¡EN TI DESCANSA MI
CORAZÓN!
Queridos feligreses y amigos:
¡Muy buenos días! Celebramos en la Iglesia la Solemnidad
del Sagrado Corazón de Jesús. En estos días previos hemos celebrado la
eucaristía y la novena en la Capilla de nuestras Hermanas
Concepcionistas. Esta tarde, a las siete y media, en la misma capilla,
celebraremos la eucaristía de esta Solemnidad. Otra celebración más que, debido
a estas circunstancias tan especiales, no se celebra como en años anteriores.
Nos tiene que seguir animando la fe y la esperanza, más en este día en el que
celebramos el amor de Cristo por toda la humanidad simbolizado en su Corazón.
Hoy vamos a proclamar el evangelio de San Mateo (11,25-30). Jesús dedicaba mucho tiempo
a la oración y así lo expresan multitud de pasajes evangélicos. Pero pasaba
jornadas enteras de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, conviviendo con los
más desamparados de este mundo, aliviando penas, curando enfermos y
compartiendo la mesa y la vida con los pecadores y gentes marginales. De esta
forma nos estaba dejando claro por donde andaban las preferencias de su corazón
y la opción fundamental del Reino de Dios. En el trato con las personas
encontró realidades que debían ser transformadas para vivir la novedad del
evangelio: situaciones de desaliento, falta de fe, cansancio ante la realidad,
opresión y pobreza, cumplimiento en ritos vacíos, … Toda esta realidad le
sorprendía y le dolía al mismo tiempo. “Muchos
andaban como ovejas sin pastor”.
Este evangelio de hoy se para en tres llamadas concretas:
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo
os aliviaré”. Estas palabras vienen muy bien a nuestra vida. Tantas y tantas veces
cansados y agobiados por infinidad de circunstancias. Algunos cansancios los
buscamos nosotros y otros nos llegan sin estar preparados para asumirlos. La
misma realidad nos sume en el desencanto ante realidades concretas, y nos vemos
muy lejos de las decisiones que se toman; en otros momentos parece que alzamos
la voz, o la silenciamos desde el aburrimiento de ver y escuchar siempre lo
mismo.
En la fe nos ocurren cosas parecidas. Es como si nos
dijeran cómo hay que creer y vivimos la pertenencia a la Comunidad como una
carga pesada. Nos hablan de la fuerza del pecado y pocas veces de la alegría
del perdón de Dios. Buscamos una religión casi a la carta o la vivimos como una
tradición gastada. ¡Necesitamos el encuentro con Jesús! Le seguimos no por
obligación, sino por la atracción hacia su persona. En Él encontramos alivio,
vida, esperanza, interioridad y alegría para ser compartida con los demás.
“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga
ligera”. El
yugo de Jesús es el amor entregado gratuitamente a toda la humanidad. Vivió
apasionadamente dándose y entregándose en cada palabra y en cada gesto. Nos
propone vivir desde su amor y hacer la vida más humana, digna y sana. Nos
invita a vivir haciendo el bien y sembrando signos que lo hagan creíble en
medio de la sociedad: evitar miedos a la gente para que crean en Dios y se
liberen de ataduras; invita a vivir el servicio desinteresado,
especialmente hacia los más débiles; nos llama a la confianza en su persona y
nunca a la tristeza; nos llama a compartir el amor como la forma más bella de
libertad personal.
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y
encontraréis descanso”. “Vivir como él”: es la llamada a tomar en serio nuestra vida. Jesús no es complicado; es más, si sus
palabras eran entendidas por los más sencillos y marginales de su sociedad
sería por algo. Nos invita a seguirlo por el mismo recorrido por el que orientó
sus pasos y su vida. Compartió las alegrías, esperanzas, sufrimientos y dolores
de la humanidad. Por eso, puede entender nuestras dificultades y nuestros
esfuerzos; puede vestir con su misericordia nuestros errores y llamarnos a
mirar siempre hacia delante.
Nos ofrece descanso; su descanso o el descanso en Él. “Sólo en
Ti descansa mi alma”. “Sólo en tu amor encuentra sentido mi vida”. Hemos de
centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en
tantas personas necesitadas de aliento y de paz. Para ellos y para
nosotros, Jesús es la gran noticia.
La piedad, la devoción, los sentimientos espirituales
hacia Jesús, simbolizados en su corazón, son excelentes y necesarios. En esta
Solemnidad del Corazón de Jesús nos tenemos que sentir atraídos por los últimos
de este mundo; y por los que peor lo pasan en esta tierra necesitada de salud y
de humanidad. Ser testigos de Él y vivir el Evangelio como la Buena Noticia del
encuentro con su amor entregado. Así orientaremos nuestro caminar hacia el lugar de los cansados y agobiados de esta historia.
¡Feliz día! Espero que sirva esta reflexión y nos dejemos
inundar por el amor que brota de su Corazón entregado. Mis bendiciones y
cientos de saludos a raudales.