lunes, 6 de abril de 2020

SIERVOS ENTREGADOS POR AMOR

Queridos feligreses y amigos:
Estos días nos invitan a seguir nuestro recorrido interior para encontrarnos con Jesús, el Señor. Ayer tuvimos la oportunidad de acompañarlo en su entrada triunfal en Jerusalén  de una forma diferente a la de otros años, pero tan real y sincera como la de siempre. Abrimos otro día para escucharle a Él y adentrarnos en la Palabra de Dios que nos habla al corazón . ¡ Feliz lunes santo!

Escuchábamos ayer a san Pablo en su carta a los Filipenses en la que nos dice que “Jesús se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo” (Flp 2,7). Nos adentra esta Palabra en el acontecimiento de la encarnación del Hijo de Dios. “Siendo Dios, no hizo alarde de su categoría de Dios, sino que se hace hombre, como uno de tantos”. Toda la aclamación festiva del Domingo de Ramos nos introduce realmente en la ofrenda y la pasión de Jesús. Así entramos en estos días especiales de celebración y de fe, llenos de contrastes, en los que muerte y vida juegan un papel especial.

Hoy la Palabra de Dios centra la atención especialmente en el profeta Isaías: “Mirad a mi Siervo a quien sostengo. ( … ) No gritará, no clamará, no voceará por las calles; no vacilará ni se quebrará. (…) Te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones, que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan tinieblas” (Is 42,1-7)  Jesús es el Siervo de Dios: el que lava los pies a los discípulos en la tarde del jueves santo; el que sufre y es crucificado en la tarde del viernes santo.

Dios nos salvó sirviéndonos. Nos amó gratuitamente. Ayer en su homilía nos decía el Papa Francisco que “los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días, no son los que tienen fama, dinero y éxito, sino aquellos que se entregan a los demás.” Es decir, aquellos que se entregan de corazón y gratuitamente como auténticos siervos de los más necesitados. Jesús sembró un estilo y es bueno que continuemos esa misión de Iglesia en nuestra realidad: Iglesia servicial y cercana al sufrimiento y la enfermedad; a la soledad y el desamparo; con gestos y opciones por sembrar una humanidad más fraterna, con entrañas de misericordia, optando por los más pobres y los que sufren, y con ansias de paz y libertad. Así seremos testigos del Siervo de Dios.

Jesús lo realizó entre nosotros. Hemos de buscar la alegría y la esperanza en optar por una caridad sin fronteras, sin condiciones. Escuchamos en el pasaje del Evangelio de hoy que María, la hermana de Lázaro, unge los pies de Jesús con un perfume muy caro y que la casa se llenó de la fragancia de ese perfume. ( Jn 12, 1-11) María se había arrodillado ante los pies del Señor y había gastado el perfume en ellos. El auténtico siervo es el que se gasta y entrega su vida al servicio de los demás; y sabe arrodillarse, con cariño y entrega, ante los pies de los hermanos. Es el que da lo mejor de si mismo, sin pedir nada a cambio, y lo ofrece tanto a Dios como a los que lo necesitan. Mira tu vida y pregúntate qué es lo que puedes ofrecer y entregar a los demás sirviéndolos de verdad y con gratuidad. No mires lejos porque los más cercanos son sujetos diarios de tus acciones, de tus cualidades y de los dones que Dios ha puesto en tu vida.

Somos personas bautizadas; es decir consagradas y ungidas en el bautismo con el Santo Crisma para ser “buen olor de Cristo”; mostrar en nosotros la acción del Espíritu para vivir el don del evangelio: llevar su presencia y vivir desde Él. Estamos  llamados a entregar a los demás lo que hemos recibido como dones de Dios. Seremos servidores que viven la fe en Dios Padre y liberan las ataduras propias del mal en la vida de nuestros hermanos cuando, al estilo del Siervo del Profeta Isaías, no apaguemos la llama de la fe, seamos portadores de la Luz en medio de la realidad, curemos cegueras y liberemos cautiverios encerrados en tinieblas.

Con las ganas de que esta situación de enfermedad esté remitiendo y el deseo de que los enfermos sanen, os deseo un feliz lunes santo. Ya queda menos para darnos un fuerte abrazo. Os animo a seguir viviendo con profundidad estos días de Semana Santa.