miércoles, 1 de abril de 2020


DISCÍPULOS DE LA PALABRA Y DE LA VERDAD

Queridos feligreses y amigos:
¡Buenas tardes! Ya estamos adentrándonos en esta semana de quedarse en casa. Esperemos que la realidad de contagio vaya remitiendo y menos personas pasen por este sufrimiento. Tenemos que obedecer las normas y, a la vez, rezar con intensidad a Dios por esta situación y muy especialmente por “nuestros ángeles de la salud” y por quienes peor lo están pasando. ¡ Feliz miércoles!

La liturgia de hoy nos vuelve a presentar un pasaje del Evangelio de San Juan (8, 31-42). En este texto acogemos a Jesús que nos introduce en su ser Hijo de Dios y la fuerza de su misión: “no he venido por mi cuenta, sino que él me envió”. En Jesús cumplir la voluntad del Padre es el centro de su vida y de su actuar. Pero hay una parte de la lectura de hoy en la que me gustaría pararme especialmente: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.”

Jesús nos pone en frente de nuestra vida y de nuestra propia verdad. Es la sensación de mirarse a un espejo y reconocer en la imagen toda nuestra vida, nuestras actitudes, valores, compromisos, todo nuestro ser. Si nos reconocemos bien en la imagen, Él nos lanza a un proyecto de vida y de seguimiento a su persona. Lo podemos descubrir en tres pasos muy concretos:

En primer lugar nos invita a permanecer en su Palabra. En estos días duros de confinamiento en los que no tenemos acceso a la participación de la Eucaristía dominical, ni vamos a tener acceso a la celebración en la Parroquia de los misterios del triduo Pascual, el mejor alimento que tenemos es precisamente la Palabra. Alimentarnos de ella fortalece nuestra vida cristiana. Necesitamos en nuestra vida menos palabras y más Palabra de Dios. Ella nos lleva a conocer más y mejor a Jesús. Estar un rato en silencio, leyendo y reflexionando el evangelio del día nos adentra en la verdad de Jesús que quiere que seamos discípulos suyos, conocerle mejor y amarle más. Así, Él puede transformar nuestro corazón porque nos dejamos moldear por su amor como el barro en las manos del alfarero. Si centramos nuestra vida cristiana en la Palabra de Dios, estamos poniendo a Jesús en el centro de la vida. Nos llevará a descubrirle vivo caminando junto a nosotros y no le buscaremos en la periferia de las cosas, sino en nuestro mismo ser.

En segundo lugar, ser testigos de Jesús nos lleva a ser testigos de la verdad. Y esta verdad se viste de muchos otros nombres: sinceridad, franqueza, transparencia, autenticidad, ser uno mismo, … Constantemente estamos sometidos a los medios de comunicación en los que últimamente, según qué cadena, se están tirando los trastos a la cabeza nuestros dirigentes. Todos escurren el bulto: si yo estuviera lo haría mejor que tú; como el que está soy yo no te tengo en cuenta; la culpa siempre es del otro; unos salen disfrazados de corderos inmolados sin acordarse de los tiempos de lobos feroces; otros mejor callarse y esperar para asestar el golpe, …. y en medio de todo queda el ciudadano de a pie que humanamente hace lo que puede; y la confianza plena en los que realmente están dándose hasta la extenuación para salvar la situación social. Lo mejor hoy es buscar, rastrear y ser testigos de la verdad, porque ésta nos hará vivir los valores del Reino de Dios. Y agradecer que brote a nuestro alrededor en verdaderas opciones de vida.

Y por último la libertad. “La verdad os hará libres” porque la mentira, el mal, nos hace esclavos y reseca todo brote de verdad. Jesús fue libre para darse a los demás; libre para amar y entregar la vida; libre para anunciar el mensaje del evangelio sin miedos; libre para aceptar y acoger a los que nadie quería; libre de normas que llevan la fe y la vida a realidades insospechadas; libre para darse de verdad. Nosotros añadimos muchas cosas a nuestra vida que, poco a poco, nos esclavizan y van llenando nuestras mochilas de caminantes en este mundo. Tenemos que buscar en la vida “ser más” , con interioridad, profundidad, opciones evangélicas, y evitar añadidos innecesarios que nos alejan de Dios y de los demás. Menos importancia a las cosas y situar en el centro a las personas. Esto es lo que hizo Jesús y fue un hombre completamente libre.

Que el Señor nos guíe con los dones de su Espíritu para vivir bien el evangelio y seguir andando en este recorrido de cuaresma. Espero que os estén sirviendo estos escritos. Al menos nos mantienen unidos por estos medios digitales. Un fuerte, y seguiremos esperando, abrazo.