La celebración de la Eucaristía de ayer por la tarde tuvo un sabor muy especial en nuestra comunidad parroquial. Nos alegramos de verdad al ver a tantas familias, con sus pequeños bautizados a lo largo del año, en la celebración de la fiesta de la Presentación del Señor en el templo de Jerusalén, más conocida como la fiesta de las Candelas.
Acompañados fiel y servicialmente por la Hermandad de Nuestra Señora de la Aurora , con la imagen preparada para esta celebración, bendecíamos las candelas, representadas en las velas encendidas en las manos de las madres, e iniciábamos una pequeña procesión litúrgica dentro del templo al comienzo de la Eucaristía. María , nuestra Señora de la Aurora , porta a Jesús en sus brazos, “luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.
Qué significativo es celebrar acompañados por tantos pequeños, con sus llantos en medio de la celebración, con sus chillos y llamadas de atención a sus padres, … o incluso alguno que ya iniciaba sus primeros pasos y no paró moviéndose de un lado para otro. Es agradable ver la cara de satisfacción de sus padres y especialmente de sus abuelos. Les animábamos a ser grandes padres, con una profunda carga de humanidad y de responsabilidad en la educación de sus hijos, y que ejercieran un acompañamiento cercano desde la fe para educar cristianamente a sus pequeños; y que contaran con la comunidad parroquial para esta tarea, que estaríamos dispuestos y disponibles para ayudarlos.
También oramos por la vida consagrada en esta celebración, ya que el recordado Papa Juan Pablo II instituyó este día como día de oración por la Vida religiosa Consagrada; y contamos en nuestra celebración con las Hijas de San José, quienes realizaron las lecturas de la celebración, y las ofrendas en la Eucaristía. En la misma celebración también recordamos a nuestras Hermanas Concepcionistas, que desde la clausura de su monasterio, se unían en la oración de la tarde con todos nosotros.
Para terminar, otro momento significativo, ya que Borja y Begoña, con el pequeño Lucas en sus brazos, realizaban la oración de presentación de todos los niños a Dios Padre, como lo haría María, Nuestra Señora de la Aurora. Un rato de oración comunitaria en labios de este joven matrimonio, y al que compañábamos todos rezando la oración del amor en el corazón de las familias.
Y terminábamos la celebración con caras de alegría, de haber vivido una celebración cargada de signos, de sencillez, de encuentro con Dios Padre desde el ser de las familias y de padres cristianos. Y con la ternura de estos “peques” que seguramente nos indican a todos la importancia de la vida, nacida y agradecida, y que nos invita ser sembradores de la misma, y luz de la fe en nuestra realidad.
Reconozco que, para mí, fue una celebración importante. Me alegra muchísimo ver a estos padres llenos de esperanza en el nacimiento de sus hijos y poder agradecer junto a ellos a Dios Padre el don y el regalo de la vida por su amor compartido y engendrado. Y terminé la celebración con el pequeño Pedro en mis brazos cantando el himno a la Virgen de la Aurora y dando la bedición final a la comunidad. Y con unas palabras: si el día de mañana, Pedrito llega a ser sacerdote, siempre recordará quién fué el primero que lo subió al altar de la Ausunción. ¡ Qué bien si se cumpliera este deseo, ... en Pedro o en cualquiera de estos niños!.
Ah! De las muchas fotos que se hicieron, si algún padre las quiere, por favor que nos las pida, ... se las ofrecemos con gratitud y mucho cariño.