sábado, 9 de mayo de 2020


VOLVEREMOS A CELEBRAR LA EUCARISTÍA

Queridos feligreses:
El pasado 14 de marzo se decretó el estado de alarma por el gobierno debido a las graves consecuencias y transmisión del virus Covid-19 en nuestro país y en el mundo. Nos estamos enfrentando a una situación nueva en la que ocurren cambios importantes: en el trabajo, relaciones personales, ocio, celebraciones religiosas, actividades, … Se nos exige mucha responsabilidad personal y colectiva, y nos adentramos en la incertidumbre y el miedo. ¡Han cambiado muchas cosas desde entonces! Y recordamos especialmente a los que han fallecido, a sus familiares y a todos los que nos han cuidado y siguen haciéndolo al día de hoy.

Una consecuencia directa es que se cerró nuestro templo parroquial y la capilla de las Hermanas Concepcionistas, y todos los templos de la diócesis, como un acto de responsabilidad eclesial para frenar la transmisión de este virus. Nos sentimos bastante desolados, confinados en nuestras casas, y se pronosticaba un final de Cuaresma y una Semana Santa muy pobres, sin sus celebraciones propias. Y, sin embargo, ayudados por infinidad de medios y de acciones parroquiales, de las hermandades, de los medios sociales y de comunicación, hemos vivido un tiempo de profundidad espiritual que nos ha llevado a descubrir la fe como un verdadero don que puede transformar nuestras vidas. Una fe alimentada en la Palabra de Dios y en la oración personal y familiar. Así lo hemos vivido - y estamos viviendo – siendo protagonistas en Semana Santa como en este tiempo de Pascua. Hemos sentido la pertenencia a nuestra Parroquia desde una verdadera comunidad familiar, iglesia doméstica, auténtica escuela de fe y de vida.

Muchas veces hemos escuchado en este tiempo que la vuelta a la normalidad no va a ser igual que antes, aunque lo hagamos de forma desescalonada. Que nos va a llevar a valorar más y mejor lo que somos, y especialmente a las personas con las que compartimos la vida; valorar más los servicios públicos y a los que se están dejando la piel y la vida por nosotros; entender que tras una crisis sanitaria llega una crisis social y económica que no puede dejar tirados a los más pobres y a los más jóvenes que buscan trabajo y realización; ser responsables en la forma de estar y de vivir desde el respeto por la tierra, nuestra casa común; valorar los pequeños detalles y dar sentido a lo cotidiano tanto en el trabajo como en la vida familiar; tomar opción por todos los que se entregan y hacen que este mundo sea mejor, …

Me pregunto y os hago extensiva esta pregunta: la vuelta a la vida parroquial ¿va a ser igual que antes? Es verdad que hemos echado de menos la celebración de la Eucaristía y demás sacramentos, además de no poder vernos y compartir la vida comunitaria. Pero toda la vida cristiana no se reduce a la celebración dentro del templo. Necesitamos profundizar en una vida eclesial transformadora que la lleve al testimonio de la fe comenzando por nuestros hogares, e inmersa con palabras y hechos concretos en medio de este mundo. A los cristianos se nos va a exigir colaboración, responsabilidad y entrega con todos y con los más desprotegidos, además de valorar con seriedad y profundidad nuestras celebraciones de la Eucaristía y los demás sacramentos. Este momento que vivimos puede ser clave en nuestras vidas, y nos puede ayudar a ser una Iglesia madura en medio del mundo.

Os animo a que aportéis ideas y acciones que nos sirvan para vivir mejor nuestra fe y nuestras pertenencia a la comunidad parroquial. Este tiempo nos tiene que llevar a ser una parroquia más comunitaria, corresponsable, celebrativa y entregada al ejercicio de la Caridad. Una Comunidad parroquial más viva y más laical, con altas dosis de fe, de pertenencia de los laicos y del testimonio de todos. Hay que aportar nuestras ideas y fuerzas para continuar, renovados, anunciando el evangelio y siendo testigos de Jesucristo. ¡Espero vuestras propuestas;  seguro que serán abiertas, creativas y evangelizadoras!

Creo que la prudencia se tiene que vestir de paciencia. Tenemos que cuidar las medidas de seguridad para no asumir riesgos que pongan en peligro nuestra salud y la de los demás. Desde el lunes día 11 de mayo podremos abrir los templos, con un aforo reducido a un tercio de su capacidad, pero seguimos en estado de alarma y al Virus hay que derrotarlo. ¡No podemos ser imprudentes por las prisas de celebrar como si la vida se nos fuera en ello! La sociedad nos va a seguir pidiendo colaboración y responsabilidad de todos y hacia todos. Aunque la Eucaristía sea central en la vida cristiana vamos a tener calma y paciencia para acercarnos a ella. ¡Las prisas siempre son malas consejeras!

En estas dos primeras semanas de la Fase 1 celebraremos la Eucaristía de diario, solamente, en la Capilla de las Hermanas Concepcionistas por la tarde a las 19:30 horas, abierta a la asistencia de los fieles, con un aforo reducido para 35 personas dentro de la Capilla.  En el templo Parroquial celebraremos la misa de vísperas del sábado (21:00h horas) y las dos del domingo en el horario de verano (12:30 y 21:00 horas respectivamente), con un aforo limitado a 150 personas; además de la misa del domingo en la Capilla Conventual a las 10:00 horas. Lo he consultado con personas de la Parroquia y con médicos y enfermeros y les ha parecido muy bien. Pero me piden que os traslade que, además de lo reducido del aforo de los templos para adecuarnos a estas nuevas circunstancias, que nadie participe sin su respectiva mascarilla. De los demás detalles higiénicos ya nos encargamos un grupo de personas de la parroquia;  también dispondremos de medios electrónicos de desinfección que llegarán próximamente. ¡Nos vamos a cuidar entre todos y lo vamos a hacer muy bien!

Así y todo seguiremos llegando a todos con reflexiones desde la Palabra de Dios y con materiales para orar en casa y en familia mientras duren estas etapas hasta la nueva normalidad. Seguramente Cáritas parroquial nos va a necesitar para compartir con los más necesitados y desprotegidos por la otra crisis social y económica. Estemos atentos a sus llamadas y aportemos nuestra colaboración. Siempre lo hemos hecho, ahora con más valor y entrega.

Si todo va bien, queridos amigos, os espero especialmente en las Eucaristías del fin de semana que viene. Sabéis que necesito veros y, aunque aún no se pueda, os abrazaré con la mirada. Un deseado encuentro en la fe, en la celebración eucarística y en la vida cotidiana. Os quiero, …