EL PADRE NOS QUIERE A TODOS
Queridos feligreses y amigos:
Está llegando el calor propio de este tiempo de
pre-verano y suben las temperaturas de golpe en esta Extremadura nuestra; y se
confirma la noticia de que pasaremos el próximo lunes a la Fase 2 de este
estado de alarma, con horarios más flexibles y la recuperación de otra gran
parte del tejido laboral. Vamos a esperar y a desear que esta vuelta a una
posible normalidad sea real, y que se incorporen poco a poco al trabajo tantas
personas afectadas por esta crisis sanitaria. ¡Os deseo un feliz sábado!
Muchas veces hemos acudido a nuestros padres para
pedirles aquellas cosas que nos gustaban o que veíamos necesarias en nosotros.
Lo hemos hecho de pequeños y también siendo jóvenes o adultos. Nos movía la
confianza que poníamos en ellos y el deseo de que se cumpliera la petición.
Casi siempre lo conseguíamos, si no a la primera, sí a la segunda. Cuando
veíamos dificultades buscábamos intercesores en los abuelos o en los hermanos
mayores. Si lo conseguíamos llegaba el abrazo y el decir gracias con un beso o
con algún signo de alegría. Cuando nuestros padres creían que no era posible,
por infinidad de razones, nos llevábamos el sofocón, pero nunca dejamos de
confiar en su cercanía, ni en su bondad, ni en su cariño.

Los momentos más importantes de la vida de Jesús están
precedidos o acompañados de un largo
tiempo en oración con el Padre. Esta era la fuente de su vida, el alimento
constante de su misión: vivir la comunión con el Padre. La vida cristiana
adquiere toda su profundidad en la oración personal y comunitaria. Sin oración
nuestra vida pierde fuelle, no arde la llama interior por falta de oxígeno. Sin
oración personal no hay relación de cercanía y de amor. ¡Tenemos que ser
personas de oración y de escucha! En ella ponemos toda nuestra vida y todo lo
que somos; y llevamos a la intimidad y a la cercanía con Dios a los que nos pertenecen,
a la misma humanidad.
Hoy escuchamos en el evangelio: “Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo
dará”. Pedir en el nombre de Jesús, nuestro mejor intercesor, es una
forma especial de hacer oración. Unimos nuestra vida a la suya que desea hacer
la voluntad de Dios y oramos con sus mismos sentimientos. Nuestro seguimiento
cristiano nos hace amar a Jesús, conocerle muchísimo mejor, adentrarnos en su
vida, y querer hacer su voluntad que siempre responde al amor de Dios. Toda
esta relación se vive y se profundiza en la oración.
En la oración, nos dice Jesús, “vuestra alegría sea completa”.
Dios es providente; nos da los dones que necesita nuestra vida para ser fieles
a Él. Incluso cuando no tenemos en la oración aquello que hemos pedido, sabemos
que Él nunca falla y nos sigue acompañando con su amor misericordioso. Acudimos
a Él desde la confianza y buscando la alegría en la comunión profunda con el
amor del Padre.

Pidamos en el día de hoy que Jesús nos enseñe a conocer a
Dios Padre; saber y comprender cuánto me quiere y su cuidado por mi; y que,
desde los dones del Espíritu Santo, nos entreguemos a los demás con un corazón
alegre y confiado.
“Qué buen Padre
tenemos que nos da al buen Jesús. No se conozca aquí otro por Padre para tratar con Él; y procurad, hijas mías,
ser tales que merezcáis regalaros con Él y echaros en sus brazos” (Santa Teresa de Jesús)
¡Feliz día! Hoy sábado, a las 21.00 horas celebraremos
las vísperas de la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Mañana en el horario
habitual de domingos y festivos. Un cercano fuerte abrazo.