domingo, 14 de junio de 2020


LA FIESTA DE LA EUCARISTÍA

Queridos feligreses y amigos:
¡Feliz Fiesta de la Eucaristía!. Con gozo recordamos que Cristo se hace alimento y está realmente presente en la “fracción del pan”. ¡Este sacramento es el gran regalo del Amor! ¡Vive este día con intensidad y acércate para participar con la comunidad!

¡Casi dos meses estuvimos sin celebrar la Eucaristía en nuestra Parroquia! Todo este tiempo sin acercarnos físicamente a la celebración del “Sacramento de nuestra fe”. El Estado de Alarma Sanitario establecido por el Gobierno de nuestra nación nos confinó en nuestras casas para poder luchar y frenar la expansión del virus Covid-19 que tanto daño está causando en el mundo.

Durante mucho tiempo los números de enfermos y fallecidos asustaban. Daba vértigo poner rostro humano y perfil familiar a cada uno de ellos. Todas estas personas enfermas y fallecidas tienen sus familias, sus proyectos, inquietudes, historias personales, …¡Cuántas se han roto! Nos hemos unido, y seguimos haciéndolo, en la oración por ellos, en el recuerdo agradecido, en la cercanía y la familiaridad de esta experiencia tan dolorosa; querer estar al lado del que sufre. También hemos vivido una experiencia gozosa de agradecimiento por todos los que han hecho que nuestras vidas tengan dignidad con la ofrenda de sus servicios y trabajos, desvelos y esfuerzos, entregas y compromisos, sabiduría y buen hacer por un mundo mejor, una sociedad más fraterna y una humanidad acompañada.

Tras todo este tiempo con nuestros templos cerrados, sin celebraciones, sin sacramentos, sin vernos unos a otros y sentir la presencia física del que está a tu lado; despidiendo a nuestros seres queridos con celebraciones sencillas en el cementerio y acompañando únicamente con la mirada y el silencio a los que sufrían las pérdidas sin  un  abrazo que confortara su cansancio y contrariedad; sin niños, adolescentes y jóvenes llenando nuestras salas de catequesis; sin celebraciones en Semana Santa, ni primeras comuniones, y largo etcétera. Llegó aquel día, y ¡volvimos a encontrarnos con los templos abiertos! Con muchas restricciones, pero abiertos al fin y al cabo. Y volvimos a celebrar juntos la Eucaristía.

Nos alegró, nos emocionó volver a vernos y reconocernos; nos abrazábamos con la mirada y los gestos hablaban por sí mismos. Es verdad que durante este tiempo hemos alimentado la fe por infinidad de medios: escucha atenta y tranquila de la Palabra de Dios, oración personal y familiar; oraciones y celebraciones compartidas por las redes sociales; eucaristías seguidas por Televisión; rezo del rosario a diario y unidos en la oración con el Papa Francisco y con toda la Iglesia y demás religiones monoteístas; grupos que han compartido la Palabra de Dios y la oración desde la vida cotidiana, hasta Ejercicios Espirituales en la vida diaria desde nuestras casas; …. ¡Creatividad, participación, silencio, profundidad, aprendizaje, meditación, compromiso, escucha, …!

Esta es nuestra vida, unida a la de millones de personas creyentes pasando por las mismas circunstancias. En todo este tiempo hemos aprendido que necesitamos la Eucaristía. Un cristiano tiene que saber integrar en su vida la oración personal que sustenta una relación viva con el Dios Padre vivo y verdadero; y la Eucaristía, presencia viva de Cristo, que alimenta, fortalece y sostiene nuestra vida personal y comunitaria.

¡Hoy es la Fiesta de la Eucaristía! ¡No te quedes sin celebrarla! Acércate a recibir a Jesús y vive intensamente esta Solemnidad del Corpus. Estarás celebrando la vida; estarás en comunión con todos tus hermanos; vivirás este momento de Dios, en medio de la historia, amando y consolando nuestra realidad; recibirás fuerzas para seguir caminando hacia delante siendo una persona de vida y de esperanza.

Jesús, en aquella Cena de despedida, se quedó para siempre entre nosotros. No nos abandonó. Se hizo alimento real: “Pan vivo y verdadero; … quien coma de este Pan vivirá para siempre; y el Pan que yo daré es mi vida para la vida del mundo”.  La Eucaristía es comunión, participación, fraternidad, acogida y entrega, vida compartida y solidaridad a manos abiertas. Es Jesús mismo quien participa de toda nuestra vida; … de toda la vida, de la totalidad de nuestro ser.

Este día también será diferente. Sin  procesión por las calles con el Santísimo Sacramento acompañado especialmente de los niños que no han podido aún participar en su primera comunión y de miles de personas; calles llenas de colorido, alegría, comunidad … pero los templos están abiertos y podemos sentarnos con Jesús para recibirlo en este alimento de fe y de vida entregada, compartida y resucitada. Ven y siéntate con Él, participa de Él; siéntate en comunidad, y en comunión fraterna con los demás.

Es el día de la Caridad. La Comunidad tiene que reforzar la identidad de su ser: nos creerán en la medida que ofrezcamos una caridad real a los que pasan por momentos de dificultad. Llamados a compartir, a entregar y entregarnos a los más débiles y desprotegidos, muchos de ellos por estas circunstancias tan difíciles que estamos viviendo. Agradezcamos la labor de Cáritas, la de sus voluntarios y la de todos los que entregan sus bienes para dar dignidad de vida y de oportunidades a quienes más los necesitan. Son manos silenciosas, vidas entregadas, signos gratuitos, ofertas de un evangelio encarnado y dador de vida. Cáritas y Eucaristía son sinónimos: la entrega del amor en la vida, en la de Jesús y en la nuestra. Ante esta realidad, Cáritas diocesana y parroquial, necesita tu ayuda, tu entrega, tu aportación. Y te ofrecemos un número de cuenta bancaria por si deseas y puedes aportar algo; será como la levadura en la masa que hará que todo fermente. No olvidemos nunca que la gratuidad se multiplica. Este es el número:  BANCA PUEYO ES65 0078 0001 02 4010133432

Y nada más, … espero que este día nos enseñe a valorar cada día más la presencia de la Eucaristía en nuestra vida. Mis bendiciones, … mis saludos.