NUNCA ESTARÉIS
SOLOS
Queridos feligreses y amigos:
Entramos en la última semana del mes de mayo y al mismo
tiempo en la Fase Segunda de esta desescalada hacia la normalidad. También
estamos llegando al final del tiempo pascual y el próximo domingo celebraremos
la Solemnidad de Pentecostés. Esperemos que esta semana esté muy llena de vida
y de esperanza. ¡Feliz lunes!
Muchas veces nos preguntamos en la vida sobre las
perspectivas del futuro. Esta situación de crisis sanitaria nos está llevando a
realizar una buena lectura sobre la bondad en las personas, tantas veces
anónima, y que nos está sorprendiendo en la multitud de signos y de compromisos
con la humanidad, especialmente con los que más sufren, entre ellos los enfermos; y hacia aquellos que, por falta de medios
económicos, se encuentran en un estado bastante vulnerable. Una situación de
crisis puede sacar del ser humano lo mejor de su vida y vivir en perfecta
gratuidad hacia los que nos rodean.
Ayer escuchábamos en el evangelio la promesa de Jesús: “no tengáis miedo; yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin de los tiempos”. Esta promesa hizo que aquellos
seguidores de Jesús se convirtieran en testigos de la verdad y de la
experiencia de la fe que habían descubierto en Él. Sus vidas se habían llenado
de alegría, de ilusiones, de esperanzas compartidas, con deseos de llegar a
todos los confines de la tierra. Viven la experiencia del encuentro con el
Señor resucitado y lo sentían vivo junto a ellos: en su oración, en la
predicación del evangelio, en los caminos de la vida, en la entrega a los
demás, compartiendo sus bienes con los que lo necesitaban, celebrando la
fracción del pan; … eran una comunidad de vida y de misión.

Pero Jesús, para vivir estas esperanzas y deseos nos
muestra un camino diferente. Nos adentra en el camino del amor entregado: no es
ser más que los demás, sino menos; dar todo por los demás, por los últimos,
desde la gratuidad; se entregó a la muerte y dio la vida en la Cruz; y aquí, al
que amó hasta el final, Dios le da todo; aquel rechazado es ahora “la
piedra angular”. El que supo amar a todos es el que tiene ahora toda la
vida y toda la verdad. Desde ese momento quien camina como Jesús se convierte
en su testigo.
Fuimos creados por el amor de Dios y nuestra vida tiene
plenitud en Él. Esta forma de experimentar la fe transforma de un modo nuevo
la vida y no vivimos para nosotros únicamente, se vive para Dios y para dar
vida y esperanza. Todo cristiano tiene que vivir con esperanza porque nuestras
vidas tienen futuro en Dios Padre.
Ahora bien, en el mundo tendremos adversidades, luchas,
pruebas de nuestra respuesta de amor; incomprensiones, burlas, ataques a la fe:
“En
el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 29-33)

Constantemente necesitamos pedir esa fe, esa confianza en
Dios Padre para que nunca nos falte la alegría; y tengamos mucha paz en
nosotros. No una paz que se consigue a costa de nuestras fuerzas únicamente,
sino la que brota del encuentro con
Dios, con nuestros hermanos, con toda la realidad e incluso con nosotros
mismos. Esta paz es un don de Dios; nace desde dentro del corazón y es la
seguridad de estar en las manos del Padre.
¡Feliz lunes! Recemos esta semana para que Jesús derrame
en nosotros los dones y los frutos del Espíritu Santo. Ya nos vamos viendo poco
a poco y nos da mucha alegría. Os sigo mandando un fuerte, y virtual, abrazo.