La vida está llena de opciones. Casi siempre nos vemos obligados a tomar una decisión u otra, y crea más de una vez un conflicto en nuestra forma de actuar, porque, a veces tenemos muy claro lo que nos gustaría y se cruza la opción de lo que realmente tenemos que hacer. Esta es la grandeza y a la vez la misma debilidad de la libertad humana.
Cada etapa tiene sus propias opciones y decisiones y lo que, muchas veces cuesta, es ser realmente fiel a la decisión o decisiones fundamentales que se toman en la vida, … formación, estado de vida, profesión, opciones de fe y de identidad, respuestas concretas en las situaciones por las que pasamos y vivimos… y un largo etcétera.
Y aquí se centra lo fundamental del mensaje de Jesús en este largo capítulo seis del evangelio de San Juan. Ante este mensaje de su autodefinición como “el Pan de la Vida ” hay que tomar una opción de seguimiento y “muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?" (Jn 6,60).
Ha llegado el momento de tomar la opción, y la vida de muchos entró de lleno en crisis y muchos no fueron capaces de aceptar este mensaje y seguir junto a Él. “Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él.” (Jn 6,66)
Otros dijeron que sí y las palabras de Pedro responden por todos ellos: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Y sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios” (Jn 6,68-69). Estamos ante un punto de inflexión en la vida de la comunidad de discípulos de Jesús, un momento en el que situada ante Dios le toca decidirse a seguir adelante o echarse atrás. No valen términos medios.
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Esta repuesta de Pedro implica una reafirmación de la fe en Jesús y una opción preferencial por Él sobre el resto de ofertas que nos ofrece la vida. Ante un mundo secularizante en el que vivimos estas palabras implican descubrir y revitalizar la presencia del Señor aunque nademos a contracorriente. Una fe madura y adulta nos lleva a descubrir la verdad del Señor sin suavizar su mensaje y a creer en aquellas situaciones donde nos resulta difícil aceptar los planes que Dios tiene para con nosotros.
Es tan sólo cuestión de leer desde la fe nuestra vida cotidiana y saber pedir el don de la gracia para que nuestras opciones transparenten los valores del evangelio y vivamos la fidelidad, siempre con la fuerza y el amor del Padre, a estas opciones que nos presentan y definen como cristianos en medio del mundo.