martes, 26 de abril de 2011

DESDE EL AGRADECIMIENTO A LA VIDA DIARIA

Con la vuelta de Nuestra Señora de la Aurora a su ermita y celebrar juntos el día de la “jira” terminábamos nuestra semana santa villanovense. Aún con bastante cansancio en el cuerpo, aunque con una gran alegría personal, no puedo menos que dar gracias al Padre la posibilidad que me ha ofrecido para celebrar estos días tan importantes en nuestra vida.

Quiero agradecer a la Junta de Cofradías todo el trabajo realizado desde el mes de enero hasta estas fechas. Han sido muchas las reuniones para tenerlo todo organizado en el calendario, aunque algunas acciones se han quedado en la tinta del programa, no por ellos, sino por las inclemencias del tiempo.

Agradezco a nuestro ayuntamiento su disponibilidad y organización a favor de nuestras celebraciones. Han tenido siempre una actitud de servicio, y su presencia constante en todo lo que hemos celebrado.

Debo hacer una mención muy especial al pequeño grupo de personas que se han volcado en tener todo a punto: comenzaban su trabajo el domingo de ramos y no han parado; desde la realización del Monumento para la celebración del jueves santo y todo el viernes santo; la preparación del templo para la Vigilia Pascual y el domingo de resurrección; tener el templo limpio y ordenado en cada una de las celebraciones; incluso sacar tiempo y fuerzas para preocuparse de abrir y cerrar  las puertas cuando era necesario. Sin ellos, os digo con total seguridad, que todo habría sido imposible.

Nuestro grupo de liturgia también ha trabajado de verdad. Todas las celebraciones estaban perfectamente organizadas: los lectores, las pequeñas moniciones, los signos que se utilizan, las canciones elegidas y ensayadas con mucho tiempo de antelación, la comunión a los enfermos en la mañana del viernes santo, … hasta tener a punto los micros para que se escuchara bien.

Las hermandades y cofradías también han trabajado con orden y con mucho respeto entre ellas. Resultaba curioso que en la mañana del sábado, desde bien temprano, se encontraban desmontando los pasos, que con tanto mimo y delicadeza habían preparado la semana anterior, para que se pudiera preparar bien el templo y la celebración de la Vigilia Pascual. Alrededor del medio día parecía que en nuestra parroquia no se había celebrado ninguna semana santa. Todo recogido, el espacio limpio, y a punto para la gran celebración de la noche. Es de agradecer y de valorar.

Y lo bien  y tranquilo que hemos celebrado estos días. Reconozco que las he disfrutado, y eso que por partida doble, porque también están nuestras “queridas capellanas”, las hermanas concepcionistas. Han sido celebraciones muy significativas, y para mí muy necesarias, porque aquí se fortalece el ministerio y se relee la vida desde el “Maestro, servidor de los servidores”.

Cuando ahora en la Pascua, nos reunamos para revisar estos días, seguro que observaremos fallos, pero nos tendrán que servir para mejorar y para seguir creciendo como comunidad cristiana y como iglesia. Además, vivir la Pascua nos hace ser testigos de la resurrección y de la esperanza en la vida diaria. Así que manos a la obra, porque la vida parroquial y comunitaria continúa.