfrutemos este día de Epifanía. Sonriamos
que es gratis y hace mucho bien; juguemos con los más pequeños de la casa;
abracemos a los que más lo necesitan; y recemos unos por otros, celebrando
juntos la fe en la mesa de la
Eucaristía , sacramento permanente del regalo de Dios a cada
uno de nosotros, su propio Hijo, y se llama Jesús.