lunes, 1 de junio de 2020


¡ES MADRE DE LA IGLESIA!

Queridos feligreses y amigos:
Comenzamos otra semana; ¡hoy es san Lunes!, día importante tras vivir ayer la Solemnidad de Pentecostés; y celebrar en nuestra vida la presencia constante del Espíritu Santo. Que esta semana se llene de alegrías y de buenas noticias para todos nosotros.

Con la Solemnidad de ayer se cerró el tiempo pascual; es decir, los cincuenta días celebrados desde el domingo de resurrección. En la liturgia de la Iglesia comenzamos hoy el tiempo ordinario; se vio interrumpido en el miércoles de ceniza al iniciar juntos la Cuaresma y, desde hoy, nos llevará de la mano hasta le celebración del nuevo año litúrgico en el primer domingo de Adviento. Un tiempo muy prolongado para acercarnos diariamente a llenar nuestra fe, con la enseñanza y los signos de Jesús, para sembrar el Reino de Dios.

Pero la liturgia de hoy nos depara una grata sorpresa. Celebramos la fiesta de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. La primera vez que se celebró esta memoria fue en el año 2018, y el Papa Francisco pidió que se incluyera en el calendario litúrgico el lunes posterior a la celebración de Pentecostés. ¡Gran acierto por parte del Papa! Si ayer recordábamos el comienzo de la Iglesia como comunidad de vida y de misión, impulsada y acompañada por la presencia del Espíritu Santo, tenemos que sentarnos como comunidad orante y misionera en torno a María en el cenáculo de nuestra vida para sentirla y recibirla como Madre nuestra: “unidos a Ella, somos testigos de su amor maternal con los demás”.

La vida cristiana posee una maravillosa y profunda dimensión de cercanía con la Madre de Cristo; Ella es un regalo para cada cristiano. Hoy volvemos a leer el pasaje de los Hechos de los Apóstoles ( 1, 12-14). María se encontraba en el cenáculo, donde los apóstoles se preparaban para asumir la misión con la venida del Espíritu de la Verdad. Desde los inicios de aquel grupo, ella permaneció muy unida a todos ellos: en Caná de Galilea donde descubrieron por su intercesión el primer signo que Jesús realizó, en el pueblo de Cafarnaum, en su mensaje de la Buena Noticia torno al Lago, …

Y muy unida a este grupo en Jerusalén; especialmente en el momento de la Cruz, cuando Jesús la confía al discípulo amado. En ese momento está consagrando esa relación de cercanía, de amistad, de confianza que ya existía entre su madre y los discípulos. De toda esta historia brota una verdadera relación materno-filial; relación privilegiada y recíproca para prolongar en la historia la unión permanente de todo cristiano con la madre.

María no se encuentra entre extraños, sino entre personas con las que ha vivido; con las que ha compartido experiencias de vida y ha comprendido con ellos la misión de Jesús. Ella se encuentra en perfecta comunión de oración y de vida con aquellos primeros pasos de la Iglesia naciente tras el acontecimiento de Pentecostés.

Traemos a la memoria las palabras de San Juan Pablo II: “La espiritualidad mariana encuentra una riquísima fuente en la experiencia histórica de las personas y de las distintas comunidades cristianas, que han vivido en diferentes pueblos y naciones de la tierra”. (…) “ Nos abraza en su nueva maternidad espiritual a todos y a cada uno en la Iglesia, y mediante la Iglesia” ( Redemptoris Mater)

Tanto en el Calvario, momento cumbre de la entrega de Jesús, como en el cenáculo con el grupo de los primeros discípulos, ocasión en la que nace la Iglesia con la entrega del Espíritu Santo, María está presente de forma muy especial y significativa en la vida de todo cristiano. En su maternidad nacemos los creyentes a la vida de la Gracia. Sentimos la presencia de la Madre en cada instante; y nos dejamos ayudar y acompañar por su amor en medio de las realidades de la vida.

Tenemos que ser agradecidos con  el Padre, porque en su Hijo, nos dio a María como Madre de la
Iglesia. Ella vela y protege a la familia de los creyentes, y nos hace sentir el calor y el gozo de su presencia cuando la necesitamos. Ella nos anima al testimonio de la fe en Jesús y a vivir como personas de esperanza.

¡Feliz día! También es hoy el día internacional de la infancia. No hay nada más importante que la felicidad de los niños y su vida con todo lo necesario para crecer con dignidad. Tenemos que protegerlos, ayudarlos y acompañarlos. Os mando un fuerte abrazo por estas redes digitales y mis bendiciones, …