DISCÍPULOS DE LA PALABRA Y DE LA VERDAD
Queridos feligreses
y amigos:

La liturgia de hoy
nos vuelve a presentar un pasaje del Evangelio de San Juan (8, 31-42). En este
texto acogemos a Jesús que nos introduce en su ser Hijo de Dios y la fuerza de
su misión: “no he venido por mi cuenta,
sino que él me envió”. En Jesús cumplir la voluntad del Padre es el centro
de su vida y de su actuar. Pero hay una parte de la lectura de hoy en la que me
gustaría pararme especialmente: “Si os
mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad
y la verdad os hará libres.”
Jesús nos pone en
frente de nuestra vida y de nuestra propia verdad. Es la sensación de mirarse a
un espejo y reconocer en la imagen toda nuestra vida, nuestras actitudes,
valores, compromisos, todo nuestro ser. Si nos reconocemos bien en la imagen, Él
nos lanza a un proyecto de vida y de seguimiento a su persona. Lo podemos
descubrir en tres pasos muy concretos:
En primer lugar nos
invita a permanecer en su Palabra. En estos días duros de confinamiento en los
que no tenemos acceso a la participación de la Eucaristía dominical, ni vamos a
tener acceso a la celebración en la Parroquia de los misterios del triduo
Pascual, el mejor alimento que tenemos es precisamente la Palabra. Alimentarnos
de ella fortalece nuestra vida cristiana. Necesitamos en nuestra vida menos
palabras y más Palabra de Dios. Ella nos lleva a conocer más y mejor a Jesús.
Estar un rato en silencio, leyendo y reflexionando el evangelio del día nos
adentra en la verdad de Jesús que quiere que seamos discípulos suyos, conocerle
mejor y amarle más. Así, Él puede transformar nuestro corazón porque nos
dejamos moldear por su amor como el barro en las manos del alfarero. Si
centramos nuestra vida cristiana en la Palabra de Dios, estamos poniendo a Jesús
en el centro de la vida. Nos llevará a descubrirle vivo caminando junto a
nosotros y no le buscaremos en la periferia de las cosas, sino en nuestro mismo ser.

Y por último la
libertad. “La verdad os hará libres” porque
la mentira, el mal, nos hace esclavos y reseca todo brote de verdad. Jesús fue
libre para darse a los demás; libre para amar y entregar la vida; libre para
anunciar el mensaje del evangelio sin miedos; libre para aceptar y acoger a los
que nadie quería; libre de normas que llevan la fe y la vida a realidades
insospechadas; libre para darse de verdad. Nosotros añadimos muchas cosas a
nuestra vida que, poco a poco, nos esclavizan y van llenando nuestras mochilas
de caminantes en este mundo. Tenemos que buscar en la vida “ser más” , con
interioridad, profundidad, opciones evangélicas, y evitar añadidos innecesarios
que nos alejan de Dios y de los demás. Menos importancia a las cosas y situar
en el centro a las personas. Esto es lo que hizo Jesús y fue un hombre
completamente libre.
Que el Señor nos
guíe con los dones de su Espíritu para vivir bien el evangelio y seguir andando
en este recorrido de cuaresma. Espero que os estén sirviendo estos escritos. Al
menos nos mantienen unidos por estos medios digitales. Un fuerte, y seguiremos
esperando, abrazo.