miércoles, 20 de abril de 2011

JUEVES SANTO, ... UNA MESA SERVIDORA Y GRATUITA

 La mesa está servida, caliente el pan y envejecido el vino” cantamos especialmente en la tarde del jueves santo, para acoger su invitación gratuita a sentarnos con Él, escucharle, y aprender de su compromiso transparentado en gestos concretos. Podemos acoger que en esta mesa festiva se recoge la esencia de la vida cristiana, y en su Palabra testamentaria se nos tiende permanentemente la mano del amor del Padre para convertirnos en levadura amasada en este amor que perdona, libera, cura y salva.
Entramos en el corazón de la Pascua cristiana. El “Siervo” entre los siervos se ciñe la toalla, se echa al suelo y enjuga los pies cansados del camino de la vida, para enseñarnos a realizar lo mismo: servir y dar la vida, desde la entrega y el compromiso con los demás; ser manos que parten el pan y llenan la copa para proclamar al Dios de la vida que se nos entrega sin nada pedir a cambio, porque “el que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro servidor”.
Pero un Jueves Santo más, y ya van unos cuantos, nos azota la temida palabra “crisis”. ¡ Y es verdad!. Una situación que sigue afectando a familias completas, a los más pobres y desheredados de esta sociedad, a muchos jóvenes que no terminan de dar, a favor de todos, sus conocimientos y buenas actitudes por no poder optar a un merecido puesto de trabajo, a nuestros mayores que sobreviven con unas pensiones mínimas y a los que viven desde una paga “limosnera” de cuatrocientos euros y pico, por no nombrar a los que se han quedado en las cunetas por sus hipotecas y sin trabajos que poder conseguir para hacerles frente, …
Pero no todo está perdido, … hemos de mirar la vida con gratuidad y optimismo. El que se ciñe la toalla, también nos anima a mirar a muchos servidores que siguen dando la vida: los que optan por los más pobres; los que se dejan la vida en tantas opciones benditas a favor de proyectos que humanizan; los que se privan de “las grandes cosas de este mundo” para seguir creando trabajo para muchos; los que se niegan a sí mismos para que los demás caminen hacia delante, posiblemente en un futuro incierto, pero de momento con posibilidades; y todos aquellos que sirven de verdad en infinidad de orfanatos, hospitales, escuelas, misiones, …
Hoy celebramos al que entrega la vida, desde el amor, por todos nosotros. Y dentro de la Iglesia, nuestras cáritas parroquiales y diocesanas, siguen optando y trabajando por la dignidad de las personas. Hay que alabar a Dios por esta dimensión comunitaria de toda la Iglesia y seguir optando por una justicia, muy sencilla y seguramente acallada, pero tan real como la vida misma.
Que este Jueves Santo, … que esta mesa fraterna, … esta caridad compartida, nos eleve la vida, el alma y el espíritu para continuar sentados en torno a Él, y hacer nuestros sus propios sentimientos, desde la gratuidad y el servicio, claves del amor en nuestros días. ¡ Feliz Jueves Santo!