viernes, 3 de abril de 2020

UNIDAD DE VIDA Y TESTIMONIO DE FE

Queridos feligreses y amigos:
Hoy ya es Viernes de Dolores. Este día abría, tras el invierno, las puertas de nuestro templo parroquial para ver salir a la Virgen, Nuestra Señora de los Dolores. Ella, la Madre, es la que inicia los recorridos procesionales en nuestra Semana Santa. Y hacia la media noche hubiéramos acompañado la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su traslado al templo parroquial. Hoy es un Viernes diferente, raro, distinto, … pero no por eso tiene que ser menos intenso. Todas nuestras Hermandades nos han acompañado con sus oraciones en los días de triduo y de septenario y así lo van a seguir haciendo. Hoy nuestras bendecidas imágenes no estarán en la calle físicamente, pero sí lo están en los que sufren, en los que han fallecido, en los que acompañan, en los que velan por la vida, … ¡sí están!. Y podemos acompañarlas con nuestra oración desde nuestras casas. Esta tarde os llegará un material por wuassap para que, juntos, recemos a la misma hora de la procesión y esta sea una procesión interior y llena de fe y de vida. A los que queráis esta celebración me mandáis vuestro e-mail y también os la haré llegar. Para todos y especialmente para la Hermandad de la Virgen, Nuestra Señora de los Dolores, ¡feliz viernes!

En la liturgia de hoy seguimos adentrándonos en las páginas de la lectura continuada del evangelio de san Juan, capítulo 10, versículos del 31 al 42. En estas páginas seguimos encontrando el rechazo de muchos  judíos a Jesús. El evangelista, en aquellas primeras comunidades cristianas, vuelve a afirmar lo que ellos ya han aceptado: Jesús es el Hijo de Dios: “porque tú, siendo un hombre, te haces Dios”.

Han dado un salto cualitativo fundamental en su fe; ya identifican quién es Jesús y entran en discusión con la religión oficial del judaísmo de la que ellos forman parte. Por eso el evangelista sitúa la escena de los que creen al otro lado del río Jordán, donde Juan el Bautista comenzó la predicación sobre el Mesías y pedía la conversión: “se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, donde antes había bautizado Juan y se quedó allí. (…) Y muchos creyeron en él allí”. Es un evangelio lleno de imágenes, de personajes y de situaciones para llegar a la conclusión de que Juan el Bautista identificó a Jesús y lo señaló entre los hombres; y ya muchos, por la predicación de los apóstoles, han comenzado a creer en Jesús y a cambiar el ritmo de sus vidas.

Pero sorprenden las reticencias que Jesús se encuentra entre los suyos, incluso cuando ven las obras que realiza a favor de los demás y que anuncian que el Reino de Dios está entre nosotros: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras.” Vamos a pararnos un momento en esta frase. Muchas veces criticamos las cosas que no salen bien o no se hacen en nuestras comunidades parroquiales, pero pocas veces se valoran con intensidad los pasos firmes que se dan sembrando el evangelio y compartiendo la celebración y la vida con quienes tenemos cerca, y más aún con quienes lo necesitan. También nosotros ponemos resistencias para creer en profundidad incluso cuando se ven las obras.

No olvidemos que muchas de ellas, las buenas obras realizadas, no van a salir en grandes medios audiovisuales y es casi mejor, porque aquello que hemos recibido gratis, gratis hay que ofrecerlo, comenzando por el don de la fe que es la que nos llevará a ser testigos de Jesús. El testimonio de la fe lo pone al descubierto lo que realicemos en la vida.Y hoy sobran predicadores y palabreros y hacen falta testigos.

Jesús fue un verdadero evangelio desde el servicio y la donación de su vida en lo que anunciaba: supo acoger a su lado a quien habían despreciado; sanó el corazón y la vida de muchos enfermos; acompañó al grupo de sus discípulos sin imponer nada; alumbró con su palabra realidades oscuras en la vida de sus oyentes, dio paz y consuelo a los más tristes; su misericordia era extensiva a todos; … sus obras expresaron lo que Él mismo era. Y me pregunto: ¿ Cuántos miles de buenas personas están junto a las camas de las UCIS; cuántos transportistas llegan puntuales a sus lugares de destino; cuántas personas de  los cuerpos de seguridad velan por nosotros; militares construyendo hospitales y desinfectando todo; jóvenes médicos o jubilados y personal de enfermería agotados; cuántas personas están manteniendo limpias nuestras calles; agricultores y ganaderos para que no falte lo esencial; comerciantes atendiendo con cariño y una sonrisa; cuántos voluntarios llevando lo necesario a la vida de los demás, …? Son “los santos de la puerta de al lado”, dando y dándose. Coherencia de vida, testimonio de humanidad, y para mi, ejemplos para la fe.

A los que creemos en Jesús y nos disponemos a celebrar de forma diferente, ojalá que con creatividad personal, estos días claves, pidamos especialmente la unidad de vida y de actuación. Que partan de las palabras del Evangelio con mayúscula, que es Jesús, y renovemos nuestra fe y nuestra vida en Él.

Acudamos hoy a nuestra Madre, a María, Nuestra Señora de los Dolores, para que ella acompañe nuestros pasos, tantas veces vacilantes, a un verdadero encuentro con Jesús, el Hijo de Dios, sintiéndonos realmente transformados. Feliz comienzo de estos días santos y os mando un fuerte, ya más cercano, abrazo.