lunes, 27 de abril de 2020


TRABAJAD POR EL ALIMENTO QUE PERDURA

Queridos feligreses y amigos:
¡Muy buenos días! Comenzamos otra nueva quincena de confinamiento en nuestras casas, y esperamos y deseamos que sea la última antes de poder, poco a poco, ir adentrándonos en la rutina de lo que es la vida diaria. Ayer comenzó la desescalada con la hora de paseo de los más pequeños; y en TV vimos que hubo de todo. Quiero pensar que es una excepción, pero no podemos ser imprudentes; ahora hay que obedecer más que nunca para no tirar por tierra lo conseguido, por respeto a nuestros sanitarios, a nuestra familias, y a quienes siguen trabajando por cubrir nuestras necesidades.

El evangelio de hoy (Jn 6,22-29) introduce el discurso del pan de vida. Han seguido buscando a Jesús en las orillas del mar de Galilea los que han vivido la multiplicación de los panes y los peces. Jesús les echa en cara que siguen buscando sus propios intereses más que un seguimiento serio: “me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. Están enfrascados en una búsqueda interesada.

Dios no nos pide que nos despreocupemos de los bienes necesarios para vivir. Nos entregó la inteligencia y la misma tierra para trabajar, producir y poder vivir con dignidad. Otra muy distinta es como cada uno de nosotros edifique su vida y trabaje por conseguir lo justo para que vivamos todos, o lo máximo para vivir yo mejor que todos los demás. ¡Esto ya es harina de otro costal!.  Existen unos bienes que son de justicia: trabajo, vivienda, alimentación, sanidad, educación, … no deben faltar a nadie; y otros muchos bienes que son de pura gratuidad, aquellos que recibimos como un don o un regalo: amistad, paternidad y maternidad, alegría, amor, y por supuesto la fe. Estos últimos nos los dan sin que los busquemos. Son gratuitos, son regalados.

En estos momentos de crisis nos estamos dando cuenta de la importancia que tienen los primeros y que a nadie debería faltar lo justo para vivir con dignidad; pero también damos mucho valor a los segundos; siempre los hemos tenido, pero poco los apreciamos: el servicio a la persona necesitada, la vecindad, la conversación desde el balcón, el significado de pertenencia, el don de la familia, la chispa alegre de los más pequeños, …

El Señor nos invita a buscar lo esencial, lo que realmente es importante; ir más allá de satisfacer nuestras necesidades inmediatas por importantes que sean. . Y purificar nuestro seguimiento para no convertir a Dios en un bien de uso y consumo, sirviéndonos de Él en ciertos momentos más que buscarlo de verdad y de corazón. Dios no es un clavo ardiendo al que te agarras cuando ya se han caído todas las seguridades.

Jesús nos pone en guardia: “trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura hasta la vida eterna”. Seguir a Jesús significa aceptarle tal y como es. Adecuar nuestra manera de ser, de pensar, de decidir, de trabajar y de servir, acogiéndolo en nuestra vida, y así acoger a la otra persona tal y como es, para ofrecer, no sólo los bienes de justicia, sino también los de pura gratuidad.

El Señor hoy nos invita a purificar nuestro seguimiento: “la obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado”. Que no se vea contaminado por otros intereses que no sean los del amor entregado y ofrecido. Sin querer podemos caer en protagonismos en los que, deseando buscar y mostrar a Dios en nuestra vida, nos estamos buscando o presentando a nosotros mismos. No dudemos de que el Señor nos concede sus bienes porque nos ama.

La fe no es perseguir una idea, un proyecto, sino encontrarse con una Persona viva, Jesucristo, Hijo de Dios y  dejarse conquistar por Él y por su evangelio. Os deseo un feliz lunes, … ánimo. Un más que deseado fuerte abrazo.