Este tiempo pascual debe traer a nuestra vida el gran valor de la alegría que nos entrega la fe en el Resucitado. Siguiendo el texto de los hechos de los apóstoles que hoy domingo se ha proclamado podemos decir que nuestro templo de la Asunción “se ha llenado de alegría” recreando los signos que hemos vivido.
Comenzábamos la mañana con la vida comprometida de dos jóvenes, Berna y Cristina, que celebraban con esperanza el sacramento del matrimonio. Abríamos la tarde celebrando la Eucaristía con los diez primeros niños ( ¡ya sólo quedan sesenta y cuatro!) que se acercaban por primera vez para recibirla, tras dos años de preparación en los grupos parroquiales. Seguíamos la tarde celebrando el bautismo de Paula y de Carlos y los recibíamos en la comunidad; y ya, casi con el tiempo contado, de nuevo se abría la mesa de la Palabra y de la Eucaristía para la celebración de las vísperas de este sexto domingo de Pascua. Hoy sí podemos afirmar aquel dicho de que los sacerdotes en este mayo y junio trabajamos en la BBC , es decir, en Bodas, Bautizos y Comuniones. Al final del día, … un poco cansado, pero muy contento.
Y así nos lo dice Jesús en este evangelio de hoy: “No os dejaré huérfanos, volveré”. La tensión de la vuelta de Jesús hacía que la primera comunidad cristiana viviera con urgencia la necesidad de proclamar, testimoniar y celebrar toda su vida desde lo experimentado. Su experiencia de fe era una auténtica experiencia de vida: con la esperanza del “Defensor”, del Espíritu de la verdad, abrían los cerrojos, desechaban los candados y saltaban las fronteras del miedo que los mantuvo retenidos, para transmitir su verdadera alegría que no podía ser ni contenida, ni parada por nadie, ni incluso por la experiencia de la muerte de muchos de ellos. Había que anunciar, y transmitir toda la grandeza de la fe contenida en la misma debilidad de sus vidas, y “dar razón de la esperanza a todo el que se la pidiere”, como recuerda la primera carta de san Pedro.
Deberíamos leer los hechos de vida de nuestra comunidad como una llamada a recrear también la fe, y procurar convertirnos desde los signos de la tensión en este tiempo y en el corazón de nuestra Iglesia. Tenemos que contagiar la alegría de la fe, la esperanza de la vida, el compromiso del amor, y la espontaneidad en el anuncio del mismo evangelio. Esto llevó a la primera comunidad a ser realmente evangelizadora porque conectaba el Mensaje con la vida de los que querían convertirse y seguir las huellas del Maestro. Y cada día más es necesario conectar la celebración litúrgica con la vida de las personas que la celebran y que no sea una celebración fría, ni inamovible. Siempre es mucho lo que hay que celebrar y necesario lo que se tiene que anunciar para que llegue a ser experiencia de fe y de vida. Podemos ser testigos de Cristo en medio de nuestros quehaceres, y éste resucitado, para ser signos de esperanza y de alegría. Demos gracias al Padre por lo celebrado hoy, y por las muchas personas, que desinteresadamente, están siempre detrás y acompañando, para que sea verdadero y significativo.
Y otra gran alegría, … nuestro Villanovense, desde hoy, ya es equipo de Segunda B. Felicidades a los jugadores, equipo técnico, directiva y a todos los que somos socios y queremos estos colores. Hay que disfrutarlo, saborearlo, y animarnos para la temporada que viene, que, con seguridad, será sorprendente.
También hay que felicitar a los seguidores del blog parroquial que han disfrutado con el F.C. Barcelona. Felicidades por vuestra cuarta copa de Europa y por cederla al jugador Abidal para entregársela a su afición. Él se lo merece, y este equipo sigue rompiendo esquemas y consiguiendo retos.
Hoy ha sido un día pleno para todos, … y para todos los colores.