NACER DE NUEVO, … ¡REINVENTARNOS!
Comenzamos otra
semana nueva en nuestras casas. Vamos a vivir este tiempo con serenidad y con
paz. Es muy bueno pensar que lo estamos haciendo por nuestro bien y por el bien
de los demás. Tendremos tiempo de estar juntos e incluso compartir esta
experiencia que, aunque dolorosa y triste, también está siendo nueva para
todos. Cuidemos la interioridad y la reflexión que nos van a hacer mucho bien.
¡Feliz día a todos!
Jesús se encontró
en su vida con muchas personas y de diferentes formas de ser y de pensar. Con
todas fue capaz de abrir un diálogo y darles la posibilidad de buscar a Dios en
sus vidas. A algunos los llamó para estar con Él; otros se le sumaron al
pequeño grupo inicial; los hubo que se acercaron y se marcharon; también a los
incontables anónimos a los que abrió los signos del reino de Dios. Es decir,
Jesús fue sembrando sin esperar cosechar y viviendo la cercanía, la compasión,
y la misericordia de Dios con los que se encontraba o acudían a Él.
Hoy, el evangelio de
San Juan (Jn 3, 1-8), nos presenta otro encuentro de Jesús. El protagonismo es
compartido con Nicodemo, una persona importante e influyente al ser miembro del
Sanedrín de Jerusalén. Se siente atraído por la palabra y por los signos que
Jesús ha realizado; seguramente ha sido testigo de alguno de ellos. La fe para
este hombre es muy importante. Bebe y se sacia continuamente en las Sagradas
Escrituras; conoce muy bien a Dios y las normas que hay que vivir para ser fiel
a la Alianza, y así las interpreta y enseña.
Sabe que hacia
Jesús se ha creado un ambiente adverso en el Sanedrín y que soplan vientos muy
fuertes en su contra. Su modo de enseñar y de actuar es nuevo. El Dios a quien
presenta cambia la vida de la gente y además es un Dios parcial hacia el más
pobre y desvalido. Está poniendo en duda constantemente la forma de enseñar y
de presentar a este Dios por la religión oficial, situando en el centro el amor
de Dios por cada uno de sus hijos. No reduce la experiencia de Dios al templo,
ni a rituales ni sacrificios, … Dios está en la libertad, en la verdad, en el
corazón, en la vida compartida con los más pobres, en la inocencia del niño y
en la entrega del adulto.

De nuevo en esta
Pascua aparece el término “la noche” en la experiencia del buscador que se
disfraza de enfermedad mundial, de dolor por tantas muertes en estos momentos,
de incertidumbre ante el futuro, incomprensiones y soledades, … Es nuestra
realidad actual, pero no temamos acercarnos a Jesús. Sabemos que nos escucha,
nos da esperanza, nos acompaña y orienta nuestras vidas; aclara nuestras dudas.
Le reconocemos en nosotros, en nuestra vida diaria, en la búsqueda de sentido a
tantos sin sentidos que nos acechan, … “es el Señor” como le confesaron sus
apóstoles.
Jesús contestó a
Nicodemo: “Te lo aseguro, el que no nazca
de nuevo no puede ver el Reino de Dios”.
Nacer de lo alto, nacer de Dios. Nacer de nuevo en nuestra realidad porque los
criterios de este mundo que nos han regido van a necesitar una transformación,
un cambio. ¿Qué hay o se esconde detrás de muchas decisiones que se toman en la
vida o que tomamos nosotros, por pequeñas que sean? Se crean abismos entre lo
que significa la persona, el bien de la tierra, las decisiones gubernamentales,
el sentido del futuro, la misma fe, … y
lo que después mueve nuestra vida: prestigios, reconocimientos, intereses, bienestar
a toda costa, poder; o por el contrario, servir, gratuidad, amar, pasar a un
segundo plano, voluntariado, …
Nuestras opciones y
decisiones han de estar en guardia. Nacer de nuevo brota de la opción por ser
luz y sal en medio de las realidades. Transformaremos nuestra vida y nuestras
opciones si nos encontramos con Jesús, y reorientaremos nuestra vida,
actitudes, anhelos, con el deseo de encontrarnos con el amor del Padre.
Os deseo un feliz
lunes. Seguimos confinados pero no parados. Un deseado y fuerte abrazo.