martes, 24 de marzo de 2020


MARAVILLOSAMENTE  PROTEGIDOS

Queridos feligreses y amigos:
¡Vamos a por otro día! Y con la esperanza de que esta realidad vaya pasando y dejando espacio a la salud y al encuentro deseado. No olvidemos que no estamos solos: nos tenemos unos a otros y Dios permanece a nuestro lado, especialmente en los que más sufren y en aquellos que lo están dando todo.

Nos vamos a parar en el texto del evangelio de hoy y te invito a que lo leas con tranquilidad y con paz. Es del Evangelio de San Juan 5, 1-3.5-16. En la narración nos encontramos con la curación de un hombre paralítico en la piscina de Betsaida.

Este hombre tuvo una vida muy dura y muy difícil. Era un paralítico mal mirado por la religiosidad del momento, porque su carencia física le llevaba a vivir una fe desprotegida, ya que le enseñaron que Dios lo había condenado a la discapacidad por culpa de su pecado. Públicamente era un pecador. También era una persona dependiente de lo que le dieran, pero en la narración observamos su soledad (“nadie tiene que le eche al agua cuando se mueven porque tienen efectos sanadores para el primero que entra en ella”). Un hombre acostumbrado a lo de siempre y con una vida parada, estancada.

Llega Jesús a ese lugar y lo primero que hace es mostrarle su cercanía para dialogar con él. En este proceso de curación le anima a poner algo de su parte, al igual que en nuestra realidad nos pide poner mucho de la nuestra. Lo describimos con tres llamadas:

¡LEVÁNTATE!: es decir ¡ponte en pié!, despierta de la indolencia ante nuestra realidad y que ahora nos golpea con fuerza; despierta de la desidia espiritual y dale tiempo a Dios desde tu hogar. Aprendamos de esta debilidad para ser fuertes con Jesús en nuestra vida.
¡TOMA TU CAMILLA!: todos tenemos preocupaciones, cosas que no salen bien, debilidades, conflictos, … la camilla representa lo que nos tiene postrados. Pero la camilla hay que asumirla para aceptar cómo somos y qué nos duele. Este es el primer paso para llenarnos de confianza en el que puede liberarnos de ella.
¡ECHA A ANDAR!: ojalá que nunca sólo; y con Jesús en el centro de tu corazón. Acepta a Jesús; ama como Él te ama y mira y acompaña como Él lo hace contigo.

Párate un rato y haz oración personal sabiendo que Dios Padre, en Jesús, está en medio de nosotros queriendo dar la vida a todo cuanto nos rodea. Acoger y observar su palabra y su presencia en los signos de vida que brotan constantemente. El Padre no creó todo y se marchó de vacaciones, sino que constantemente renueva la vida que hay en cada ser humano. No estamos en tiempo de huida, aunque pueda darse el silencio y la debilidad de la fe, sino que es tiempo de sembrar, de escuchar, de rezar, de agradecer, de acompañar … el paso de Dios por nuestra experiencia humana cotidiana.

Nosotros queremos quedar sanos, pero no solo de enfermedad física . El mal nos hace paralizarnos y no nos deja mirar más allá de nosotros mismos, ni observar la presencia de Dios en medio de las dificultades. La cuaresma nos llama a cambiar si permitimos que Dios actúe en nosotros. Necesitamos el don de su gracia.

Esta mañana, bien temprano, me mandaba mi amigo y hermano sacerdote Pepe  Moreno un vídeo con el poema oración de D. Bonhoeffer, un gran teólogo protestante,  que murió a manos del genocidio nazi acusado de lo que no había hecho. Intento pasaros el vídeo. Espero que lo escuchéis y recemos desde esta experiencia tan profunda de fe y de esperanza.



Os deseo un feliz día, sabiendo que estamos maravillosamente protegidos por el que se acerca y nos levanta de nuestras parálisis y nos hace libres y alegres. Un fuerte abrazo, …. Llegará el día de darnos uno fuerte de verdad. ¡ Os quiero!