lunes, 18 de mayo de 2020


OS  ENVIARÉ  EL  ESPÍRITU  DEFENSOR

Queridos feligreses y amigos:
Muy buenos días en este lunes que abre otra semana. Ayer tuvimos la oportunidad de celebrar y vivir la Eucaristía dominical en el templo parroquial y en la capilla de nuestras hermanas concepcionistas. Muchos no habéis querido participar por cierto miedo o temor a salir de casa y seguir viviendo el domingo en los hogares. Me parece muy bien. Poco a poco iremos acercándonos a la normalidad, pero es bueno saber que los templos están preparados para recibir a los fieles con las normas que nos han pedido, y así son bastante seguros. Me dio muchísima alegría volver a veros. ¡Ánimo y por supuesto responsabilidad!

Así es la vida. En muchas ocasiones damos pasos hacia delante y en otras pasos hacia atrás. Parece que vamos a toda marcha y sin frenos, y de golpe una parada brusca ante la que todo se detiene. Hemos deseado que los templos se abrieran y poder estar juntos y ahora, llegado ese momento, es normal que existan recelos, temores, miedos a un repunte de la enfermedad y desandar todo lo conseguido. Creo que quien piense así tiene más razón que un santo.

Entran las dudas y los interrogantes: ¿lo estaré haciendo bien; me cuido lo necesario para cuidar a los que están a mi lado; estoy más tiempo en casa y menos en la calle; deberé acercarme a la casa de mi vecino o de algún familiar; iré a la misa en la Parroquia o la sigo por la televisión? ¡Lógico y normal pensar así! Las posibles dudas que tengamos nos hacen ir hacia delante con pasos pequeños, pero firmes. Miedo nos tienen que dar los que no tienen dudas y, hagan lo que hagan, piensan y dicen que lo están haciendo muy bien. Estas afirmaciones van cargadas de mucho peligro al mismo tiempo que de grandes dosis de ignorancia.

En la liturgia de este lunes del tiempo pascual nos encontramos con un evangelio que es continuidad del domingo. En este texto (Jn 15,26 - 16,4) nos recuerda el evangelista San Juan que es precisamente el Espíritu Santo el que nos da fuerzas y nos enseña para ir más allá de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestros desconocimientos y nos guía para poder situarnos frente a las situaciones que vivimos. Así podemos responder con un buen discernimiento. En estas respuestas tenemos que tener en cuenta que quien responde a la fe con responsabilidad personal, y con la aceptación de que Dios vive en nuestro corazón, está respondiendo muy bien desde las opciones de la vida cristiana.

El Espíritu Defensor enviado por Jesús a nuestra vida nos orienta en las respuestas que damos para vivir la fidelidad al evangelio porque esta Palabra viva siempre es nueva, siempre es actual y abierta a la esperanza. Es una Buena Noticia que tiene que resonar y hacer cambiar, tantas veces, nuestros valores y actitudes en la vida creyente.

Este Espíritu Santo nos quiere renovados, con alegrías compartidas, disfrutando de los dones del amor de Dios que recibimos por el don su gracia; esta Pascua de la Resurrección nos lleva a ir ya saboreando la entrega, la efusión del Espíritu en nuestras vidas. Él será nuestra fuerza y siempre estará junto a nosotros; es nuestro Defensor, nuestro Paráclito. En la vida de fe responderemos a su acción en nosotros desde una auténtica y profunda espiritualidad que experimenta el amor y la presencia de Dios desde la oración constante, profundizando en su Palabra y compartiendo el don de su amor.

Cuando demos algún paso hacia atrás por nuestra debilidad, por descuido, estará siempre presente para que nos demos cuenta de los momentos de cobardía, egoísmo, comodidad, pasividad, falta de fe, … y hagamos un discernimiento para ver por donde va nuestra vida cristiana.

Hagamos hoy un acto de fe en el Espíritu Santo; aceptemos que está a nuestro lado en el camino de la vida y en el trabajo por el bien personal y de la humanidad; y que este mismo Espíritu mantiene viva en nosotros la enseñanza de Jesús, para interiorizarla y llevarla a la vida cotidiana. Ser seguidores del Resucitado es ser testigos, en el Espíritu, de su Vida junto a la nuestra para compartirla con nuestros hermanos y obrar según Él.

¡Feliz día! Os sigo enviando mis abrazos por aquí y mis bendiciones.