“Lo recibido gratis, dadlo gratis”
Desde
hace mucho tiempo, en la Comunidad
Parroquial , y en el grupo de Adoración Nocturna, veníamos
preparando con muchas ganas la
Fiesta de Espigas que organiza la misma Adoración Nocturna
Diocesana. Este año se realizaría esta fiesta en nuestra comunidad parroquial.
Como es lógico en estas celebraciones, y utilizando el lenguaje taurino, no
queríamos que nos cogiera el toro. Todo tenía que estar organizado y cada uno
con la tarea o misión que le encomendaba el grupo. Pero con la libertad de
poder pedir a cualquier persona o colectivo que nos ayudara, porque queríamos
que fuera un acontecimiento de Iglesia participativa en la que todos cabemos.
Poco
a poco se encomendaron las tareas: itinerario de la procesión de la madrugada y
quienes hablaban con los vecinos de esas calles; cartel anunciador de la fiesta
y correos a todas las secciones de adoradores de la diócesis; preparación de la
eucaristía y de los turnos de oración ante el Santísimo Sacramento; permisos al
Ayuntamiento y comunicados a la Policía
Local para coordinarnos mejor; invitaciones al Sr. Arzobispo
y a los sacerdotes de la ciudad; … y un largo etcétera de tareas y cometidos
que conllevan este tipo de celebraciones.
La
ilusión por vivirlo con profundidad y como un día de fiesta comenzó el jueves
anterior a la Solemnidad
del Corpus con una vigilia de oración en la Parroquia. Esta
celebración nos invitaba a ser más contemplativos en nuestras vidas y pasar más
tiempo en oración personal y comunitaria ante el Santísimo. La oración en un
pilar fundamental en la vida cristiana y en el centro tenemos que saber situar
a Jesús de Nazareth. Él nos convoca e invita a estar con Él, para saber y poder
estar mejor también con los demás. Una oración eucarística en medio de la vida
y para la misma vida de cada día.
Y
llegó el sábado para vivir esta Fiesta de Espigas. Comenzábamos muy de mañana
preparando el templo para esta celebración y todo lo necesario para vivirla con
paz, con tranquilidad y que las prisas no rompieran la profundidad que este día
se merecía. Los primeros adoradores, curiosamente los más cercanos, los de
Castuera, estaban ya en nuestra ciudad a las ocho de la tarde, cumpliendo
rigurosa y espartanamente el horario. La acogida la realizamos en el Convento
de la Inmaculada Concepción.
Ellas, nuestras hermanas Concepcionistas, son modelo y ejemplo de vida
contemplativa en torno a al Eucaristía. ¡Qué mejor lugar que éste! Nos
saludábamos y recibíamos. Empezábamos a vivir un signo de Iglesia y de Comunión
entre todos. Y a las nueve y media partíamos en una sencillísima procesión
hacia el templo Parroquial, … se llama la procesión de banderas. Es un acto
pequeño, un signo en medio de nuestras calles, de que durante todo el año,
mucha gente reza por las noches, y se reúnen una vez al año, para vivir un
acontecimiento comunitario, que es expresión de la misma Iglesia diocesana.
Al
finalizar la Eucaristía
arrancábamos dos largas horas de Vigilia, de oración ante el Santísimo, en dos
turnos de vela. Fueron muchas las personas de la misma comunidad parroquial las
que se sumaron a estos prolongados ratos de oración. Cristo en el centro de
nuestras vidas y una oración que era expresión de agradecimiento, de escucha de
la Palabra ,
de silencio y reflexión, … siempre el Señor en el centro, … y desde su vida y
la vida de los testigos, hacia nuestra propia vida.
Solo una palabra: Gracias. A todos los que habéis hecho posible que esta
fiesta sea inolvidable, … a los que habéis puesto tiempo, ganas, ilusiones,
trabajo, … a los que nos habéis motivado para hacerlo lo mejor que hemos sido
capaces, … de verdad, a todos, muchas gracias y que Dios os bendiga.