TESTIGOS DE LA FE Y
DEL EVANGELIO
Queridos feligreses
y amigos:
Hoy especialmente
me quiero acordar del primer grupo de niños que se hubieran acercado a recibir
la Eucaristía en nuestra Parroquia. Los recuerdo, con cariño, a ellos y a sus
padres y, cómo no, a sus catequistas. ¡Todo llegará! Ahora vivimos la vida con
paciencia y sin prisas, siendo responsables. Cuando esto pase, y podamos
reunirnos, ya hablaremos de las celebraciones y las iremos introduciendo en el
calendario de la vida parroquial. Si todo va bien tendremos un largo verano por
delante incluso antes de que llegue octubre. ¡Tranquilidad!
En este día
celebramos la fiesta del evangelista san Marcos. Probablemente el primer
evangelio que se escribe por cuanto había escuchado predicar a San Pedro y,
poco a poco, fue poniendo por escrito los hechos, palabras y signos que el
apóstol anunciaba sobre Jesús. Es el más pequeño de los cuatro evangelios. A su
vez, Marcos es muy apreciado por San Pablo. Cuando este le escribe a Timoteo
desde la prisión de Roma le dice: “traed
a Marcos porque necesito su colaboración” (2 Tm 4,11).
El evangelio de hoy
(Mc 16, 15-20) nos narra el envío de Jesús a sus apóstoles: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio
a toda la creación”. Una llamada de aquel momento que hoy se repite en
nosotros: anunciar el mensaje del evangelio desde nuestra opción de vida cristiana
acompañada por la palabra y por el testimonio. En esta misión nos deben
acompañar las claves de la alegría, de la esperanza y de la caridad, sin que
falte la paciencia y la perseverancia.

Los bautizados
estamos llamados a ser mensajeros del evangelio, testigos de la fe, para
responder de forma agradecida y acogedora al don de la llamada en el
seguimiento a Jesús. Después daremos una respuesta más comprometida o menos
según la profundidad de nuestra tierra, según la profundidad de la experiencia
de Dios que tengamos. Y no asustarnos porque existe el rechazo, la no acogida
del evangelio. El Sembrador siembra abundantemente pero queda la respuesta
personal de cada uno en la que influyen innumerables factores, tanto personales
como ambientales. ¡No todo el mundo responde de la misma forma, ni en el mismo
tiempo!
Este Evangelio de
hoy nos llama al encuentro con el Dios vivo y verdadero; deseamos vivir en su
presencia, queremos responder a su amor, y asumimos la misión de ser
instrumentos suyos para que los dones de su gracia lleguen a los demás.
Necesitamos vivir de la absoluta confianza en la acción de Dios como lo vivió
Jesús.

Y acompañar nuestro
testimonio con los signos propios del encuentro con Jesús: vivir la verdad y la
justicia; construir fraternidad; sembrar entrega y compromiso con este mundo
para mejorarlo; dar profundidad a la mirada y no quedarnos en lo anecdótico;
comprometer nuestra vida con los más pobres y vulnerables; apreciar la bondad
que existe en la humanidad; ser personas de reconciliación y de acogida; vestir
con el traje de la humildad y la compasión; acercarnos al que sufre y aliviar
sus heridas; rezar y celebrar desde la misma vida que acontece a nuestro lado;
trabajar hombro con hombro en lo que necesita ser reconstruido; buscar la paz y
sembrarla en las palabras y en los gestos; …. Y un largo etcétera que puede
escribir cada uno.
Pidamos hoy al
Señor que nos ayude a configurar nuestras vidas en correspondencia con el
evangelio y hacer vida en nosotros su Palabra que nos invita a ser testigos de
en nuestra realidad más cercana. ¡Feliz sábado! Un día más y un día menos para
abrazarnos de verdad.