domingo, 5 de abril de 2020


PALMAS  Y  RAMOS  DE  OLIVO AL  VIENTO

Queridos feligreses y amigos:
¡Os deseo un feliz domingo de ramos! Hoy hemos cambiado la fiesta, el colorido y la música en nuestras calles por el silencio en las mismas y el recogimiento en nuestros hogares. Este día nos abre la mirada y el corazón para comenzar a vislumbrar cómo vamos a vivir los días más importantes del calendario cristiano. Tendremos que hacer un verdadero acto de fe y de interioridad para convertir nuestra vida en “el templo de Dios”; y dejar que Él se adentre para vivir la fe con el verdadero deseo de “estar con Él”.

La celebración de hoy se abre con un breve pasaje del evangelio de san Mateo (21,1-11) que da paso a la bendición de las palmas y los ramos. Este evangelio nos dice: “Encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo”. Nos acompaña este sencillo evangelio para vislumbrar el ambiente de la fiesta, el colorido de los ramos y las palmas, el ajetreo de los niños con sus túnicas blancas, los jóvenes en sus lugares dentro de la celebración porque hoy tienen un protagonismo especial, celebraciones muy cuidadas con amplia representación municipal y de las hermandades y cofradías de la ciudad, … música, sonido de campanas, procesión, personas en las calles, …. ¡Este año es diferente, pero no por eso menos real!

Este año tocamos con las yemas de los dedos lo que significa la vulnerabilidad y la debilidad para fijar la mirada en el Hijo de Dios, que hace su entrada triunfal en nuestra vida desde la inocencia, la mansedumbre y la humildad “del que no hizo alarde de su categoría de Dios, sino que se despojó de su rango y tomó la condición de Siervo” (Flp 2, 6-11). Así, este día concreto, nos está enseñando el valor de lo pequeño, de lo débil; del triunfo de la humildad y del servicio, valorando los gestos cercanos de los nuestros que están en los hogares; vivir la fe un poco a la intemperie, sin referencia a nuestros templos, pero con dosis de creatividad y deseos de encuentro y de oración. Nos tenemos que educar en un cristianismo de madurez, no de dependencia; y que en cada tiempo o lugar, dadas las circunstancias por las que se pase, Dios hace morada en nosotros y quiere que seamos personas de fe y de esperanza.

Se abren días santos en nuestras agendas; con más tiempo que el deseado para dedicárselo a los demás, a uno mismo y a Dios. Nos vamos a adentrar en los misterios fundamentales de la fe. Intentaremos ayudar con materiales concretos para cada día y cada celebración como habéis podido comprobar; y que cada uno se organice para celebrarlas en familia o individualmente; y añadiendo grandes dosis de iniciativas personales a la hora de vivir estos días. Tenemos que conseguir que sean santos de verdad y que nos transformen en mejores personas y mejores cristianos.

Tampoco podemos olvidar que el día de hoy es la Fiesta del Domingo de Ramos en la Pasión de Jesús. Se proclama la Pasión del Evangelio de San Mateo (26,14-27,66). Nos pone en aviso de cuanto nos queda por vivir estos días; es como un anticipo. Jesús da la vida por nosotros. No se guarda nada para sí. Vive la absoluta confianza en la voluntad del Padre y la fidelidad hacia cada uno de nosotros. Él aprendió a amar, entregándose, sufriendo y dando la vida por los demás. Las palmas y los ramos son también los que aclaman al que se va a entregar por nosotros.

Os pido un ejercicio de silencio y de oración interior. Movamos al viento nuestras palmas y ramos ofrecidos hoy a Jesús, a quien aclamamos como el Señor, que entra por la puerta dorada de tu corazón para permanecer en tu ciudad vital. Pero que este movimiento recuerde especialmente a cuantos están entregando su vida, sus cualidades, sus esfuerzos, sus conocimientos y trabajos, por todos nosotros en estas circunstancias de Pandemia; y muy especialmente valoremos sus vidas en la cercanía, trato y consuelo de tantos y tantos enfermos. Todo por la persona; todo por amor y dedicación; servidores al estilo de Jesús, que “pasó haciendo el bien”. Estemos muy cerca de ellos y también de nuestros mayores que ahora nos necesitan más; y en nuestra oración una petición al Padre por la salud de nuestro mundo.

Y nada más; hoy deseo que os dejéis ayudar por todos los materiales que os llegan y vivamos un buen y profundo domingo del Señor, que entra triunfalmente en Jerusalén y las vidas de los que le abrimos las puertas. Os deseo de corazón un fuerte abrazo.