UN MESÍAS SERVIDOR
Queridos feligreses y amigos:
Estamos ya a las puertas de un nuevo fin de semana.
Esperemos que todo siga un buen curso y las circunstancias sean favorables
para entrar en la Fase tercera y vivir con más normalidad cada día. De momento
seguiremos en esta lectura orante y reflexiva de la Palabra de Dios en nuestra
vida cristiana. ¡Feliz día!
El evangelio de Marcos nos está presentando estos días
algunas discusiones que Jesús tiene con los grupos religiosos de su época. Con
los fariseos y herodianos sobre el deber de pagar impuestos; con los saduceos
sobre la resurrección de los muertos; y hoy con la enseñanza de los doctores de
la ley (Mc 12, 35-37). En los casos
anteriores su discusión ahondaba en la incoherencia de sus palabras o de sus
vidas; pero hoy pone en entredicho la enseñanza de estos doctores. Jesús tiene
sus reservas en torno a esta enseñanza sobre el Mesías, y tiene que hacer su
propia defensa en las palabras del Antiguo Testamento.
¿Qué enseñaban aquellos doctores de la ley? Eran las
personas autorizadas para interpretar la Palabra de Dios y especialmente las
leyes y las profecías. Afirmaban que el Mesías vendría como hijo de David. Una
manera de enseñar que el Mesías sería un rey glorioso, fuerte, que dominaría en
la tierra y devolvería al pueblo el poder y el prestigio quitado por el imperio
romano. Podemos recordar aquí la llamada que hace a Jesús el ciego del
camino: "Jesús, hijo de David, ten
piedad de mí!" (Mc 10,47).
A lo largo del tiempo la esperanza mesiánica había
crecido en la memoria del pueblo de Israel adoptando diversas formas e interpretaciones.
Casi todos los grupos religiosos esperaban la llegada de un Reino pero cada uno
lo interpretaba a su manera: para unos este Reino, interpretado de muchas
formas, llegaría con un enviado de Dios llamado Mesías o Cristo, ungido para
poder realizar la misión encomendada; para otros sería como un mesianismo sin
mesías, un futuro de repente, en el que Dios mismo vendría en persona para
realizar lo que anunciaron los profetas; y había grupos que ya no esperaban al
Mesías, porque la realidad presente tenía que seguir como estaba y la promesa del
futuro ya se había realizado; es decir, no había esperanza en el Mesías.
Jesús no concuerda mucho con estas enseñanzas y menos aún
con la de un Mesías rey que es la que cuestiona con aquellos doctores de la
ley: “Si
el mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?”. No
comparte el significado que ellos dan a la Palabra sobre un señor glorioso, un
rey poderoso, que viene para dominar e imponerse sobre los enemigos.
Las multitudes comienzan a seguir a Jesús. Marcos nos
dice que a la gente le gustó la crítica de Jesús. Jesús en su vida presentará
su mesianismo desde el servicio; Él será el Siervo de Dios para la humanidad. No
es un triunfador, sino un hombre entregado a su misión y que en la Cruz revelará
las verdaderas opciones de su existencia: nació en el silencio y la pobreza de
Belén; optó por los pobres y humildes;
también hizo opción por la persona y se dirigió al centro de la vida de cada
uno que se acercaban a Él; vivió y compartió la misericordia del Padre; sanó y
calmó males y temores, …
El mensaje de este Jesús, sin alardes de triunfalismos,
irradia la Luz de su presencia: “Yo soy
la Luz”; nos acompaña por las sendas de la vida para encontrarnos con Él y
crear comunión con la humanidad: “Yo soy
el Camino”. Nos enseña y educa con sus palabras para mostrarnos el
significado y el sentido de la vida: “Yo
soy la Palabra”; y nos da una vida que triunfa sobre la misma muerte: “Yo soy la resurrección y la Vida”.
Con toda aquella muchedumbre, y en el tiempo, a la luz de
la Resurrección, descubriremos un sentido nuevo para nuestra vida en el Mesías,
Siervo de Dios, que “no hizo alarde de su
categoría divina, sino que se despojó de su rango pasando por uno de tantos”.
En Él descubriremos la luz que falta en nosotros y germinará la semilla del Reino que crece en nuestra
historia; nos encontraremos en su vida razones nuevas para vivir cristianamente
sirviendo y amando como Él lo realizó.
Hoy es el tercer día del triduo a María Santísima del Calvario.
Ofrecemos la oración del día en el siguiente enlace para poder rezarla desde
casa. ¡Feliz viernes! Ánimos y hacia delante. Mis bendiciones y un fuerte y
virtual abrazo.