¡OS DOY MI PAZ!
Seguimos hacia delante en este recorrido por el tiempo
pascual. Celebramos especialmente la Pascua del Resucitado. Es un tiempo que
nos llama a la esperanza. Podremos estar pasando por dificultades pero sabemos
que Cristo nos acompaña en la vida y Él es nuestro sentido. Necesitamos hacer
las cosas bien y con alegría; sabiendo vivir cada día con gran prudencia y
responsabilidad porque hay que vencer esta situación de enfermedad y contagio.
Sabemos que el Señor nos acompaña y con el vencemos en todo y ganamos la vida.
¡Mucho ánimo!
Nosotros vamos a continuar profundizando en la Palabra de
Dios. Esta Palabra nos alimenta en estos días difíciles y nos anima a
reencontrar la experiencia de la fe en nuestra vida cristiana. Hoy también se
proclama el Evangelio de san Juan (Jn
14,27-31). El Señor nos da el regalo de su Paz: “la paz os dejo, mi paz os doy;
no os la doy como la da el mundo”. Se derraman muchas palabras y se
redactan discursos cuando se habla de la paz. Jornadas mundiales de oración por
la paz; actividades en los colegios y en las parroquias sobre el día de la paz;
tratados y pactos mundiales para edificarla o restaurarla. Y nos damos cuanta
de que muchas veces se rompe en
cualquier momento. La paz es bastante frágil. Entre las personas hablamos de
paz social midiendo las palabras que no dices por no romperla y poder herir a
alguien. Pero esta paz es de ciencia ficción, no es una paz que vence y
convence. Y si hablamos de la paz con uno mismo tan sólo la tenemos cuando, por
momentos o circunstancias, parece que no existen problemas.

El encuentro con Jesús no evita conflictos ni
incertidumbres en nuestra vida; siempre van a existir, pero nos ayuda a
afrontarlos de forma diferente a como lo hace este mundo. Es necesario
comprender el amor como la fuente y el estilo de la vida. Así, la vida vivida
en ese amor es capaz de traernos la paz que crea fraternidad y es signo de
misericordia. La paz que nos da el Señor se basa en la verdad, en el perdón sin
límites, en la libertad y, por supuesto, en el amor. Es decir, una paz
evangélica, que busca ser buena noticia viviendo los valores propios del
seguimiento de Cristo. Paz con el Creador y con la creación, con los demás y -¡cuantas
veces!- con nosotros mismos.

Nos quedamos hoy con dos motivos para adentrarnos en
nuestra vida: Jesús dice: “Os doy mi paz”. ¿Estoy dispuesto a
construir la paz de Jesús en mi familia, en mi comunidad, en esta sociedad?; y
ante un Jesús que ama al Padre y es obediente a su voluntad me puedo hacer
también la siguiente pregunta: ¿cómo respondo en mis valores y acciones para
ser obediente a Dios Padre, desde un cumplimiento o desde la aceptación de su
amor y de su voluntad?
Queridos amigos, ¡feliz día!. Cuidemos mucho nuestras
acciones en esta fase 1 para salir cuanto antes de ella; estemos en nuestras
casas todo el tiempo que podamos y no nos expongamos innecesariamente. Te
respetas a ti mismo respetando mucho a los demás. Un gradísimo, y cada vez más
cercano, abrazo.