YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Ayer falté a la cita diaria para haceros llegar mis
ánimos y una sencilla reflexión de la Palabra de Dios desde esta realidad de
confinamiento que estamos viviendo. ¡Lo siento! Pero las circunstancias
personales y de mi familia desde el sábado han sido muy tristes. Nos dejaba, de
repente, mi primo Alfonso por sufrir un infarto mientras estaba, como todos, en
su casa con Juani, su mujer. Desde ese momento todo se precipita y, viviendo ese estado de asombro ante lo
inesperado y de dolor, sientes como el aguijón de la muerte se clava
profundamente en las entrañas y en la vida.
Volvemos a darnos cuenta de que la muerte forma parte de
la vida. Que, con la misma seguridad que nacemos, sabemos que vamos a morir.
Nunca pensamos en ella ni en la posibilidad de que aparezca como el ladrón que
quiere arrebatar todos tus bienes. ¡Pero está ahí! No la queremos, ni la
defendemos, porque creemos en la vida y, espero, que esta situación de
Pandemia, nos enseñe a defender la vida en cualquiera de sus manifestaciones,
icluída la opción por defender la salud del planeta tierra, nuestra casa. Y
nuestros gobiernos dejen ya, de una vez por todas, de querer ocultar esta vida
desde políticas de aborto, eutanasia, tanta letra mojada en cumbres de papel sobre
la salud del planeta … y tengan en cuenta que “donde se potencia la política de la muerte se engendran mentes y
sociedades completamente enfermas”. ¡Que no se enteran!
Pero hay que poner los pies en la tierra. El sábado
sufrimos la muerte de un ser muy querido en la familia y en mi pueblo. Un
hombre bueno de verdad, gran trabajador y profundamente enamorado de Juani, su
mujer. Con un carácter aparentemente
fuerte, porque físicamente ha sido muy fuerte siempre, poseía una gran sencillez y se se llevaba muy bien con la gente. Mi primo, cuando tomaba una opción por algo o
por alguien, la sellaba con la fidelidad hasta que se realizaba. Era un hombre
de palabra. Muchas veces a su manera, pero lo daba todo. Así se fue convirtiendo en un buen servidor,
con sus bromas y chascarrillos, de la familia, comenzando por acompañar
ejemplarmente, con su esposa, a su madre en la enfermedad; y a sus tíos o quien
lo requería para algo. Se portaba muy bien con todos los que estaban a su lado.
Profundamente cariñoso con los más pequeños. Tenía buen trato para estar con
los niños. Se que algunos hoy lo van a echar mucho de menos.
Ya que tanto se habla de “la España rural vaciada” que
suena más a "slogan" que al compromiso con esta verdad, fue de las personas que
hizo opción por vivir en su pueblo pequeño toda la vida, sólo dejado durante el
periodo del servicio militar y su ingreso hace once años cuando vivió una
operación de corazón. ¡Siempre vivió en su pueblo! Tenía muy claro que este era
su lugar; y como hay que hacer algo por los demás, aquí se entregó por entero a
su querido Club Deportivo Don Álvaro, de la mano de los que son y han sido sus
mejores amigos.
Deja un hueco grande entre nosotros. Desde el sábado yo
me siento más desprotegido. “Yo era el primo pequeño”y él mi protector; con su permiso
en mi infancia para acompañarle a todos sitios y ser su diana fácil para
hacerme rabiar cada vez que quería, a la vez que aprender mucho a su lado. Con
el tiempo me convertí, en muchas cosas, en su confidente. Lo sentía muy cerca
en la distancia; y respetaba todas mis opciones, desde que estaba estudiando en
el Seminario, como en mi vida ministerial. Muchas de ellas no las entendió
nunca, pero las respetaba y presumía de su primo cura.

Pero queda una experiencia de desaliento ante estas
circunstancias del estado de alarma. La herida más grande que se está abriendo
en las familias que pierden a un ser querido está siendo el momento de su
entierro. Que nadie pudiera estar al lado de Juani, tan sólo sus hermanos y
cuñados, pero ni sobrinos, tíos, primos, sus muchos amigos, … crea un
desconsuelo brutal. Se palpa la soledad y la debilidad. Nadie que pueda abrazar tu dolor y
consuele tus lágrimas; que te de aliento con las pocas palabras que salen en
estas circunstancias pero acompañando con la presencia; que te veas privado de
los mas cercanos y los que te quieren de verdad. Esta realidad se está
convirtiendo en una herida social que va a necesitar mucho bálsamo humano y
cristiano.
En el pequeño cementerio de mi pueblo viví este momento
tan difícil y duro, como tantas miles de personas en nuestro país. Juani,
cuñados y sobrinos y algunos primos, acompañado por D. Diego Isidoro, el
párroco, hice lo que pude: querer mantener tranquilidad y serenidad, y buscar
paz en Dios. No hay palabras para este desconsuelo. Vamos a tardar mucho tiempo
en nuestra sociedad para digerir estas realidades que se están convirtiendo en
habituales desgraciadamente; y tendremos que aprender que, desde la fe o sin
ella, es y debe ocupar el centro el mismo ser humano. Y aprender a dignificar
toda vida humana.
Por esta misma razón no vamos a olvidarlos, … no vamos a olvidar a Alfonso
por estas circunstancias. Nos reuniremos, rezaremos y estaremos juntos
celebrando su vida junto a su esposa y todos los seres queridos con los que él
compartió su vida. Y sanaremos esta herida con unción humana y por supuesto espiritual.

Os deseo un feliz lunes. Rezo para que remita
esta situación social tan dura; y que podamos darnos ese gran abrazo que nos hemos
prometido. ¡Os quiero!