MARAVILLOSAMENTE PROTEGIDOS
Queridos
feligreses y amigos:
¡Vamos a por otro día! Y con la esperanza de que esta
realidad vaya pasando y dejando espacio a la salud y al encuentro deseado. No
olvidemos que no estamos solos: nos tenemos unos a otros y Dios permanece a
nuestro lado, especialmente en los que más sufren y en aquellos que lo están
dando todo.
Nos vamos a parar en el texto del evangelio de hoy y te
invito a que lo leas con tranquilidad y con paz. Es del Evangelio de San Juan 5, 1-3.5-16. En la narración nos encontramos con la curación de un hombre
paralítico en la piscina de Betsaida.
Este hombre tuvo una vida muy dura y muy difícil. Era un
paralítico mal mirado por la religiosidad del momento, porque su carencia física
le llevaba a vivir una fe desprotegida, ya que le enseñaron que Dios lo había
condenado a la discapacidad por culpa de su pecado. Públicamente era un
pecador. También era una persona dependiente de lo que le dieran, pero en la
narración observamos su soledad (“nadie tiene que le eche al agua cuando se
mueven porque tienen efectos sanadores para el primero que entra en ella”). Un
hombre acostumbrado a lo de siempre y con una vida parada, estancada.
Llega Jesús a ese lugar y lo primero que hace es mostrarle su
cercanía para dialogar con él. En este proceso de curación le anima a poner
algo de su parte, al igual que en nuestra realidad nos pide poner mucho de la
nuestra. Lo describimos con tres llamadas:
¡LEVÁNTATE!: es decir ¡ponte en pié!, despierta de la
indolencia ante nuestra realidad y que ahora nos golpea con fuerza; despierta
de la desidia espiritual y dale tiempo a Dios desde tu hogar. Aprendamos de
esta debilidad para ser fuertes con Jesús en nuestra vida.
¡TOMA TU CAMILLA!: todos tenemos preocupaciones, cosas
que no salen bien, debilidades, conflictos, … la camilla representa lo que nos
tiene postrados. Pero la camilla hay que asumirla para aceptar cómo somos y qué
nos duele. Este es el primer paso para llenarnos de confianza en el que puede
liberarnos de ella.
¡ECHA A ANDAR!: ojalá que nunca sólo; y con Jesús en el
centro de tu corazón. Acepta a Jesús; ama como Él te ama y mira y acompaña como
Él lo hace contigo.

Nosotros queremos quedar sanos, pero no solo de
enfermedad física . El mal nos hace paralizarnos y no nos deja mirar más allá de
nosotros mismos, ni observar la presencia de Dios en medio de las
dificultades. La cuaresma nos llama a cambiar si permitimos que Dios actúe en
nosotros. Necesitamos el don de su gracia.
Esta mañana, bien temprano, me mandaba mi amigo y hermano
sacerdote Pepe Moreno un vídeo con el
poema oración de D. Bonhoeffer, un gran teólogo protestante, que murió a manos del genocidio nazi acusado
de lo que no había hecho. Intento pasaros el vídeo. Espero que lo escuchéis y
recemos desde esta experiencia tan profunda de fe y de esperanza.
Os deseo un feliz día, sabiendo que estamos
maravillosamente protegidos por el que se acerca y nos levanta de nuestras
parálisis y nos hace libres y alegres. Un fuerte abrazo, …. Llegará el día de
darnos uno fuerte de verdad. ¡ Os quiero!