viernes, 13 de mayo de 2011

Y EN MADRID, ... NACIÓ PAULA

Hace unos pocos días recibí un correo electrónico de la que yo llamo “mi otra familia de Madrid”. En él me hacían partícipe de la alegría del nacimiento de Paula y me mandaban las primeras fotos de la recién nacida. Me alegré de verdad, porque a esta familia la quiero de corazón y le debo mucho en mis primeros pasos de vida sacerdotal. Os cuento el porqué.

Llegué a Madrid, recién ordenado sacerdote, para realizar el servicio militar. No con muchas ganas, sino más bien casi ninguna, pero era llamado a filas. Tras el periodo de campamento y jurar bandara en la Unidad Militar del Goloso, me destinaron a Cuatro Vientos para atender con D. Ángel Cordero, “el pater” y párroco, a la Comunidad Parroquial de Santa María de la Dehesa.

Y allí se encontraba un cura joven e inexperto, de pueblo pequeño, inmerso en la gran urbe madrileña para vivir al menos otros nueve meses. Aquella Parroquia atendía a una colonia de militares con sus familias, alrededor de diez mil personas, de cualquier punto de nuestra geografía española, entre los que había muchos extremeños, … y eso lo hacía un poco más fácil.

Entre los catequistas y agentes de pastoral se encontraban Nico (mi tocayo) y Maribel, matrimonio naturales de Melilla, y me abrieron las puertas de su casa como si realmente fuera la mía. Agradezco que además de ellos otros muchos me acogieron de verdad y con pura gratuidad.

Con Nico, Maribel, la “Abu”, y sus dos hijos, Anabel y José Juan, la vida en Madrid fue bastante sencilla y realmente agradable. Eran motores de aquella comunidad parroquial, con un sentido de iglesia abierta y comprometida, con un deseo profundo de participación, y educadores de sus hijos y de los chavales a los que servían en los grupos parroquiales. Su hogar era mi hogar y recuerdo con cariño aquel día 1 de enero, año nuevo, de 1994, cuando juntos lo celebramos tomando te moruno, al estilo de Melilla, y agradeciendo a Dios un año para vivir con los demás y compartir la fe. En su casa, sirva como anécdota, comprendí la hospitalidad de Melilla, porque según dicen ellos, donde caben cinco pueden ser bien acogidos ¡quince!. ¡ Lo comprobé y doy fe de ello!.

Fui el padrino de confirmación de Anabel, su hija, y ellos han estado siempre muy cercanos a mí. Me han visitado en Magacela, en Jerez de los Caballeros y por supuesto aquí en Villanueva. Y el quince de agosto de 2009, mi ahijada se casaba con Román, en Madrid y allí estaba yo, de nuevo con ellos, compartiendo la fe y la mesa, y brindando por el amor que es más grande cuando más se comparte. Y la feliz noticia es que ha nacido Paula, la primera retoño de esta pareja. Me alegro de verdad por ellos, por Anabel y Román y por sus familias de origen. Ya tenemos una madrileña con genes melillanos, ¡buena mezcla!, la hospitalidad y la apertura de miras de una gran ciudad.

Y me encuentro en esta Pascua con el Señor que sigue escribiendo esperanza en las vidas de estas personas, animándonos a la gratuidad y a la acogida de la Vida, y “ésta entre pañales”. Me alegro y me uno a ellos en la acción de gracias al Padre. Y le pido que los haga fuertes en la renovación del amor y de su proyecto de matrimonio, que ahora tiene otro nombre propio, y que se llama Paula. Pido al Padre que los haga ser grandes padres y buenos educadores, con paciencia, con ilusión y con mucha entrega. Que todo lo que han recibido gratis de los suyos y que los han hecho ser buenas personas, lo entreguen gratis en la “pequeña”, y que así podamos seguir disfrutando de estas dosis de felicidad compartida que nos regala la vida.

Les deseo muchas felicidades a esta “mi otra familia” desde este blog parroquial y seguiré esperando la noticia de la boda de José Juan, el pequeño y ¡que se hace de rogar!. Pero llegará, aunque no sabemos cuando.