domingo, 21 de enero de 2018

LLAMADOS A ESTAR Y CAMINAR CON ÉL

Ayer celebrábamos por la tarde en nuestra Comunidad Parroquial que una treintena de jóvenes recibieran el sacramento de la Confirmación. Esta celebración siempre está llena de vida, juventud, alegría, en un ambiente de silencio y de participación de toda la comunidad, especialmente representada en estos chavales y en sus familias y catequistas. Nos damos cuenta lo importante que es la transmisión de la fe y saber que el Espíritu Santo se derrama abundantemente en la vida de todos los que creemos y confiamos en Él.

Lo hemos vuelto a vivir: jóvenes con ilusiones en sus estudios; con toda la vida por delante aprendiendo que lo importante cuesta pero que merece la pena; deportistas formando equipos en competiciones de balonmano, fútbol, tenis, …; acompañados con mucha cercanía y sencillez por sus catequistas; muy educados y con esa chispa de gracia cuando hablan con los que, para ellos, ya somos mayores; viviendo en sus familias y recibiendo lo mejor de sus padres, aunque ellos busquen y quieran esa cierta autonomía propia de la edad. Hemos pedido al Espíritu Santo que los sostenga y acompañe siempre en sus vidas y que se dejen sorprender por la abundancia de dones que este Espíritu derrama en nuestras vidas cuando se lo pedimos con fe; o ponemos en su presencia a tanta gente que necesita el impulso creador y regenerador de este Espíritu de Cristo resucitado. Así lo hemos celebrado y disfrutado en nuestra Parroquia.

Jesús nos invita a mirar hacia delante. Desea que el Reino de Dios sea lo que motive nuestra vida cristiana y la realidad de la Iglesia. Es sorprendente este Jesús que inicia su ministerio con las mismas palabras que Juan el Bautista: “Convertíos y creed en el evangelio”. Una llamada a mirar hacia delante, a no estar parados, a vivir la ilusión de lo nuevo que está por llegar, y a creer que Jesús es nuestra buena noticia.

Sorprende la invitación de Jesús a los que llama en medio de la vida. Ellos eran pescadores, con los problemas propios de una vida difícil y un trabajo duro. No busca a los eruditos que estaban en torno al templo de Jerusalén, ni a los que tenían grandes posesiones. Jesús llama e invita. No impone, ni coacciona la libertad de nadie. Y ellos, nos dice el evangelio, dejándolo todo, se marcharon con él. Fueron llamados por sus nombres y en medio de sus faenas cotidianas. Se fiaron de aquella llamada y de aquel hombre que apareció en medio de sus vidas.

Pedro, Andrés, Santiago, Juan, …. tú o yo. Llamados en medio de la vida a estar con él y a seguirle. Tendremos profundidad en nuestra vida cristiana cuando Él esté en nuestro corazón, en nuestras decisiones, en nuestros proyectos, en las celebraciones y en la oración. “Estar con Él o marcharse con Él” en un seguimiento de conocimiento, de aceptación de su persona y de su Palabra; un seguimiento para vivir esperanzados en medio de nuestras realidades; un seguimiento que saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos y nos lleva a la confianza porque “con un amigo como Él nada se debe temer”.

A este seguimiento somos todos invitados en nuestra comunidad cristiana. Ayer eran estos jóvenes los que respondían con su amén a aceptar y recibir el don del Espíritu. Y ahora hay que seguir acompañándoles, si así lo quieren, para responder a la invitación de Jesús a vivir con Él y desde Él.

Nos gustaría que respondieran cada día con más firmeza al don de la fe en medio de sus estudios, familia, deportes, amigos. Que sean jóvenes “de altura” con proyectos en sus vidas para alumbrar una humanidad con más posibilidades, dando lo mejor de ellos mismos. A la vez son una invitación a nuestra Iglesia para saber acompañarlos y contar con ellos. Por eso necesitamos confiar mucho más en el que nos llama a irnos con Él, a llenarnos de Él para saber estar cerca de los jóvenes y mostrarles un estilo de vida cristiana. Si cuando celebramos juntos en la Parroquia ellos son una alegría verdadera, cuando contamos con ellos y con sus preferencias ellos saben transmitirnos esa alegría a nuestras vidas.


Creemos en un Jesús joven que llama al seguimiento, en una Iglesia que desea ser joven para responderle afirmativamente y marchar con Él. Muchísimas gracias, queridos jóvenes, por aceptar este itinerario de fe, recorrerlo junto a vuestros catequistas y compañeros de grupos, y decir sí al Espíritu en vuestra vida. Él siempre os acompañará.