lunes, 14 de noviembre de 2011

EL SEMINARIO MAYOR ... ENTRE NOSOTROS

La tarde del sábado pasado tuvo un sabor muy especial, junto a las ocupaciones normales que tiene nuestra parroquia en un fin de semana. Al medio día recibían el sacramento del matrimonio Ana y Antonio, acompañados en la celebración por nuestro sacerdote diocesano y amigo personal D. Ricardo Cabezas.

A la hora de la comida me desplazaba hasta mi querido y añorado pueblo de Magacela para encontrarme con el Seminario Mayor al completo y con Paco, el nuevo y joven rector, y Gabriel, el director espiritual. El motivo de la visita era pasar un sábado por esta zona y conocer Magacela, pueblo natal de Gabriel y así cumplir el deseo de enseñarles toda la riqueza cultural y patrimonial que encierra esta población.

Por la mañana visitaron la zona de los pantanos, especialmente el de la Serena. Es decir, hicieron kilómetros en coche como si se hubieran desplazado a Madrid, pero las vistas desde el castillo de Puebla de Alcocer ya merecieron la pena. Y por la tarde tocaba visitar Magacela. Fuimos recibidos por Luis, sobrino de Gabriel, quien nos ofreció su casa para comer y que ellos descansaran; y antes de entrar de lleno en el pueblo, la visita obligada a Nuestra Señora de los Remedios en su ermita. Ella, la Madre, recibió nuestra oración comunitaria, y poner en su presencia el deseo de que las vocaciones sacerdotales en nuestra diócesis se vean fortalecidas por lo necesaria que son, y por la importancia de que el Reino siga abriéndose paso entre nosotros.

Después tomamos café y unos buenos dulces hechos para este momento, con la familia Cruz al completo en casa de María del Rosario, que tiene un comedor tan grande que nos acoge a todos, aunque lo mejor es la amabilidad de ella y de su familia para encontrarnos como en nuestra propia casa. No lo digo por quedar bien, porque desde hace más de quince años, lo he vivido y disfrutado.

Y la tarde de cultura y patrimonio. La visita a la fortaleza de Magacela para llenarnos de la importancia de este enclave en su época desde la misma Reconquista al establecimiento de la Orden de Alcántara. Gabriel parecía San Pablo en el areópago con alguna de sus explicaciones. Reconozco que le hicimos más caso a Él que la que le hicieron al apóstol. Destacamos las obras de recuperación que en el último año se han llevado a cabo y lo importante que está siendo la rehabilitación de ciertos paños de la muralla que a buen seguro darán sus frutos. Y disfrutamos de una de las puestas de sol más bonitas que se pueden apreciar en esta zona de la Serena extremeña.

Bajamos de la fortaleza por la parte más antigua del pueblo que está sufriendo algunas recuperaciones de viviendas que son de interés con portadas de un valor incalculable. Y la parada obligada, Gabriel nos indicaba cariñosamente la casa que le vio nacer. Esta parte de Magacela, con las subidas y bajadas, tiene un sabor muy especial. Y casi sin darnos cuenta, había que volver a los coches para llegar a Villanueva de la Serena porque aguardaban las hermanas concepcionistas franciscanas.

Con ellas, en comunidad, se celebró la eucaristía y rezaron las vísperas. Destacar que para la comunidad religiosa esta oportunidad se vive con gozo y alegría porque así se sienten más hijas de esta iglesia local de Mérida-Badajoz; y para los seminaristas es una oportunidad para comprender la consagración como una respuesta agradecida al amor de Dios en nuestra historia. Ellos ya tienen quienes rezarán todos los días, pero desde sus caras, sus nombres y sus historias personales.

Y despedían la jornada visitando el templo de Nuestra Señora de la Asunción, y tomando un “tente en pié” para emprender el camino de vuelta al querido Seminario, porque la vida sigue.

Reconozco que produce alegría encontrarse con los seminaristas y con los compañeros de la zona que pudimos acompañarlos como Luis Ramírez, Juanfran o un servidor. Una tarde llena de risas, de conocernos más y mejor, de sentirnos hijos de esta Iglesia Diocesana que quiere de verdad su Seminario y aprecia de corazón a los que en él se forman o acompañan.

Por eso hay que dar gracias a Dios Padre por Paco Lozano, rector joven pero ilusionado en la tarea encomendada; por Gabriel Cruz, sacerdote con experiencia en “mil batallas” de acompañamiento al clero y con una gran experiencia interior; por Josemari y su pronta ordenación de diácono el día de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción; por Tony, tan irlandés como extremeño y con la sonrisa siempre en su cara; por Jesús, que no paraba de andar en la fortaleza de un lado para otro y la sencillez que desprende; por Beni que es tremendo y pone la chispa de “travesura” que es necesaria en cualquier familia; y por Domingo, del que aún recordaba la pregunta que me hizo en Bancarrota hace seis años y cómo Dios lo ha ido haciendo para responderle en el ministerio.

Necesitamos estas experiencias entre los sacerdotes y la del sábado fue de lujo, porque nos motiva para trabajar aún más por la vocación al sacerdocio y sentir “la Casa de san Atón” como el espacio más mimado de nuestra diócesis. Y os dejo algunas otras fotografías de esta jornada.