¡ MUCHÍSIMAS GRACIAS
D. ANTONIO,
MUCHÍSIMAS GRACIAS D. VICTOR!
Queridos feligreses y amigos:
Celebramos hoy en la Iglesia la Fiesta de Jesucristo, Sumo
y Eterno Sacerdote. Jesús no fue un
sacerdote al estilo de los sacerdotes del Antiguo Testamento; ni perteneció a
ninguna familia sacerdotal israelita. Fue un laico; pero es Sacerdote Eterno
sin ofrecer ritos, ni sacrificios, ni cosas distintas a Él, sino entregando su
propia vida. Une a Dios y al hombre en su persona. Debe ser una fiesta de
agradecimiento por participar, desde el bautismo, en el único sacerdocio de
Cristo. Pero en la Iglesia tenemos hombres elegidos por Dios y puestos al
servicio de la misma Iglesia y de la humanidad, participando con alegría, y
verdadera caridad, del único sacerdocio de Cristo. Somos sacerdotes en la
medida en que vivimos en Él.
En el día de ayer despedíamos entre nosotros a un buen
sacerdote. Don Antonio Guisado era llamado por el Padre a sus 90 años para vivir
permanentemente en su presencia, y en la Cristo resucitado por el que entregó
su vida para amar y servir, desde la Iglesia, siguiendo las huellas del Único
Señor. Ayer recordaba que estando en uno de los cursos de Teología, en nuestro
querido Seminario de San Atón, me pidió Don Manuel Calvino que ordenara más de
cien carpetas azules con su numeración, llenas de partituras musicales y que se
encontraban en una de las “camarillas” del pasillo de los alumnos del entonces
primero de BUP. Partituras perfectamente escritas, con todos los signos y
arreglos musicales habidos y por haber. Me dí cuenta estando en Magacela, mi
primer destino pastoral, sentado en una reunión arciprestal, que todas eran de
Don Antonio Guisado. ¡Hasta aquel momento no lo descubrí! ¡Cuánto se alegró al
saber que seguían guardadas en el Seminario! Si era un buen sacerdote no
digamos la categoría musical que atesoraba en su larga vida. El sacerdocio era
su entrega diaria y la música la pasión que sellaba su vida.
Recibió el sacerdocio ministerial en el año 1953 y siempre
vivió su ministerio en Villanueva de la Serena; ciudad que lo vio nacer,
crecer, entregarse y en la que descansa ya para siempre. Su vida y su hacer es
un “patrimonio inmaterial” de esta ciudad que le honró entregándole su primera
Medalla de Oro en septiembre de 1994, y de la que él se sentía muy orgulloso. Comenzó su ministerio,
siendo coadjutor, en nuestra Parroquia de la Asunción y acompañó, desde el
movimiento de acción católica de la JOC, a los más jóvenes de entonces. Estaba
muy motivado por las llamadas que, en aquellos años, se hacía a la Iglesia para
servir y evangelizar desde el mundo del trabajo, con un compromiso real de vida
y de opción por el evangelio; llamadas que hoy son tan necesarias como en
aquellas fechas. También formó a muchos jóvenes impartiendo formación académica
en las clases del Instituto.
Le encantaba la creación musical; disfrutaba componiendo
y son incontables las obras que ha creado en su vida. Rastrreaba e investigaba
tradiciones y canciones populares que se encargó de recuperar y editar en largas
tardes veraniegas, junto a la "Señora de las Villuercas y Madre de los Extremeños" en el
Monasterio de Guadalupe y que han quedado recogidas en algunos libros con su firma. Fundó
la Coral Villanovense y la dirigió por más de treinta años en casi mil
conciertos por la geografía española y algunos países de Europa. Perteneció a la
Federación de Corales de Extremadura y en el año 2009 fue nombrado miembro de
la Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes.
En enero de 1969 pasó a ser coadjutor de la recién constituida
Parroquia de San Francisco de Asís que entonces se llamaba Nuestra Señora del
Pilar; en 1997 es nombrado párroco “in
solidum” con responsabilidad compartida de equipo sacerdotal de la mencionada
parroquia hasta que en 2004 pasó a la situación de emérito. Esta Parroquia ha
sido querida y amada de verdad por él. Desde la calle san Benito a la plaza de
San Bartolomé realizaba el trayecto de su vida cotidiana; el trayecto de sus
alegrías y dificultades; el trayecto de la entrega a la misión recibida y del
servicio ministerial; el trayecto de la oración, de la intercesión y de la
escucha; el trayecto del encuentro con las personas y con la historia real de
la vida.
Don Antonio ha sido un ejemplo. Dios estaba en el centro de su vida y de su entrega y de sus fuerzas cansadas, con la llegada
de tantos años. Ha sido un buen hombre que ha acompañado, orado, celebrado,
perdonado, enseñado en el nombre de Dios para servir a su Reino. También ayer
recordábamos su última celebración litúrgica en el bautismo de la más pequeña
de su familia: su sobrina María, hija y nieta de sus sobrinas María y Marisa. ¡Cómo
lo disfrutó al verse rodeado de sus sobrinos! Ha querido Dios que su último
sacramento conferido fuera en nuestra Parroquia, que le vio nacer a la fe en el
bautismo y a la vida ministerial; y ayer, la ofrenda de toda su vida en su
querida Parroquia de San Francisco, en la que maduró y entregó lo mejor de su
ministerio. ¡Gracias D. Antonio!
Hace unos días también marchaba a las manos del Padre otro sacerdote de esta zona de la Serena Extremeña. Lo hacía desde la Campiña Sur, Llerena, actual lugar de servicio y de entrega ministerial. Un infarto se llevaba a D. Victor Pérez Carrasco a los 65 años de edad. ¡Duro golpe para nuestro presbiterio diocesano! Nos uníamos, dadas las circunstancias actuales de crisis sanitaria, en oración por él, por sus hermanos, entre ellos D. Antonio Pérez que también es sacerdote diocesano, y por toda su familia. Don Victor era natural del Valle de la Serena y vivió casi todo su ministerio en esta querida zona de la Serena: Castuera, Zalamea de la Serena, Quintana de la Serena, la Guarda, … son algunos de los lugares en los que sirvió desde la caridad y el evangelio. Era un hombre fuerte, dado a la conversación; entregado a la Iglesia Diocesana y a sus amigos con un estilo cercano; muy claro en sus opciones y convicciones; sencillo, alegre y amigo de hacer favores a sus compañeros; y le encantaba el fútbol, su deporte favorito, que practicó siempre que pudo. ¡Gracias D. Victor!
Hoy ya los dos sacerdotes diocesanos están con Dios en
una vida plena, glorificada; con el Señor de la vida al que se consagraron
por entero para servir, en la Iglesia y en su nombre, a toda la humanidad.
¡Queridos hermanos, echad un partidillo con los apóstoles! Don Antonio Guisado correrá por la banda y marcará sus goles
recordando la tierra de San Atón, y Don
Victor será el mejor defensa o centrocampista en ese encuentro. ¡Muchísimas gracias
por vuestras vidas entregadas!
¡Feliz día! Orad por los sacerdotes y por las vocaciones.
Os dejo el segundo vídeo para orar a María Santísima del Calvario. Mis
bendiciones, y el abrazo virtual diario.