LA FIESTA DE LA
EUCARISTÍA
Queridos feligreses y amigos:
¡Feliz Fiesta de
la Eucaristía!. Con gozo recordamos que Cristo se hace alimento y está
realmente presente en la “fracción del pan”. ¡Este sacramento es el gran regalo
del Amor! ¡Vive este día con intensidad y acércate para participar con la
comunidad!
¡Casi dos meses estuvimos sin celebrar la Eucaristía en
nuestra Parroquia! Todo este tiempo sin acercarnos físicamente a la celebración
del “Sacramento de nuestra fe”. El Estado de Alarma Sanitario establecido por
el Gobierno de nuestra nación nos confinó en nuestras casas para poder luchar y
frenar la expansión del virus Covid-19 que tanto daño está causando en el
mundo.
Durante mucho tiempo los números de enfermos y fallecidos
asustaban. Daba vértigo poner rostro humano y perfil familiar a cada uno de
ellos. Todas estas personas enfermas y fallecidas tienen sus familias, sus
proyectos, inquietudes, historias personales, …¡Cuántas se han roto! Nos hemos
unido, y seguimos haciéndolo, en la oración por ellos, en el recuerdo
agradecido, en la cercanía y la familiaridad de esta experiencia tan dolorosa;
querer estar al lado del que sufre. También hemos vivido una experiencia gozosa
de agradecimiento por todos los que han hecho que nuestras vidas tengan
dignidad con la ofrenda de sus servicios y trabajos, desvelos y esfuerzos,
entregas y compromisos, sabiduría y buen hacer por un mundo mejor, una sociedad
más fraterna y una humanidad acompañada.
Tras todo este tiempo con nuestros templos cerrados, sin
celebraciones, sin sacramentos, sin vernos unos a otros y sentir la presencia
física del que está a tu lado; despidiendo a nuestros seres queridos con
celebraciones sencillas en el cementerio y acompañando únicamente con la mirada
y el silencio a los que sufrían las pérdidas sin un
abrazo que confortara su cansancio y contrariedad; sin niños,
adolescentes y jóvenes llenando nuestras salas de catequesis; sin celebraciones
en Semana Santa, ni primeras comuniones, y largo etcétera. Llegó aquel día, y
¡volvimos a encontrarnos con los templos abiertos! Con muchas restricciones,
pero abiertos al fin y al cabo. Y volvimos a celebrar juntos la Eucaristía.
Nos alegró, nos emocionó volver a vernos y reconocernos;
nos abrazábamos con la mirada y los gestos hablaban por sí mismos. Es verdad
que durante este tiempo hemos alimentado la fe por infinidad de medios: escucha
atenta y tranquila de la Palabra de Dios, oración personal y familiar;
oraciones y celebraciones compartidas por las redes sociales; eucaristías
seguidas por Televisión; rezo del rosario a diario y unidos en la oración con
el Papa Francisco y con toda la Iglesia y demás religiones monoteístas; grupos
que han compartido la Palabra de Dios y la oración desde la vida cotidiana,
hasta Ejercicios Espirituales en la vida diaria desde nuestras casas; …. ¡Creatividad,
participación, silencio, profundidad, aprendizaje, meditación, compromiso,
escucha, …!
Esta es nuestra vida, unida a la de millones de personas
creyentes pasando por las mismas circunstancias. En todo este tiempo hemos
aprendido que necesitamos la Eucaristía. Un cristiano tiene que saber integrar
en su vida la oración personal que sustenta una relación viva con el Dios Padre
vivo y verdadero; y la Eucaristía, presencia viva de Cristo, que alimenta,
fortalece y sostiene nuestra vida personal y comunitaria.
¡Hoy es la Fiesta
de la Eucaristía! ¡No te quedes sin celebrarla! Acércate a recibir a Jesús y
vive intensamente esta Solemnidad del Corpus. Estarás celebrando la vida;
estarás en comunión con todos tus hermanos; vivirás este momento de Dios, en
medio de la historia, amando y consolando nuestra realidad; recibirás fuerzas
para seguir caminando hacia delante siendo una persona de vida y de esperanza.
Jesús, en aquella Cena de despedida, se quedó para
siempre entre nosotros. No nos abandonó. Se hizo alimento real: “Pan
vivo y verdadero; … quien coma de este Pan vivirá para siempre; y el Pan que yo
daré es mi vida para la vida del mundo”. La Eucaristía es comunión, participación,
fraternidad, acogida y entrega, vida compartida y solidaridad a manos abiertas.
Es Jesús mismo quien participa de toda nuestra vida; … de toda la vida, de la
totalidad de nuestro ser.
Este día también será diferente. Sin procesión por las calles con el Santísimo
Sacramento acompañado especialmente de los niños que no han podido aún
participar en su primera comunión y de miles de personas; calles llenas de
colorido, alegría, comunidad … pero los templos están abiertos y podemos
sentarnos con Jesús para recibirlo en este alimento de fe y de vida entregada,
compartida y resucitada. Ven y siéntate con Él, participa de Él; siéntate en
comunidad, y en comunión fraterna con los demás.
Es el día de la Caridad. La Comunidad tiene que reforzar
la identidad de su ser: nos creerán en la medida que ofrezcamos una caridad
real a los que pasan por momentos de dificultad. Llamados a compartir, a
entregar y entregarnos a los más débiles y desprotegidos, muchos de ellos por
estas circunstancias tan difíciles que estamos viviendo. Agradezcamos la labor
de Cáritas, la de sus voluntarios y la de todos los que entregan sus bienes
para dar dignidad de vida y de oportunidades a quienes más los necesitan. Son
manos silenciosas, vidas entregadas, signos gratuitos, ofertas de un evangelio
encarnado y dador de vida. Cáritas y Eucaristía son sinónimos: la entrega del
amor en la vida, en la de Jesús y en la nuestra. Ante esta realidad, Cáritas
diocesana y parroquial, necesita tu ayuda, tu entrega, tu aportación. Y te
ofrecemos un número de cuenta bancaria por si deseas y puedes aportar algo;
será como la levadura en la masa que hará que todo fermente. No olvidemos nunca
que la gratuidad se multiplica. Este es el número: BANCA
PUEYO ES65 0078 0001 02 4010133432
Y nada más, … espero que este día nos enseñe a valorar
cada día más la presencia de la Eucaristía en nuestra vida. Mis bendiciones, …
mis saludos.