EL CAMINO COMÚN DE LA GENTE ES EL MEJOR CAMINO
Queridos feligreses y
amigos:
Muy buenos días en este lunes sin ruidos en la calle y tan sólo algunas
voces de pequeños jugando en sus balcones. Pocos coches, casi ninguno, y
calma en general. Ayer recibíamos la triste noticia de que se prolonga el
estado de alarma otros quince días más. ¡Qué mal me sentó!, lo confieso, pero a
la vez me vino al pensamiento de que todo sea por el bien común y la salud de
todos. Vamos a seguir viviendo este tiempo con esperanza y con toda la paz
posible.
En la liturgia de hoy nos dice el libro del Profeta Isaías: “Así dice el Señor: Mirad, yo voy a crear un
cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá
pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy crear. (… ) Me gozaré de mi pueblo, y ya no
se oirán en ella gemidos ni llantos”. ( Isaías 65,17-21)
Quiero rezar esta mañana desde estas palabras de Isaías y con momentos de la
entrevista de anoche en la sexta al Papa Francisco. Me gustaría que desde hoy
esta situación tan complicada a nivel mundial comenzara a ser pasado; es decir,
escuchar que desde ya comienzan a remitir los procesos infecciosos y que tantos
y tantos enfermos dejen de sufrir con sus familias y amigos; que tantos
profesionales encuentren el descanso más que merecido; que se llenen de voces y
ruidos los centros educativos; que bulla la vida en esta primavera en la calle
y en los parques; … que se acerque la normalidad.

Otra célula puede ser el tener en la vida un sentido de agradecimiento por
cuanto recibimos de los demás, y tener clara conciencia de que nos necesitamos
unos a otros. Da igual nacionalidad, credo, opción política, … somos personas.
Tantos profesionales y voluntarios – médicos, enfermeros, policías locales,
cuerpos de seguridad, cajeros, agricultores y ganaderos, transportistas,
comerciales, cáritas, cruz roja, vecindad, los que pueden trabajar desde sus
hogares… - nos están enseñando hoy a optar por la persona en su realidad concreta
sin mirar nada más. Dice el Papa que son “los
santos de la puerta de al lado” que nos enseñan a comprometernos; les agradecemos
su testimonio y mantienen el funcionamiento social con capacidad de jugárselo
todo por los demás”.
Estamos conociendo mejor nuestras realidades cercanas y lejanas. No podemos
vivir en una sociedad hipócrita e inconsciente que mira para otro lado. “Hay todo un submundo de humanidades y hoy
empezamos a estar cercanos de los sin techo, los más pobres, inmigrantes, con
una esperanza muy pequeña que no tienen donde apoyarse y nos damos cuenta de
que existen”. Que nunca los volvamos a olvidar. En tantos y tantos voluntarios
sociales y de Cáritas aceptamos siempre esta llamada a estar cerca para saber
consolar, acompañar y ayudar en sus realidades. Tiene que nacer otra forma de
solidaridad que los sitúe en el centro de acciones y de programas humanos y
cristianos.
Hemos escuchado en una de las entrevistas al Gobierno que lo peor de esta
pandemia está por llegar, pero lo mejor de las personas ya ha llegado y está
actuando. Dice el Papa que tengamos “esperanza
en las personas, en los pueblos; vamos a salir mejores aunque desgraciadamente
muchos queden en el camino; y nadie se salva del camino común de la gente
porque es el mejor camino”. Aprendamos a caminar con los demás quitando
egoísmos y orgullos de nuestras vidas; seamos corresponsables de la suerte del
otro; disfrutemos en la compañía y en el compartir; deseemos estar con quienes
viven soledad y con nuestras familias; aportemos esperanza y ánimo con quienes
lo pasan peor al perder a sus seres queridos “haciéndoles sentir mi - nuestra –
cercanía. Es más importante el lenguaje de los gestos que el de las palabras”.

¡Os recuerdo en mi oración! ¡ Os echo muchísimo de menos, ahora vamos a
estar más días sin vernos! ¡Os quiero mucho! Un simbólico abrazo.