ME AMÓ Y SE ENTREGÓ
POR MÍ
Queridos
feligreses y amigos:
¡Un día más y esperemos que un día menos de confinamiento
en nuestros hogares! Os deseo todo el bien que necesitéis y la paz que ansíe
vuestro corazón. Que el Padre nos bendiga y derrame los dones del Espíritu
especialmente sobre todos aquellos que se encuentren peor. Que su amor sea pura
gratuidad para nuestras vidas. ¡Feliz martes!
La Cuaresma enfila ya, poco a poco, la recta final hacia
la Pascua. La estamos viviendo de forma diferente y nueva en nuestras vidas:
con más reflexión personal, más interioridad, rezando y dedicando más tiempo a
Dios en nuestras casas, y con la nostalgia de no estar en nuestra parroquia
celebrando la misa diaria y la de los domingos. ¡Nos toca vivir así este año!
Esta situación ha creado y sigue creando desconcierto. Estamos
como “desangelados”; sin dar aún crédito a lo que está pasando y con miedo e
incertidumbre. Está siendo una cuaresma en la que ya estamos todos juntos
llevando la cruz, y en muchos momentos pesa con fuerza, especialmente en los
momentos de dolor y de sufrimiento que se están viviendo nosotros y en tantas y
tantas personas.
Hoy nos dice el evangelio de san Juan: “cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis
que soy yo”. Los judíos ante Jesús están viviendo una situación de
desconcierto preguntándose abiertamente quién es este hombre. Y, a su vez,
viven una situación de rechazo, incómoda, hacia Jesús. Su incredulidad hacia
Él les lleva a una falta de fe. ¿Cuántas veces el desconcierto en la vida nos
lleva a nosotros también a esa falta de fe? Incluso nos podemos preguntar, ¿
cómo estamos viviendo esta realidad tan extraña; nos acerca a Dios o entra la
posibilidad de dudar de Él?

A Jesús, aunque nos cueste mucho, lo vamos a entender en
su vida, y en el triduo pascual, desde la misma Cruz. Y la cuaresma nos adentra
en este misterio. Nos dice San Pablo que “Jesús
me amó y se entregó por mí” ( Ga 2,16) El amor de Jesús se hace plenitud
desde la madera de la Cruz. En ella vamos a comprender que Jesús es obediencia
total al Padre y es donación y amor infinito por cada uno de nosotros.
Hoy se nos invita a mirar la Cruz. Contemplar en ella el
inmenso amor que Dios Padre nos tiene y pedirle que renueve en nosotros la fe
en Jesús y nuestro amor hacia Él. Depositemos en su presencia nuestras cruces,
nuestros dolores, ausencias, enfermedades, faltas de fe y esperanza, … Nuestro
sufrimiento está abrazado y redimido en el sufrimiento de la Cruz del Hijo.
Nadie nos ha amado tanto y de esta manera. En la cruz siempre está Él; nos ama y nos ayuda a llevar
las nuestras. Nunca nos va a dejar solos con el peso de las mismas. Tenemos que
abrir nuestro corazón a esta esperanza.
La vida cristiana, la vida de fe nos ha de llevar al
encuentro con Jesús. No debemos quitar del evangelio lo que nos incomoda porque
lo descafeinamos; ni quedarnos sólo en hacer cosas buenas porque los no
creyentes hacen las mismas cosas buenas que los creyentes. Esta cuaresma nos
invita a profundizar en el sentido de la vida de Jesús que lo dio todo por amor
y en cada signo de amor crucificado, entregado, encontraremos su huella para
verlo y seguirlo; y buscar siempre en la vida lo que agrada a Dios y cuanto
necesitan los demás.
Que tengamos un feliz día. Que el Señor nos bendiga y nos
de su paz. Recibid mi deseado abrazo, ….