UNA PROMESA
CUMPLIDA
¡Feliz martes! Un día más para que sea un día menos. Esta
mañana me he despertado con una buena noticia que nos llega desde los EE.UU. En
la Cadena COPE Carlos Herrera entrevistaba a D. Juan Andrés, un español de
Madrid, que es Director Técnico de la Empresa de Biotecnología “Moderna
Therapeutics”, y anunciaba un primer paso importante en la consecución de una
vacuna contra este dichoso Virus. Aún en la primera fase de ensayo en humanos,
los resultados son alentadores ya que, sin inocular virus atenuados en el cuerpo, sino moléculas con código genético, producen anticuerpos que, neutralizando el
virus, crean inmunidad en la persona. Esta es una gran noticia que abre este
martes del estado de alarma a la esperanza.
Así y todo, tenemos que ser muy responsables. Sigo
diciendo que es obligatorio el uso de mascarillas. ¿Qué sentido tiene llevarlas
cuando haces cola y vas a comprar el pan si después te sientas en un banco,
paseas por la calle y ocupas un asiento en una terraza de un bar con personas
que no son de tu domicilio y ni te preocupas de ponerte la mascarilla, ni
cuidar la separación entre personas? El efecto es el mismo que ir en un mismo
coche bien puestos en las filas de asientos con gente que no viven con uno y
todos sin mascarillas. ¡Debemos cuidarnos, obedecer las recomendaciones de nuestros
médicos y cuidar a los demás! ¡No seamos imprudentes!
Volvemos en la liturgia de hoy a escuchar a Jesús en la
promesa del envío del Espíritu Santo. Así lo leemos en el evangelio de San Juan
(Jn 16, 5-11). Pero se ha creado un
ambiente de tristeza en los apóstoles ante el anuncio: “Ahora me voy al que me envió (…)
por deciros esto, la tristeza os ha llenado el corazón”. Jesús les
anuncia su partida generando la tristeza en sus seguidores. Ellos van a
percibir en sus palabras una despedida que los llena de contrariedad. Las
despedidas en nuestras vidas de los seres queridos, ya sea por una situación de
tiempo prolongado o por el acontecimiento de la muerte, abren heridas por la ausencia,
por la misma separación en sí, por dejarte sin seguridades, y llega la tristeza
que lo engloba todo. Percibimos la ausencia de los seres queridos en los
objetos y espacios que constantemente nos hablan de lo que era su presencia
entre nosotros. Desgraciadamente estamos viviendo estas realidades en las
actuales circunstancias.
“Vendrá a vosotros el Espíritu Defensor que yo os enviaré”. Jesús no nos deja solos; nos
promete el envío del Espíritu Santo, Espíritu Defensor. Nuestra vida cristiana
tiene que profundizar en la experiencia del Espíritu porque nos ofrece una vida
en plenitud siendo nuestra ayuda en el caminar cotidiano. Nos capacita para ser seguidores de Jesús,
dándonos fortaleza y esperanza en nuestro seguimiento al Señor. Es
discernimiento ante la mentira y el engaño que nos rodea ayudándonos a
responder desde la verdad y la entrega. Acompaña y culmina en cada uno de
nosotros un proceso de conversión que nos acerca más a Dios y especialmente a
recibir agradecidos los dones de su amor entregado.

Desde el Espíritu nuestra vida se transforma en una vida
nueva en Cristo y orientamos toda la vida a la entrega de uno mismo para dar a
Dios todo lo que Él ya sembró en nosotros, especialmente su amor.
Tenemos un día muy soleado, con mucha luz; en la medida
de nuestras posibilidades disfrutemos de este regalo. Un más que merecido
abrazo cuando se pueda y os doy mi bendición con todo el corazón.