sábado, 7 de julio de 2012

EL COLOR DE LO COTIDIANO

Jesús vuelve a Nazaret, … el lugar en el que había crecido y se había criado; entre los suyos, entre sus paisanos y familiares, …. Hemos leído en los evangelios que Galilea era la tierra de los gentiles, … de los paganos y que de Galilea no podía salir nada bueno, … y este era el desprecio hacían los de los de Judea. Pero Jesús amaba aquella tierra, de espacios de un verde que engendraba vida, con sus gentes sencillas, endurecidas por el trabajo diario de pescadores, campesinos, agricultores… a los que Jesús se dirige por tener un corazón sincero, … aunque para los religiosos de la época, bastante desorientado de las verdades y prácticas religiosas.

Pero el Reino de Dios, su anuncio, sus primeros pasos van a comenzar en esta tierra del norte, … y no en Jerusalén, aunque , sólo después del fracaso de Galilea, que nos presenta el evangelio de san Marcos, se muestra públicamente en Jerusalén, poniendo en juego su misión mesiánica. Pero en la orilla del Lago llamó a los primeros colaboradores en su misión; … en este ligar se encuentra con Pedro y cura a la mujer que sufría hemorragias con solo tocarle el borde su manto, y se encuentra con Jairo al que hace el favor de curar a su hija, … ¿ Qué ocurrió después?

¿ Qué sorpresa generan sus palabras en sus paisanos? … sencillamente que se ha cumplido el tiempo y que el Reino ha hecho su entrada en la historia de los hombres. Las gentes de su tierra rechazan a Jesús porque lo han visto siempre. Lo conocen bien y conocen a toda su familia. Desconfían de él. No pueden aceptar que un profeta haya salido de su mismo entorno. Lo ordinario no les parece relevante. La salvación no puede revestirse con los colores de lo cotidiano. Deseaban un mensajero extraordinario y un Dios asombroso por lo grande, … entendamos que este pueblo del norte veía con reticencias a la clase religiosa del sur, y no querían acostumbrarse a la dominación que vivían, … se levantaban contra los opresores con facilidad y querían un reino nuevo, lleno de fuerza, de implantación de otro poder que no fuera el romano, … y un Dios que impartiera justicia.

Así se entienden las palabras de Jesús: «No desprecian a un profeta mas que en su tierra, entre sus parientes y en su casa», y se asombró de su falta de fe.

En este momento en el que vivimos también resulta asombroso el aumento de la increencia, y aún más en nuestras realidades inmediatas donde Dios formaba parte de la vida de las personas, y nos hemos acostumbrado a un “tiempo sin Dios” en el que la sociedad actual no conduce ya a la fe cristiana.

Pero no olvidemos que Jesús fue a su tierra porque quería encontrarse con la gente y anunciarles el mensaje central del Reino. La respuesta pertenece a la libertad insobornable de las personas. Jesús sale de si mismo porque el Reino no puede esperar y hay que salir a la búsqueda de aquellos a los que se les presenta el mensaje.

Y aunque hoy se hable de cansancio de la fe, o de una fe creada a la carta para momentos puntuales, ésta tiene que incidir en el centro de la misma vida y salir al encuentro del otro. Pero aprendamos que esta fe se hará testimonio, se vestirá de celebración gozosa, buscará la comunión y la participación, creará caminos de originalidad, …. en lo COTIDIANO de la misma Vida, … en lo que tiene el VALOR  de lo sencillo, de lo diario, … en el corazón de nuestras comunidades parroquiales y el todos los senderos de la misma vida. Prestemos atención y jamás desconfiemos de este Reino que brota donde hay humanidad y acogida, saludo, sonrisa y acompañamiento, … este es el Reino de Jesús, … ¡ acógelo y compártelo!