lunes, 11 de mayo de 2020


ENTRAMOS EN FASE  1,  Y NOS SEGUIMOS ACOMPAÑANDO

Queridos feligreses y amigos:
Desde hoy lunes estamos en la Fase 1 de este tiempo que, ojalá, nos lleve pronto a la normalidad en nuestra sociedad. Pero aún seguimos en estado de alarma lo que significa que tenemos que seguir apelando a nuestra  responsabilidad personal y colectiva; y obedecer especialmente las recomendaciones de nuestros médicos y enfermeros. Hoy, que se abren los templos con un aforo muy limitado, hemos vivido en la Parroquia la misa funeral por Pedro “Penalty”, así conocido entre nosotros por su etapa como futbolista del Villanovense. Agradezco la responsabilidad de los que han asistido: una actitud de silencio que hace más intensa la oración y la celebración; el respeto a la familia sin gestos de abrazos ni otros innecesarios en estos momentos, pero acompañando con la presencia; el orden en la llegada y en la salida del templo; todas las personas con sus mascarillas y usando, además de las alfombras, los geles higiénicos situados en varios lugares; …. Así sí, entre todos venceremos porque la responsabilidad compartida nos protegen a todos. ¡Ánimo, tenemos que ayudarnos!

Continuamos en tiempo pascual y nos sigue acompañando la lectura del evangelio de San Juan (Jn 14,21-26). En él leemos hoy:  “El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él y haremos morada en él”. En nuestras casas solemos guardar en sitios muy concretos los objetos a los que más valor le damos y normalmente en pocas ocasiones, las más significativas, los sacamos en público o los mostramos a los demás. ¿Qué nos estará diciendo Jesús con guardar su palabra? Personalmente creo que el término “guardar” no es sólo tener su enseñanza bien aprendida o estudiada, y sacarla a la luz en aquellos momentos en los que me siento examinado ante la fe o ante los demás. No es sólo conocimiento como el que aprende un catecismo o se sabe perfectamente liturgias o ritos religiosos aprendidos o repetidos; o caer en un simple cumplimiento.

Guardar la Palabra es tenerla como el valor más importante en mi vida cristiana. Es unir en nosotros la fe y la vida; y vivir esta fe en cada momento. La fe en la Palabra nos llevará al conocimiento de la verdad de Dios en nosotros y nos acercaremos a la experiencia de su amor. Dios Padre, en Jesús, es presencia de amor, que invade el ser humano con un amor tan pleno y total que nos llama a quitar de nuestra vida lo que nos aleja de su proyecto , su reinado, sobre la humanidad. Necesitamos profundizar en la Palabra y buscarla de verdad.

Jesús centra todos los mandamientos en uno sólo: “amaos unos a otros como yo os he amado”. Para ser como Jesús hay que estar dispuesto a llegar hasta el final, amar como él amó hasta entregar la vida. Y amar al prójimo con un amor que le abraza, le hace sentirse persona a tu lado, le haces crecer en la vida. La vocación cristiana es comunión, un amor que se hace relación y cuidado concreto, en lo más sencillo y en lo diario de la vida.

La presencia del Espíritu es necesaria para esta misión: “El Espíritu Santo, el Defensor, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Nosotros solos no seremos capaces. Necesitamos al Espíritu que nos capacita para amar de verdad, como el Padre nos ama; el mismo Espíritu fortalece la fe en el Hijo y nos hace ser testigos de vida y de esperanza.

Nos quedamos hoy con una llamada: trasformar nuestra vida en presencia sacramental, ser cada uno de nosotros signos  vivos del amor de Dios en la realidad más cotidiana, y hacer que esta misma realidad sea presencia del Resucitado. Estamos llamados a vivir con los ojos abiertos para poder conocer y amar más a Dios; y lo haremos en la medida en que aceptemos a Dios en la vida de los demás; al Dios de todas las personas que necesitan motivos de esperanza; de todos aquellos que optan por la dedicación y la entrega a los demás; las personas que hay que acompañar porque se ven hundidas; los que pasan necesidades y no tienen oportunidades de crecimiento y de realización; vivir no arrinconando los dones del amor de Dios en nuestros, sino abrirlos a los demás, como el mejor valor que mueve nuestro ser al encuentro con este Dios tan cercano, y humano, en los rostros de los que conocemos y nos necesitan.

Nos acercamos en este mes de mayo a la presencia de María. Ella guardó y conservó en su corazón el amor de Dios y lo engendró para que todos tuviéramos vida, y ésta en plenitud. ¡Feliz lunes!, … os agradezco vuestras palabras a mis comentarios a la Palabra de Dios. Os animo a seguir profundizando en la fe. Abrazos virtuales y saludos a raudales, como dice el periodista, …