martes, 28 de abril de 2020


PAN DE VIDA … VIDA DEL MUNDO

Queridos feligreses y amigos:
Seguimos viviendo estos días con responsabilidad personal para frenar el avance del virus. Continuamos recordando a todas las personas que nos ayudan a tener una vida digna con lo necesario para vivir. Somos agradecidos con los que están entregados a sanar a los enfermos en primera linea. Y continuamos rezando a Dios Padre y poniendo en sus manos esta situación para que inspire sabiduría a los médicos e investigadores y conceda fortaleza a toda la humanidad, además de rezar por nuestros hermanos difuntos. ¡Feliz martes!

Un grupo grande, descrito como una multitud, han compartido una comida gratuita y sorprendente con Jesús en la falda de aquel monte cerca de las orillas del mar de Galilea. Comieron pan hasta saciarse. Tras aquel acontecimiento siguen a Jesús y lo buscan por las cercanías de aquel lugar hasta que lo encuentran. Las palabras de Jesús, leídas ayer, son duras: “me buscáis no porque visteis signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. No oculta la verdad, sino que le da ocasión para abrir un mensaje nuevo y educar sus vidas.

El evangelio de hoy arranca con una curiosidad (Jn 6,30-35): “¿qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?”. Han comido pan hasta saciar su hambre y ahora piden otro signo más. Buscan repetición de gestos a pesar de lo visto y recibido. Y como pueblo de la Alianza hacen recuerdo del maná en el desierto en tiempos de Moisés. Están siendo duros para creer y abrir su corazón para dejarse sorprender por Dios.

Jesús sabe que el pan es lo primero. Sin alimento no hay vida. Hay que trabajar para poder vivir con dignidad. Es más, hay que trabajar para que a nade le falte lo necesario para vivir. En su ministerio público se preocupó de los hambrientos y los que pasaban por la mendicidad. Siempre le preocupó la situación de los más pobres y débiles e hizo opción de vida por ellos. En la misma oración del Padrenuestro nos enseñó a pedir el pan de cada día. Hay que vivir trabajando porque a nadie le falte el pan de cada día; o lo que es lo mismo, todo lo necesario para vivir con dignidad. Como decíamos ayer,nadie puede vivir sin los bienes de justicia: alimento, vivienda, trabajo, sanidad, educación, …

Pero Jesús quiere despertar en sus oyentes un hambre diferente. Les habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mi no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.  Se auto-define nuevamente con aquellos bienes que son necesarios para vivir como es el pan. Por eso la imagen es atractiva para sus oyentes y conectan rápidamente con el significado. Jesús no es de grandes discursos, ni de ideas abstractas. Así, es seguido, porque habla al corazón de sus oyentes en la realidad que ellos viven. No podemos olvidar estas imágenes para conocer mejor el significado del evangelio.

En toda persona de buen corazón hay un hambre de justicia para toda la humanidad y especialmente para los que son olvidados. En lugares de opresión hay un hambre de libertad y de paz. En ambientes donde reina la ambigüedad existe un hambre de verdad. Jesús sabe estas necesidades y anhelos en el corazón humano porque Él mismo las tuvo que sufrir y mostrar un camino diferente para vivir los valores del reino de Dios. Pero hoy, Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo".

Jesús se presenta como ese Pan de vida eterna; pan venido de Dios que "perdura hasta la vida eterna". Por eso, alimentarnos de Jesús, de su Palabra y de su Pan, fortalece nuestra vida cristiana dándole sentido de plenitud, de eternidad. Participar de Jesús es participar de su vida entregada por amor y de su resurrección regalada como plenitud de eternidad. El hambre del cuerpo se sacia trabajando. En el hambre espiritual tenemos que disponernos ante Dios para pedirla. Este hambre de sentido y de fe únicamente la llena Dios.  

Desde nuestra fe vacilante le pedimos a Jesús lo mismo que le pidieron aquellas personas de Cafarnaún: "Señor, danos siempre de ese pan". El amor de Dios que se sirve, se entrega y se comparte para que vivamos. Que tengamos un día feliz. Y os mando, virtualmente, un fuerte abrazo.