lunes, 23 de marzo de 2020


EL CAMINO COMÚN DE LA GENTE ES EL MEJOR CAMINO

Queridos feligreses y amigos:
Muy buenos días en este lunes sin ruidos en la calle y tan sólo algunas voces de pequeños jugando en sus balcones. Pocos coches, casi ninguno, y calma en general. Ayer recibíamos la triste noticia de que se prolonga el estado de alarma otros quince días más. ¡Qué mal me sentó!, lo confieso, pero a la vez me vino al pensamiento de que todo sea por el bien común y la salud de todos. Vamos a seguir viviendo este tiempo con esperanza y con toda la paz posible.

En la liturgia de hoy nos dice el libro del Profeta Isaías: “Así dice el Señor: Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy  crear. (… ) Me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos”. ( Isaías 65,17-21)

Quiero rezar esta mañana desde estas palabras de Isaías y con momentos de la entrevista de anoche en la sexta al Papa Francisco. Me gustaría que desde hoy esta situación tan complicada a nivel mundial comenzara a ser pasado; es decir, escuchar que desde ya comienzan a remitir los procesos infecciosos y que tantos y tantos enfermos dejen de sufrir con sus familias y amigos; que tantos profesionales encuentren el descanso más que merecido; que se llenen de voces y ruidos los centros educativos; que bulla la vida en esta primavera en la calle y en los parques; … que se acerque la normalidad.

Quiero aprender y vivir las palabras “cielo nuevo y tierra nueva”. ¿Dónde puede estar la célula de este nuevo crecimiento;  los retoños que brotan con fuerza? Nos dice el papa Francisco que con oídos muy atentos: “en medio de esta tragedia están apareciendo realidades nuevas que nos piden que les hagamos caso”. Y una de ellas es apostar por la convivencia como medio de vencer a la soledad. Necesitamos escuchar a los otros para reencontrarnos y erradicar de nuestras vidas el “cada uno a lo suyo”. Una de esas grandes metas sociales estará en el trabajo de tantas miles de personas que hoy están en casa con ERTES o con ERES, paro en el sentido mas real de la palabra: “mas que despedir hay que acoger, poniéndose en el lado del obrero, del trabajador. El sálvese quien pueda no es solución porque hay que llegar a una sociedad más solidaria”.

Otra célula puede ser el tener en la vida un sentido de agradecimiento por cuanto recibimos de los demás, y tener clara conciencia de que nos necesitamos unos a otros. Da igual nacionalidad, credo, opción política, … somos personas. Tantos profesionales y voluntarios – médicos, enfermeros, policías locales, cuerpos de seguridad, cajeros, agricultores y ganaderos, transportistas, comerciales, cáritas, cruz roja, vecindad, los que pueden trabajar desde sus hogares… - nos están enseñando hoy a optar por la persona en su realidad concreta sin mirar nada más. Dice el Papa que son “los santos de la puerta de al lado” que nos enseñan a comprometernos; les agradecemos su testimonio y mantienen el funcionamiento social con capacidad de jugárselo todo por los demás”.

Estamos conociendo mejor nuestras realidades cercanas y lejanas. No podemos vivir en una sociedad hipócrita e inconsciente que mira para otro lado. “Hay todo un submundo de humanidades y hoy empezamos a estar cercanos de los sin techo, los más pobres, inmigrantes, con una esperanza muy pequeña que no tienen donde apoyarse y nos damos cuenta de que existen”. Que nunca los volvamos a olvidar. En tantos y tantos voluntarios sociales y de Cáritas aceptamos siempre esta llamada a estar cerca para saber consolar, acompañar y ayudar en sus realidades. Tiene que nacer otra forma de solidaridad que los sitúe en el centro de acciones y de programas humanos y cristianos.

Hemos escuchado en una de las entrevistas al Gobierno que lo peor de esta pandemia está por llegar, pero lo mejor de las personas ya ha llegado y está actuando. Dice el Papa que tengamos “esperanza en las personas, en los pueblos; vamos a salir mejores aunque desgraciadamente muchos queden en el camino; y nadie se salva del camino común de la gente porque es el mejor camino”. Aprendamos a caminar con los demás quitando egoísmos y orgullos de nuestras vidas; seamos corresponsables de la suerte del otro; disfrutemos en la compañía y en el compartir; deseemos estar con quienes viven soledad y con nuestras familias; aportemos esperanza y ánimo con quienes lo pasan peor al perder a sus seres queridos “haciéndoles sentir mi -  nuestra – cercanía. Es más importante el lenguaje de los gestos que el de las palabras”.

El “cielo nuevo y la tierra nueva” hoy puede crecer en medio del sufrimiento porque en el pupitre de esta escuela aprendemos lo que es verdaderamente importante y esencial en la vida. Al hilo del evangelio de hoy en el que Jesús sana al hijo de un funcionario real optemos por pedir a Dios padre por la salud de los enfermos y la sabiduría de los investigadores; creemos, confiamos y esperamos en las manos de Dios para que todo cambie a mejor y pongámonos en camino para generar situaciones de cambio que hagan brotar nuevas esperanzas en nuestras realidades.

¡Os recuerdo en mi oración! ¡ Os echo muchísimo de menos, ahora vamos a estar más días sin vernos! ¡Os quiero mucho! Un simbólico abrazo.