martes, 12 de mayo de 2020


¡OS DOY MI PAZ!

Queridos feligreses y amigos:
Seguimos hacia delante en este recorrido por el tiempo pascual. Celebramos especialmente la Pascua del Resucitado. Es un tiempo que nos llama a la esperanza. Podremos estar pasando por dificultades pero sabemos que Cristo nos acompaña en la vida y Él es nuestro sentido. Necesitamos hacer las cosas bien y con alegría; sabiendo vivir cada día con gran prudencia y responsabilidad porque hay que vencer esta situación de enfermedad y contagio. Sabemos que el Señor nos acompaña y con el vencemos en todo y ganamos la vida. ¡Mucho ánimo!

Nosotros vamos a continuar profundizando en la Palabra de Dios. Esta Palabra nos alimenta en estos días difíciles y nos anima a reencontrar la experiencia de la fe en nuestra vida cristiana. Hoy también se proclama el Evangelio de san Juan (Jn 14,27-31). El Señor nos da el regalo de su Paz: “la paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo”. Se derraman muchas palabras y se redactan discursos cuando se habla de la paz. Jornadas mundiales de oración por la paz; actividades en los colegios y en las parroquias sobre el día de la paz; tratados y pactos mundiales para edificarla o restaurarla. Y nos damos cuanta de que muchas veces se rompe  en cualquier momento. La paz es bastante frágil. Entre las personas hablamos de paz social midiendo las palabras que no dices por no romperla y poder herir a alguien. Pero esta paz es de ciencia ficción, no es una paz que vence y convence. Y si hablamos de la paz con uno mismo tan sólo la tenemos cuando, por momentos o circunstancias, parece que no existen problemas.

La paz que Jesús entrega no es la Pax Romana de su época que se mantenía por la fuerza de las armas y por la represión violenta contra los movimientos que pensaban de forma distinta. Aquella paz creaba desigualdad entre los ciudadanos ya fueran de Roma o de otros lugares conquistados. Este tipo de paz no tiene nada que ver con el Reino de Dios. La paz que Jesús comunica es fuente de gozo. Es vivir tu vida alrededor de los valores de la fraternidad, de la entrega a los demás; es la paz que protege a los más desprotegidos; es la paz que siembra justicia y concede los mismos derechos y deberes a todos los ciudadanos. Es una paz que siembra igualdad entre las personas y los pueblos de la tierra.

El encuentro con Jesús no evita conflictos ni incertidumbres en nuestra vida; siempre van a existir, pero nos ayuda a afrontarlos de forma diferente a como lo hace este mundo. Es necesario comprender el amor como la fuente y el estilo de la vida. Así, la vida vivida en ese amor es capaz de traernos la paz que crea fraternidad y es signo de misericordia. La paz que nos da el Señor se basa en la verdad, en el perdón sin límites, en la libertad y, por supuesto, en el amor. Es decir, una paz evangélica, que busca ser buena noticia viviendo los valores propios del seguimiento de Cristo. Paz con el Creador y con la creación, con los demás y -¡cuantas veces!- con nosotros mismos.

Jesús sigue hablando a los suyos y a nosotros: “Yo amo al Padre y lo que el Padre me manda yo lo hago”. Este es el gran y único testimonio de Jesús que puede llevar el mundo a creer en él. En el anuncio de la Buena Nueva no se trata de divulgar una doctrina, ni de imponer un derecho canónico, ni de unir todos en una organización. Se trata, ante todo, de vivir y de irradiar aquello que el ser humano más desea y que lleva en lo profundo de sí: el amor. Sin esto, la doctrina, el derecho, la celebración no pasa de ser un mero cumplimiento o un aprendizaje de memoria que no mueve la vida ni nos lleva al encuentro con el Señor.

Nos quedamos hoy con dos motivos para adentrarnos en nuestra vida: Jesús dice: “Os doy mi paz”. ¿Estoy dispuesto a construir la paz de Jesús en mi familia, en mi comunidad, en esta sociedad?; y ante un Jesús que ama al Padre y es obediente a su voluntad me puedo hacer también la siguiente pregunta: ¿cómo respondo en mis valores y acciones para ser obediente a Dios Padre, desde un cumplimiento o desde la aceptación de su amor y de su voluntad?

Queridos amigos, ¡feliz día!. Cuidemos mucho nuestras acciones en esta fase 1 para salir cuanto antes de ella; estemos en nuestras casas todo el tiempo que podamos y no nos expongamos innecesariamente. Te respetas a ti mismo respetando mucho a los demás. Un gradísimo, y cada vez más cercano, abrazo.