
Estos días de cuaresma, cada vez más cercanos a la Pascua , crean en nuestras comunidades parroquiales unos espacios especiales para la oración, la reflexión y celebrar la vida y la fe. Este tiempo ayuda a la Iglesia para crecer en esta dimensión comunitaria, y nos anima a todos a vivirla con más intensidad.
Pero debemos hacer la oración y la reflexión desde la presencia continua de la Virgen María en nuestra vida. Al igual que ella anima la experiencia del Adviento porque se abre a la esperanza: “¡ hágase en mí según tu Palabra!”, ella camina en esta Cuaresma junto al que la llama y la busca indicándonos el camino: “¡ Haced lo que Él os diga!”.
Y es que la presencia de María en este tiempo es más silenciosa, más callada, … porque es una caminante más que se abre a la experiencia transformadora del Reino en su vida. Ella escucha al Hijo, camina junto a Él, le acompaña en esta aventura plena de la confianza en la voluntad del Padre, observa “guardando en su corazón” los signos de esta presencia, … y terminará acompañando a los primeros apóstoles cuando quedan rotos por la contrariedad de lo que han vivido y experimentado, pero desde la sencillez amorosa de la gran madre que los ha querido de verdad.
Aprendamos, desde la experiencia de María, ciertas claves en nuestras vidas:
- Que la cuaresma es un tiempo nuevo abierto a la experiencia de Dios en nuestra vida cotidiana. No es un otoño que poda lo viejo, sino una primavera que renueva la savia y los brotes de la vida; es el gran pozo que sacia la sed del caminante y refresca los pies cansados a lo largo del sendero diario.
- Este tiempo nos lleva a una Pascua transformadora de nuestras personas. El resucitado es el crucificado que, como el grano de trigo, va germinando en la medida de la entrega, y la de Jesucristo fue total, porque su amor no tenía doblez ni segundas intenciones.
- Siempre nos invitará a seguirle, a escucharle en nuestro interior y en nuestra experiencia de vida, aceptando que no estamos solos y es la misma Iglesia la que invitará a compartir lo descubierto con los demás.
- Y en este éxodo cuaresmal siempre contamos con la presencia dela Madre. Ella es la mujer transformada por su experiencia de seguimiento.
- Este tiempo nos lleva a una Pascua transformadora de nuestras personas. El resucitado es el crucificado que, como el grano de trigo, va germinando en la medida de la entrega, y la de Jesucristo fue total, porque su amor no tenía doblez ni segundas intenciones.
- Siempre nos invitará a seguirle, a escucharle en nuestro interior y en nuestra experiencia de vida, aceptando que no estamos solos y es la misma Iglesia la que invitará a compartir lo descubierto con los demás.
- Y en este éxodo cuaresmal siempre contamos con la presencia de
Que este tiempo que queda de cuaresma nos acerque a María, Ntra. Sra. de la Soledad , del Calvario o de los Dolores, … y que ella oriente nuestros pasos para vivir una primavera de fe y de Vida, para que su faz transfigurada, Ntra. Sra. de la Aurora , nos lleve hacia la experiencia resucitada, y cargada de esperanza, en una Pascua que nunca termina.