viernes, 19 de junio de 2020


¡EN TI DESCANSA MI CORAZÓN!

Queridos feligreses y amigos:
¡Muy buenos días! Celebramos en la Iglesia la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. En estos días previos hemos celebrado la eucaristía y la novena en la Capilla de nuestras Hermanas Concepcionistas. Esta tarde, a las siete y media, en la misma capilla, celebraremos la eucaristía de esta Solemnidad. Otra celebración más que, debido a estas circunstancias tan especiales, no se celebra como en años anteriores. Nos tiene que seguir animando la fe y la esperanza, más en este día en el que celebramos el amor de Cristo por toda la humanidad simbolizado en su Corazón.

Hoy vamos a proclamar el evangelio de San Mateo (11,25-30). Jesús dedicaba mucho tiempo a la oración y así lo expresan multitud de pasajes evangélicos. Pero pasaba jornadas enteras de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, conviviendo con los más desamparados de este mundo, aliviando penas, curando enfermos y compartiendo la mesa y la vida con los pecadores y gentes marginales. De esta forma nos estaba dejando claro por donde andaban las preferencias de su corazón y la opción fundamental del Reino de Dios. En el trato con las personas encontró realidades que debían ser transformadas para vivir la novedad del evangelio: situaciones de desaliento, falta de fe, cansancio ante la realidad, opresión y pobreza, cumplimiento en ritos vacíos, … Toda esta realidad le sorprendía y le dolía al mismo tiempo. “Muchos andaban como ovejas sin pastor”.

Este evangelio de hoy se para en tres llamadas concretas:

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré”. Estas palabras vienen muy bien a nuestra vida. Tantas y tantas veces cansados y agobiados por infinidad de circunstancias. Algunos cansancios los buscamos nosotros y otros nos llegan sin estar preparados para asumirlos. La misma realidad nos sume en el desencanto ante realidades concretas, y nos vemos muy lejos de las decisiones que se toman; en otros momentos parece que alzamos la voz, o la silenciamos desde el aburrimiento de ver y escuchar siempre lo mismo.

En la fe nos ocurren cosas parecidas. Es como si nos dijeran cómo hay que creer y vivimos la pertenencia a la Comunidad como una carga pesada. Nos hablan de la fuerza del pecado y pocas veces de la alegría del perdón de Dios. Buscamos una religión casi a la carta o la vivimos como una tradición gastada. ¡Necesitamos el encuentro con Jesús! Le seguimos no por obligación, sino por la atracción hacia su persona. En Él encontramos alivio, vida, esperanza, interioridad y alegría para ser compartida con los demás.

“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga ligera”. El yugo de Jesús es el amor entregado gratuitamente a toda la humanidad. Vivió apasionadamente dándose y entregándose en cada palabra y en cada gesto. Nos propone vivir desde su amor y hacer la vida más humana, digna y sana. Nos invita a vivir haciendo el bien y sembrando signos que lo hagan creíble en medio de la sociedad: evitar miedos a la gente para que crean en Dios y se liberen de ataduras; invita a vivir el servicio desinteresado, especialmente hacia los más débiles; nos llama a la confianza en su persona y nunca a la tristeza; nos llama a compartir el amor como la forma más bella de libertad personal.

“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso”. “Vivir como él”: es la llamada a tomar en serio nuestra vida.  Jesús no es complicado; es más, si sus palabras eran entendidas por los más sencillos y marginales de su sociedad sería por algo. Nos invita a seguirlo por el mismo recorrido por el que orientó sus pasos y su vida. Compartió las alegrías, esperanzas, sufrimientos y dolores de la humanidad. Por eso, puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos; puede vestir con su misericordia nuestros errores y llamarnos a mirar siempre hacia delante.

Nos ofrece descanso; su descanso o el descanso en Él.  “Sólo en Ti descansa mi alma”. “Sólo en tu amor encuentra sentido mi vida”. Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en tantas personas necesitadas de aliento y de paz. Para ellos y para nosotros, Jesús es la gran noticia.

La piedad, la devoción, los sentimientos espirituales hacia Jesús, simbolizados en su corazón, son excelentes y necesarios. En esta Solemnidad del Corazón de Jesús nos tenemos que sentir atraídos por los últimos de este mundo; y por los que peor lo pasan en esta tierra necesitada de salud y de humanidad. Ser testigos de Él y vivir el Evangelio como la Buena Noticia del encuentro con su amor entregado. Así orientaremos nuestro caminar hacia el lugar de los cansados y agobiados de esta historia.

¡Feliz día! Espero que sirva esta reflexión y nos dejemos inundar por el amor que brota de su Corazón entregado. Mis bendiciones y cientos de saludos a raudales.