LA MESA DEL
TESTAMENTO Y DE LA VIDA
Queridos feligreses y amigos:

Hoy Jesús se sienta
con nosotros de una forma muy especial, aunque no es una mesa cualquiera. Es
una celebración testamentaria en la que Él se entrega definitivamente y abre de
par en par su corazón. En ella observamos que el corazón de Jesús está triste
presagiando los acontecimientos que han de suceder. Pero no por eso se aleja de
los suyos ni esconde la profundidad de su vida.
En un momento
determinado, Él se levanta a vista de todos, y realiza un gesto que se queda
marcado en la misma letra evangélica para siempre. Se cuelga una toalla de la
cintura y arrodillado ante sus discípulos comienza a lavarles y enjugar sus pies. Este siervo anónimo refleja en el gesto su vida: servir y no guardarse
nada para sí mismo. Toda forma de autoridad se vive desde el servicio,
comenzando por los últimos y necesitados. Tendremos que agradecer a Dios las
miles de muestras de servicio y dedicación que estamos comprobando en esta
realidad difícil por la que pasa nuestro mundo. Muchos servidores anónimos que
se están arrodillando ante la persona enferma para sanar, acompañar y dar
dignidad en medio del dolor. Servir y amar son sinónimos.
Y en esta misma
cena Jesús abre otro signo. Un trozo de pan y una copa de vino serán su presencia
permanente ente nosotros: “Esto es mi
cuerpo entregado , esta es mi sangre derramada, …” Aquí nos encontramos con
la Eucaristía en una mesa abierta y fraterna, sin exclusiones, para participar
del Señor, alimentarnos de Él y ser capaces de darnos y entregarnos como Jesús.
Somos invitados a partir, repartir y compartir el Pan de la Vida en nuestra
vida cotidiana dándonos a los demás.
Una Iglesia que
mira sus propias raíces en la mesa eucarística y en la toalla y la jofaina
aprende donde está su verdadero sentido. Hemos de vivir y trabajar por una
Iglesia más servicial y cercana; que enjugue los pies de los cansados y
agobiados; que alimente con la Palabra la esperanza de la humanidad; y que
acoja en los signos eucarísticos la entrega de los que constantemente se dan a
quienes los necesitan.

“Haced esto en conmemoración mía” dejó caer en los oídos de aquellos comensales. Él se ha convertido en un
don para todos nosotros. La mejor manera de hacer memoria de Jesús hoy es vivir
como Él vivió. Así sembraremos signos de vida; y nos reconoceremos como
hermanos en torno a la misma mesa y compartiendo el mismo pan.
Una petición para
este día solemne: hoy se celebra la institución del sacerdocio. Os pido que
recéis por todos los sacerdotes, especialmente por los que conocéis. Rezad para
que el Señor nos haga servidores de la Iglesia y del mundo. Que en nuestra
palabra y en nuestras actitudes y gestos, a pesar de la debilidad, seamos
fieles a la persona de Jesús y a la misión recibida de Él. Y abusando de
vuestra amistad, rezad por las vocaciones al ministerio sacerdotal; que no
falten en nuestras comunidades cristianas personas disponibles a vivir este
ministerio de vida y entrega en nuestra realidad para que a nadie falte ni
la Palabra de Dios, ni la Eucaristía, ni la cercanía de Cristo buen pastor.
Feliz día, …
preparemos bien la mesa para celebrar la vida y sentemos en ella al Hijo de
Dios que nos abre el testamento de su corazón. Os animo a
seguir profundizando en la fe y celebrándola en el espacio de nuestros hogares. Un
fuerte, fuerte, … ojalá cercano, abrazo; y mis bendiciones.