viernes, 5 de junio de 2020


UN MESÍAS SERVIDOR

Queridos feligreses y amigos:
Estamos ya a las puertas de un nuevo fin de semana. Esperemos que todo siga un buen curso y las circunstancias sean favorables para entrar en la Fase tercera y vivir con más normalidad cada día. De momento seguiremos en esta lectura orante y reflexiva de la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana. ¡Feliz día!

El evangelio de Marcos nos está presentando estos días algunas discusiones que Jesús tiene con los grupos religiosos de su época. Con los fariseos y herodianos sobre el deber de pagar impuestos; con los saduceos sobre la resurrección de los muertos; y hoy con la enseñanza de los doctores de la ley (Mc 12, 35-37). En los casos anteriores su discusión ahondaba en la incoherencia de sus palabras o de sus vidas; pero hoy pone en entredicho la enseñanza de estos doctores. Jesús tiene sus reservas en torno a esta enseñanza sobre el Mesías, y tiene que hacer su propia defensa en las palabras del Antiguo Testamento.

¿Qué enseñaban aquellos doctores de la ley? Eran las personas autorizadas para interpretar la Palabra de Dios y especialmente las leyes y las profecías. Afirmaban que el Mesías vendría como hijo de David. Una manera de enseñar que el Mesías sería un rey glorioso, fuerte, que dominaría en la tierra y devolvería al pueblo el poder y el prestigio quitado por el imperio romano. Podemos recordar aquí la llamada que hace a Jesús el ciego del camino: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!" (Mc 10,47).

A lo largo del tiempo la esperanza mesiánica había crecido en la memoria del pueblo de Israel adoptando diversas formas e interpretaciones. Casi todos los grupos religiosos esperaban la llegada de un Reino pero cada uno lo interpretaba a su manera: para unos este Reino, interpretado de muchas formas, llegaría con un enviado de Dios llamado Mesías o Cristo, ungido para poder realizar la misión encomendada; para otros sería como un mesianismo sin mesías, un futuro de repente, en el que Dios mismo vendría en persona para realizar lo que anunciaron los profetas; y había grupos que ya no esperaban al Mesías, porque la realidad presente tenía que seguir como estaba y la promesa del futuro ya se había realizado; es decir, no había esperanza en el Mesías.

Jesús no concuerda mucho con estas enseñanzas y menos aún con la de un Mesías rey que es la que cuestiona con aquellos doctores de la ley: “Si el mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?”. No comparte el significado que ellos dan a la Palabra sobre un señor glorioso, un rey poderoso, que viene para dominar e imponerse sobre los enemigos.

Las multitudes comienzan a seguir a Jesús. Marcos nos dice que a la gente le gustó la crítica de Jesús. Jesús en su vida presentará su mesianismo desde el servicio; Él será el Siervo de Dios para la humanidad. No es un triunfador, sino un hombre entregado a su misión y que en la Cruz revelará las verdaderas opciones de su existencia: nació en el silencio y la pobreza de Belén;  optó por los pobres y humildes; también hizo opción por la persona y se dirigió al centro de la vida de cada uno que se acercaban a Él; vivió y compartió la misericordia del Padre; sanó y calmó males y temores, …

El mensaje de este Jesús, sin alardes de triunfalismos, irradia la Luz de su presencia: “Yo soy la Luz”; nos acompaña por las sendas de la vida para encontrarnos con Él y crear comunión con la humanidad: “Yo soy el Camino”. Nos enseña y educa con sus palabras para mostrarnos el significado y el sentido de la vida: “Yo soy la Palabra”; y nos da una vida que triunfa sobre la misma muerte: “Yo soy la resurrección y la Vida”.

Con toda aquella muchedumbre, y en el tiempo, a la luz de la Resurrección, descubriremos un sentido nuevo para nuestra vida en el Mesías, Siervo de Dios, que “no hizo alarde de su categoría divina, sino que se despojó de su rango pasando por uno de tantos”. En Él descubriremos la luz que falta en nosotros y germinará  la semilla del Reino que crece en nuestra historia; nos encontraremos en su vida razones nuevas para vivir cristianamente sirviendo y amando como Él lo realizó.

Hoy es el tercer día del triduo a María Santísima del Calvario. Ofrecemos la oración del día en el siguiente enlace para poder rezarla desde casa. ¡Feliz viernes! Ánimos y hacia delante. Mis bendiciones y un fuerte y virtual abrazo.