DISCERNIR DESDE
LA LUZ DE
CRISTO
Queridos feligreses y amigos:
Otro días más y, por lo que he visto esta mañana en el
debate del Congreso emitido por televisión, creo que nos aproximamos a otra
nueva prórroga del estado de alarma con quince días más de franjas horarias,
presencia en los hogares, asistencia al trabajo muy ralentizada; y la posible
apertura de templos para las celebraciones con unos aforos muy reducidos y
muchas normas de sanidad e higiene, que por otro lado esperemos que sean
cumplidas. Son tantas palabras y tantos discursos los que se oyen que, a
ciencia cierta, no sabe uno donde acogerse. Es como estar dentro de un
laberinto sin saber bien si existe alguna puerta por donde salir. ¡Esperemos
que sea para bien!
El evangelio de San Juan, que hoy se proclama, nos ayuda
en nuestra vida cristiana a realizar un verdadero discernimiento (Jn 12, 44-50). En él escuchamos: “Yo
he venido como Luz al mundo y el que cree en mí no quedará en tinieblas”.
La palabra de Jesús y toda su persona aportan luz a nuestra vida. Si caminamos
según su proyecto de vida tenemos su vida en nosotros y somos testigos de su
luz.

Es decir, Jesús acompaña todo nuestro ser. Su palabra
ilumina nuestros pasos por los senderos de la vida; su presencia en nuestra
vida fortalece nuestros sentimientos de pertenencia y nuestras actitudes a
favor del Reino de Dios. Jesús ha sido enviado por el Padre para que toda su
vida se derrame en la nuestra. Es el Padre quien lo ha enviado para hablar en
su nombre. Si llegamos a rechazar a Jesús estaremos rechazando su palabra, que
es palabra de amor y de misericordia; y esta misma palabra de Jesús juzgará
nuestra respuesta. Por eso es bueno hacer siempre el discernimiento de la fe:
en mi vida, en mis actos, en mis sentimientos y valores, ¿soy testigo de la
Palabra de Jesús e intento vivir como Él lo hizo? ¿Valoro en mi vida, desde
Jesús, el amor que Dios me tiene?
En Él encontramos la luz necesaria para realizar un
seguimiento fiel a su persona. En Él encuentra su razón de ser la misma Iglesia
en cuanto que ella ha de mostrar al que es la Luz desde una actitud servicial a
la humanidad. Una Iglesia, que presenta a Jesús como luz tiene que reconocerlo
en su ser y en su actuar, sabiendo que está para servir al mensaje del
evangelio y llevar el proyecto del Reino de Dios para el Padre sea mas y mejor
conocido; y más y mejor amado en nuestra realidad.
El mensaje de Jesús no es un mensaje de condena; sino de
salvación y de vida. Es el mensaje de un Dios Padre que en su Hijo nos ama y
nos salva del mal. Por eso, la palabra
definitiva de Dios sobre la historia, sobre el mundo, es palabra de salvación.
Jamás será la condena, sino la recuperación, la reconciliación, el encuentro,
la fraternidad, … los dones de su
salvación.

Una buena tarea vamos a tener por delante en esta
realidad que estamos viviendo. No miremos hacia atrás; confiemos en los demás y
pongamos a Jesús en medio de nuestras decisiones para que nos ayude a recrear y
construir una sociedad más humana. Os deseo un feliz miércoles y os animo a
seguir profundizando en la Palabra de Dios en estos días de la Pascua del Resucitado.
Y que Santa María, salud de los
enfermos, interceda por nosotros. Un gran abrazo fraterno, en la distancia, y
en el deseo de que pronto se haga realidad.