domingo, 10 de mayo de 2020


EL CAMINO DE LA VERDADERA VIDA

Queridos feligreses y amigos:
Os deseo un feliz domingo. Hoy celebramos en la Iglesia la fiesta del Maestro San Juan de Ávila, patrono de los sacerdotes diocesanos seculares. Os pido que os acordéis de nosotros; y que recemos juntos para que seamos fieles transmisores de la verdad del Evangelio y sirvamos con entrega a nuestras comunidades parroquiales.

Nos encontramos celebrando el quinto domingo de esta cincuentena pascual. La liturgia de hoy nos vuelve a traer la lectura del evangelio de San Juan (Jn 14, 1-12). Es la Palabra que escuchamos en la celebración del viernes y del sábado.

Sabemos que Jesús se encuentra reunido con los suyos en la mesa de la última cena y les ha abierto su corazón. Los ve preocupados y tristes y los anima a no desfallecer y mantener firme su fe en Dios y en su persona: “No se rompa vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. En esta realidad Jesús les está abriendo de par en par su corazón, su propia identidad.

“ Me voy a prepararos sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros”. Somos todos muy importantes para el Señor. Él no quiere que nada se pierda de cuanto Dios Padre ha sembrado por su amor en nosotros. En esta vida hemos recibido infinidad de dones para sembrarlos en nuestra realidad, llenos, desde su origen, de primicias de vida y de eternidad. Por eso hemos de responder construyendo con los demás desde lo que Dios ya ha puesto en cada uno de nosotros. Estos dones de eternidad sembrados serán dones de plenitud acogidos en las manos del Padre; en esas moradas eternas que Jesús ya ha preparado para cada uno de nosotros. Nuestra vida será plenificada, glorificada por el Amor del que nos dio la vida.  El encuentro con Jesús nos hace plenamente felices porque nos hace sentarnos con Él en intimidad y en un proyecto de vida tanto personal como compartida en esta tierra y glorificada para siempre en el cielo.

Jesús le dirá a Tomás: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino es por mí”. Ante esta situación que vivimos, de confinamiento, aunque mañana pasemos a la Fase 1, nos encontramos que no sabemos bien por dónde va el camino de esta sociedad, porque estamos amenazados por una enfermedad y sumidos en una plena crisis social y económica; nos cuesta la verdad porque estamos saturados de información y mucha de ella completamente falsa, llena de bulos, y otras medias verdades que no aclaran la simpleza de la verdad plena; y aquellos brotes verdes de esperanza se han marchitado, y la vida que nos anuncian no parece que sea una vida plena. Todo ello ensombrecido por los miles y miles de muertos, miles y miles de enfermos, miles de familias rotas, … aunque de esto sólo se hable en cifras y no en rostros concretos de vecinos y familiares. Hemos perdido cotas de libertad y desgraciadamente, dicho con franqueza, saber de la verdad de lo que ocurre , que no nos pertenece por entero, pero de la que sí somos protagonistas, aunque la quieran silenciar.

La Madre Teresa de Calcuta decía que Jesús es “el Camino de la Vida Verdadera”. Cada cristiano, cada uno de nosotros, debe descubrir en su vida lo que significa que el Señor es el que nos lleva a la vida auténtica y nos hace descubrir los profundos tesoros de la vida cristiana. Ser creyentes es seguir a Jesús pero no desde las ideas o lo que hemos aprendido, aunque una buena formación siempre nos viene bien. Ser creyente es tener la suerte de habernos encontrado con Jesús en nuestra vida; que este encuentro produce gozo y alegría; descubrirle a Él como fuerza personal.

Jesús es luz que alumbra e ilumina nuestros valores y nuestras opciones; quién le conoce a Él conoce realmente quien es Dios Padre porque se encuentra con el Amor entregado en la vida cotidiana; leer la vida desde Él da sentido a lo que vivimos y nos ayuda a encontrarnos con nosotros mismos y con los demás. ¿Realmente le conocemos? Vivir como Él hace posible esa vida verdaderamente humana para todos. La misma comunidad, la Iglesia, ha de buscar y encontrar en cada ser humano su auténtico camino y proyecto de vida. Quien se encuentra con Jesús se encuentra con Dios; y quien hace opción por toda la dignidad humana que nos rodea está compartiendo y viviendo la verdadera humanidad de Dios en esta tierra.

Vamos a ir entrando en esta recta final de la Pascua hasta llegar a la fiesta de Pentecostés. Que por la intercesión de la Virgen María se derramen en nosotros las primicias del Espíritu Santo para seguir acogiendo la llamada de Jesús y confiemos en Él, nuestro camino, nuestra verdad; y la meta de todo ser humano, una vida digna, plena y abundante, con entrañas de eternidad.

Mañana pasamos a la Fase 1, … responsabilidad, coherencia y protección para tu vida y la de los demás. Nos tenemos que ayudar entre todos. Un más que merecido y deseado abrazo por estos medios digitales, …